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Crítica – VARGAS BLUES BAND “Heavy City Blues”

por

vargas_blues_band_heavy_city_blues-portadaGénero: Blues Rock
Sello: Tres Cipreses / Warner
/ 10

Rodeado de la flor y nata de la profesión, Javier Vargas publica el décimo tercer álbum de estudio (con nuevas canciones) de su estelar y prolífica carrera, casi todos editados dentro de la VARGAS BLUES BAND, un combo elástico y diseñado a su medida donde el guitarrista se mueve como pez en el agua, por el pantanoso slide del delta.

Secundado por los solventes vocalistas Bobby Alexander y Paul Shortino (Rough Cutt, Quiet Riot, Bad Boyz), este último toda una institución dentro del género del rock duro, al igual que el mítico batería Carmine Appice (Vanila Fudge, Cactus, Jeff Beck, Rod Stewart, Ozzy Osbourne, King Kobra, Blue Murder…) Javier Vargas se vuelve a adentrar por los pantanosos territorios urbanitas del Blues de la gran y árida ciudad, con portada explícita donde al skyline de mega-urbes turísticas como Benidorm o Río de Janeiro se contrapone el árido desierto del inframundo, en las megalópolis del tercer milenio. Un disco con canciones en inglés y muy imbricado en la tradición anglófila del rock duro y el blues-rock, pero cuya temática y ritmos recuerdan al precioso homenaje al rock argentino que se marcó hace doce años junto a Espíritu Celeste. Un blues caníbal que devora a cuantos habitantes se consumen en la dura y gris metrópoli, con canciones afiladas que penetran como cuchillos, sin ir más lejos, la paradigmática “Sin city” de resonancias familiares. AC/DC ya lo perfilaron con ritmo deslumbrante hace tres décadas, pero aunque lleva el mismo título, no se trata de la composición dedicada a la ciudad del juego y el pecado, repleta de oropeles y serpientes que los australianos dibujaban magistralmente en su legendario álbum “Powerage”(78).

La urbe y sus desvelos, y el circo que acompaña al rock’n’roll, muévete nena, “Shake baby shake”, que con esas sacudidas hipnotizarás al personal y cautivarás a la audiencia. Nada nuevo bajo el sol, pues en el blues y en el rock ‘n’roll ya está todo inventado, para nuestra desgracia. Así que solo queda afilar bien las seis cuerdas y entrar con actitud, virtud que le sobra a nuestro protagonista. Buscando amor por las esquinas, “Searching for love”, como un perro en celo, pero nena no llores, “Hush, don’t cry”, que la vida es así y es dura para todos. Si no que se lo digan a los poseedores de “Preferentes” que han perdido el dinero y van camino de perder también la dignidad entre tanto miserable litigio en los tribunales. El blues de los banqueros, “Bankers blues”, asoma con látigo de wha-wha, y atmósferas Hendrixianas, completando un paisaje un tanto desolador de la realidad circundante, y el amor hace daño en la preciosa balada, “Love hurts”. Es el estilo de la serpiente, “Anaconda style”, que nos va envolviendo hasta ahogarnos por completo y con la que se cierra un plástico magistral que pone el dedo en la llaga de los vicios cotidianos de un mundo corrupto que hemos contribuido a crear entre todos.

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