Género: Rock
Sello: Carcajada Records
PUNTUACIÓN: 8
Con el escepticismo por bandera en este mundo a la deriva, el antaño cantante de Los Reconoces se marca una pequeña obra de arte, rock urbano de muchos quilates que con fino bisturí de cirujano diserta pequeñas miserias cotidianas y otras movidas que nos suenan muy familiares.
Acompañado de personajes tan ilustres como el maestro Rosendo en “Asustaviejas” o el sin par Kolibrí Díaz (Marea) a las seis cuerdas en varios cortes del disco, Eduardo García Martín se marca su particular Jardín de las Delicias, un fresco al natural de la fauna que se mueve por aquí. Los ingredientes conocidos: guitarras afiladas, lengua de serpiente, nihilismo por un tubo y reflexiones a quemarropa: “Preferimos vestirnos a educarnos…mientras tenga dinero, tendré coleguitas”, que vienen como anillo al dedo a la situación actual de crisis que vivimos. Transeúnte rompedor, Luter no da puntada sin hilo y se desangra en tonadas mayúsculas como “Desvarío”, “En un zarzal”, “Vuelva usted mañana”, “El día del espectador”… cuyos explícitos enunciados dejan a las claras por donde van los tiros. Canciones como puños, a ver si el personal despierta de una puñetera vez. Divina comedia bufa, los menesteres de la existencia, amores que van y vienen, ‘rutina, tedio y desamor’: la perra vida en “Technicolor”, caldito para animarse, concentrado en doce píldoras que son como pedradas secas “Discurres poco, cabeza hueca…” en la conciencia colectiva de la archiconocida quinta del botellón. Decididamente, este chaval no tiene un pelo de tonto.
