Género: Metal
Sello: Santo Grial
8 / 10
Desde San Pedro del Pinatar, Murcia, un combo asciende a la primera división del rock estatal, para codearse en su quinto disco con otras bandas emergentes, gracias al buen trabajo en los controles de Alberto Seara, afamado productor, que inyecta savia nueva a este quinteto de metal romántico a flor de piel.
Retando al mismísimo dios del tiempo, “Kronos”, DARKNOISE marcan su compás al más puro estilo Sober, poniéndose a rebufo de la formación de los hermanos Escobedo, teloneándoles en varios bolos de la actual gira, de igual forma que los gregarios chupan rueda del pelotón cuando la serpiente multicolor atraviesa las etapas llanas en la meseta de polvo y heroicas escapadas. Que en el fondo, la gloria, es a lo que aspiran estos muchachos pimentoneros, sin complejos y con el mundo por montera, como la conocida tónica con un cierto regusto amargo, como Sísifo en plena lucha contra la montaña.
Desde los primeros compases de “Chemtrail” somos conscientes que el grupo conjuga metal romántico y emocional con textos comprometidos socialmente. Ellos ya han pagado su particular “Sacrificio” de la autoproducción en sus tres primeros capítulos, y ahora en el quinto, planean alto, disfrutando de los “Días por vivir” que les quedan en una escena francamente dura y difícil para las bandas que se postulan como relevo generacional de nuestros clásicos asentados. Jesús Maciá, como vocalista del combo, se convierte en una especie de alter ego de Carlos Escobedo al tiempo que un tsunami de guitarras golpean los pabellones auditivos del espectador, pero también hay espacio para los medios tiempos, una visión in crescendo de las sensaciones que atesora este quinteto en su viaje “Astral”, en su particular escalera al cielo de las ilusiones quiméricas, incluso dejando hueco para las baladas atmosféricas como “Palabras de Cristal”, con la que cierran el álbum, en la más pura línea del “Silence Lucidity” de los amados y referentes. Queensryche.
“Kronos”, un destacado plástico que destaca por su excelente producción y por lo bien que han sido trabajadas las tramas guitarreras en el estudio “Cube” de Alberto Seara, que como una tupida red atrapan al oyente en un mar de sensaciones contrapuestas.
