Hoy hace cinco años que Anita O’Day murió, llevándose con ella una de las voces más deliciosas del jazz blanco. Arrancó con mal pie en la orquesta de Benny Goodman, pero fue conocer a Gene Krupa y besar el santo, nunca mejor dicho. Stan Kenton, Thelonius Monk o Louis Armstrong fueron otras luminarias del género que contaron con sus servicios vocales -como apunte personal, se nos antoja una verdadera lástima que nunca hiciera dúo con Chet Baker-. En 1967, gozando de una enorme popularidad, tuvo que abandonar la música debido a su adicción a la heroína, para regresar por todo lo alto en el Festival de Jazz de Berlín en 1970. Aunque ya pasó su época dorada, siguió activa hasta los 90 grabando discos y dando conciertos en Estados Unidos. Con semejante historial ni que decir tiene que su biografía «»High Times, Hard Times» no tiene desperdicio.
Ver su interpretación en este tema pone los pelos como escarpias. Las cosas ya no se hacen así en el siglo XXI.
