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Crítica – ROSENDO «Vergüenza Torera»

por

rosenGénero: Rock
Sello: Dro / Warner
8/10

El maestro de Carabanchel publica el decimoquinto álbum de estudio (directos y recopilatorios aparte) de su ejemplar trayectoria en solitario, alicatada de verdades como puños y canciones que ponen el dedo en la llaga de una sociedad cada vez más desnortada y corrupta, martirio para ‘los autócratas henchidos de hiel y su corte clerical…’. ¿Verdad que les suena?.

‘Van a crujir los cimientos’, profetiza el bardo, Strato en ristre, prometiendo hacer mover el esqueleto a los mansos del credo santurrón, viva la revolución, manque pierda el ciudadano. En la línea de sus últimos trabajos, áspero guitarreo de denuncia en once cortes como truenos. “Haciendo cábalas” y fustigando a los “Autócratas”. Tremendo “Delirio”. Amanece, que no es poco. Tempestad de cuerdas, ‘declarado en rebeldía, rostros empapados en determinación’. “A remar”, quizás la tonada más luminosa del disco, una balada que enarbola los valores del trabajo infatigable, inasequible una vez más al desaliento. “Dubitando” siempre a solas, a la luz de las farolas, Rosendo arrea su apellido, ese Mercado financiero, casino de postín, que controla nuestras vidas dictando las reglas de lo políticamente establecido.

“Estoy despierto, el viento sopla a favor y ha vuelto a salir el sol” ironiza nuestro protagonista ante un paisaje tan aterrador, en medio del crudo invierno de los recortes sociales y el desvanecimiento de un sueño: el estado del malestar que nos invade. ‘Vano petimetre, salgo lo comido por lo servido, me iré sin hacerme notar…’, el antaño alma máter de Leño no da puntada sin hilo, aplicándole “Al lodo brillo”. La cosa tiene bemoles, a la vejez viruelas, dando sopas con honda a un panorama artístico cada vez más alicaído en este arruinado país, haciendo encaje de bolillos para buscarse la vida y seguir en el palmito, en el cenit por derecho del ROCK URBANO con mayúsculas. ‘Siempre a toro pasao’…, necesarios lamentos del santo padre, dando la matraca con el monotema de la protesta existencial, “Vergüenza torera” de un rockero insobornable, “que mierda de país”. Amén.

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