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Crítica – BURNING «Pura Sangre»

por

burningGénero: Rock

Sello: Diagonal

/ 10

Más de diez años hacía que los pioneros del rock’n’roll (más auténtico) en castellano no publicaban un disco de estudio con nuevas canciones, desde aquel “Altura” (02) que les puso en la pista de despegue de su etapa madura y serena…

En el cuarenta aniversario de la banda, como veteranos laureados y supervivientes de toda la vorágine que a punto estuvo de devorarles, se lanzan a tumba abierta por la autopista del exilio interior, de los sonidos stonianos bien pulidos y mejor asfaltados. Vivencias exprimidas en once perlas cultivadas a lo largo de una década intensa en ambos lados del Atlántico. Desde el sincero homenaje a los garitos de aquí y allá (también al bluesman homónimo) en “Willie Dixon”, un rocanrol porteño en medio de la febril noche austral, de ida y vuelta, con mención expresa del Cocodrilo (el refugio madrileño de la banda), al Gruta 77 y al Honky Tonk, lugares emblemáticos bien conocidos para todos los amantes de la música en vivo… Siguiendo por el blues “Demasiado sucio” donde el cuchillo se afila en medio de la noche, recordando los viejos tiempos, con un tajo en el corazón por las dolorosas pérdidas de Toño (abatido por su adicción a la heroína) y el gran Pepe Risi (caído en combate tras una larga enfermedad) para dar paso al rock escapista de “Corre conmigo”, preciosa composición donde brillan las guitarras de Edu Pinilla. La curtida voz de Johnny (superviviente a mil batallas) descubre un potro pura sangre que cabalga a lomos de una “Bestia Azul”, con el ácido lisérgico azotando el blues de la ciudad, puro terciopelo sonoro envuelto en las armonías de siempre.

Ahora que llegan los tiempos reposados (que necesariamente no tienen por que ser aburridos), ahora que nuestros héroes pueden disfrutar plácidamente de sus respectivas vidas familiares, sin las adicciones e hipotecas de antaño, ahora que “Tú te lo llevas todo” y luego te vas…, en estos tiempos donde la industria musical está devastada, Burning se lanzan a la carretera como única salida, al modo de sus adorados Stones, a descubrir el santo grial del rock’n’roll sin aditivos ni colorantes, en loor de los colegas, sin artificios ni cartas marcadas, ni puñetera falta que les hace. Vienen a ofrecernos su corazón en once cortes por donde brota la sangre a raudales, “Dejarlo que sangre”, y apurar los buenos momentos, hasta que caiga la madrugada “Al final de la botella”. Ponernos el cuerpo “Todo a cien” con el roce de la piel y de la aguja sobre el vinilo.

En resumen, no podían haber encontrado otro título más apropiado para su duodécimo álbum de estudio: el disco suena estupendo, la producción es magnífica (muy cuidados los arreglos) y las canciones están sin duda a la “Altura”. Tiempo han tenido de pulir todos los detalles. Poco más podemos añadir de este elepé “Pura sangre”… y como sentenciaron sus Satánicas Majestades: es solo rock’n’roll, pero nos gusta. Nos encanta y nos vuelve locos. Lo adoramos, diría yo. Una bendita locura y una necesaria adicción para levantar el vuelo y dejar atrás las miserias cotidianas, todas las mentiras asesinas y el “Dolor” de este mundo tan falso y tan cruel.

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