Entrevista con KOKOSHCA: «¿Qué es lo que más hastío nos provoca? Los palos selfie»

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kokoshcaHace unos quince años, varias ciudades españolas amanecieron un día plagadas de pegatinas negras en las que podía verse una calavera y tres palabras: «Abajo el trabajo». Incomprendido y despreciado por casi todos, el mensaje abría un debate que a Kokoshca seguro les sigue interesando tres lustros después, a punto de terminar un 2016 tan aberrante o más que los que le precedieron en este acelerado, irrespirable siglo XXI. Los miembros de la banda pamplonica no acaban de ubicarse en este brave new world y lo cuentan en «Algo Real» (Sonido Muchacho), su cuarto disco (quinto si contamos el directo “Gernika”), grabado en una semana en los estudios K de la capital navarra (por donde circulan habitualmente El Drogas y Lehendakaris Muertos), producido, mezclado y masterizado por Iñigo Pérez de Artieda y con diseño a cargo de Javier Morón.

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¿”Algo real” se refiere a lo que buscáis en esta vida?

Sí. El título lo decidimos en el estudio cuando grabábamos, nos dimos cuenta de que en las letras aparecía muchas veces la palabra “real” , sin darnos cuenta plasmamos en la letras algo que nos persigue bastante en nuestra visión de la vida. Para nosotros es muy importante ser honestos y sentir cosas reales.

¿Hay que cerrar muchos garitos para encontrar “algo real”? ¿O más bien al revés?

Cada uno lo puede encontrar en un lugar, puede ser que uno lo encuentre cerrando garitos y otra persona lo encuentre cuidando de sus gallinas. Nosotros a veces cerramos garitos pero hacemos muchas otras cosas más tiempo.

Algunas letras parecen escritas de un tirón, como motivadas por impulsos casi instintivos, no demasiado reflexivos. ¿Es así?

Es así, a veces salen del tirón desde las tripas, salen y no queremos a penas modificarlas porque son exactamente ese sentimiento . Otras veces es al contrario, las letras nos cuestan mucho, si no salen como un impulso es la parte más difícil al componer.

Como “Laberinto”, que va por otro lado más profundo y metafórico… ¿buscáis ese equilibrio de forma consciente, o sale así como quien dice?

«Laberinto» quizá sea la mejor letra del disco, pero porque hay una parte que es un poema precioso de Antonio Machado. Es algo consciente, las letras tienen que decir algo y decirlo bien.

Hay mucha noche en este disco… y mucha crítica ácida. ¿Qué es lo que más hastío os provoca como jóvenes urbanitas del siglo XXI?

Las vidas virtuales, las relaciones virtuales a través de las redes sociales en vez de sentir, tocar, oler, charlar cara a cara……. El ego exagerado, la necesidad de hacer fotos de cada momento, los selfies y sobre todo lo que más hastío nos crea son LOS PALOS SELFIE.

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“Serengueti” viene a ser una especie de clímax de todo el crescendo anterior, y luego vienen dos canciones que a mi parecer, hacen de doble cierre. ¿El orden del tracklist es sesudo o más bien improvisado?

Nos costó bastante ponernos de acuerdo, siempre nos pasa que componemos canciones muy dispares y hay algunas difíciles de encajar en la continuidad del disco. Había otro que funcionaba guay para el vinilo (ya sabes, cara A, cara B), pero este, como continuo, nos pareció el más adecuado. Después de darle mil vueltas.

El anterior largo lo sacasteis con Ayo Silver, que ha desaparecido como sello, ¿no es así? ¿qué ha pasado? ¿es una gran pérdida para vosotros? (al margen de lo bien que estéis ahora en Sonido Muchacho).

Nos dieron un adelanto de 800.000$ para grabar un disco en Barbados y nos lo acabamos gastando en cositas, y nada, bajaron la persiana. Honor y agradecimiento eterno para ellos.

¿Os sentís afines a alguna otra banda actual, por sonido, forma de trabajar, etc…?

Bueno, sí, hay lazos de empatía, digamos, con artistas de los que somos muy amigos, como Espanto, y otros que conocemos menos pero que admiramos su valentía en cada cosa que hacen, como Fasenuova, Triángulo de Amor Bizarro… Pero por sonido no sé, hacemos las cosas un poco a nuestra manera, y tampoco estamos muy al tanto de lo que hay por ahí fuera. Quizá nuestro productor, Iñigo Pérez de Artieda, sea quien mejor pille el sonido Kokoshca.

¿Hay esperanza en la política? ¿O el nihilismo se ha apoderado de vosotros? Alguna frase de este disco me dice que andáis ahí ahí…

La única esperanza es la de la destrucción de las élites y su sustitución por gente honesta que, esto es importante, defiendan la abolición del trabajo y la implantación de una renta básica universal (RBU, guiño – guiño).

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¿Cómo surgió la idea de la portada? Hace una buena combinación con “Algo Real”… como un cuadro con un título que añade algo más a lo que ves.

La portada se completa con la contraportada y se entiende mejor el título del disco. Es obra del diseñador Javier Morón de Pamplona , le pasamos el disco y nos enseñó varias propuestas y nos enamoramos de ésta al instante.

¿Desde cuándo conocéis a El Drogas y qué os pareció el texto que escribió para vuestro disco (leer al final de la entrevista)? ¿Cómo fueron vuestras juventudes musicales?

Como figura musical desde niños, pero personalmente le conocimos en la grabación de “hay una luz” en la que colaboró cantando a dúo con Amaia en la balada “las flores del fin del mundo”. Es un tío muy profesional y abierto musicalmente y en el trato personal es excelente. El texto nos parece muy bonito y para nosotros es muy emotivo porque relata muchas anécdotas nuestras que quizá el resto del mundo no entiende….

¿Vivís todos en Pamplona? ¿Qué se cuece por los escenarios de por allí últimamente? ¿En qué trabajáis, y cómo de fácil/difícil es conciliarlo con la dedicación a la música?

Vivimos la mitad en Pamplona y la otra mitad no. Pamplona es una ciudad muy complicada para tocar. No hay salas intermedias, solo hay salas enormes o bares que hacen conciertos. Trabajamos en cosas muy dispares, cocinero de un kebab de lujo, programador de robots de cocina, probadora de colchones y malabarista… Bueno en serio, es muy difícil poder sobrevivir con la música, lo intentamos pero hay que compaginarlo con otros trabajos.

 

Enrique Villarreal (o El Drogas – mítico cantante de Barricada), ha escrito una nota que podría describir perfectamente lo que supone este álbum, y la que merece la pena leer:
«Suena polvoriento a desierto. Raspa el Automático de las Cadenas de Jesús y María en los hermanos Reed mientras bajas escalón a escalón entre los Terrones Dulces durante el Cumpleaños de Björk. El Bicho Josetxo, la Rosenvinge Christina. Näif. Infantiles melodías en parques abandonados mientras nos probamos diferentes disfraces en tiendas de ropa de segunda mano. Mis zapatos dorados de charol sueñan lágrimas transparentes que asemejan voces y dúos. Son las mismas voces y dúos que visten mi desnudez mientras veo los colores que abrazan estas escaleras que siguen acompañándome hasta el oscuro sótano, tarro de mi miel.
Suceden también cosas que se pueden ver sin ojos como nos contó Alicia y su espejo. La Casa del Amor incendiada de sonidos superpuestos en laberintos de ceniza fina, que se sopla con el aire. Que se va con él.»
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