El grupo barcelonés sube un escalón en su octavo disco de estudio, presentando un espectacular disco-libro donde su alter-héroe, “El Poeta Halley” se marca un recorrido astral por las grandezas y miserias de la existencia urbanita, escarbando en los bajos fondos de las pasiones nunca confesadas, “Bajo el volcán” de las ilusiones insatisfechas.
Capitaneados por el sin par Santi Balmes, el quinteto de San Vicenç de Horts planea por la vía láctea del indie-pop en busca de la eternidad, una nebulosa perdida en el tiempo que asoma cuando todo pasó y nada quedó, como cantaban los Topo en su “Ciudad de Músicos”. Rumbo a las estrellas, Love of Lesbian quiere pavimentar su particular asalto de los cielos, explorando espacios sonoros y galaxias de sonidos de intensidad desconocida. Prestando poca atención a “Los Males pasajeros”, a esa “Incapacidad Moral Transitoria” en la esquina invisible de las desilusiones colectivas, escondidos de su propio malestar ante una sociedad que va a la deriva, “Cuando no me ves”.
Eclipsados por el paso del cometa, “Océanos de sed” fluyen por un disco sobresaliente donde van cayendo los totems cotidianos, convertidos estos tipos en finos analistas de las pasiones humanas. “Psiconautas” de la exploración interior, cirujanos del desconcierto, sentimientos que se van plasmando en un fresco de sensaciones contradictorias, versos inconexos y mentes autistas que van alunizando sobre las antenas de televisión.
Con vocación de clasicismo embriagador, de estas cuestiones ya platicaron muchas bandas con anterioridad, mística ciclotímica de la euforia-desolación, pero nuestros protagonistas quieren subir el nivel y bajar la radiación del pesimismo existencial que nos invade ante la decadencia inevitable, crisis vital con mayúsculas incrustada hasta el tuétano en la perdida civilización. Desde la órbita espacial reverberan estas incógnitas como dudas eternas, antes de completar “El ciclo lunar de Halley Star”. Lástima que ya nadie se acuerde cuando Asfalto abordaba estas cuitas en aquel inolvidable “Corredor de fondo”. Sin su manto de estrellas, por las calles infinitas, atrapado ente la espada y la pared, Halley se debate entre “El yin y el yen”. El vil metal como telón de fondo. Las relaciones, efímeras, más frágiles que nunca. Las amistades, casuales. ‘En mi Siberia vivirás’ a partir de ahora, como un cowboy sideral, condenado a vagar en esta Europa tropical…
“El poeta Halley” se despide a lo grande, inmolándose en el espacio azul infinito, con unos versos arrebatadores en la voz de Joan Manuel Serrat que ponen la guinda a un plástico magistral, gotas de perfume fugaces con una semi-balada verdaderamente estelar. “En la autopista de la vida, los escuadrones de la moral judeo-cristiana acechan a cada instante…”. La palabra justa condenada en la jaula del silencio. “Sucios verbos que lloran después de ser abandonados. Adjetivos trastornados y adverbios muertos de frío…”. Chapeu.