Género: Rock
Sello: Warner/Dro
PUNTUACIÓN: 7
Tras la partición de la banda, la marcha de Rulo y su debut en solitario, el cuarteto de Reinosa se puso el mundo por montera y como si nada hubiera pasado, editaron su noveno trabajo discográfico, apelando al contacto con los principios musicales que les vieron crecer, a la libertad creativa, carretera y manta, como el mejor combustible para restañar heridas y sanar el rock’n’roll. Visto el resultado, convendremos que estamos ante un buen disco tirando a notable, donde no faltan los ingredientes básicos que les encumbraron como una de las realidades más sólidas del rock estatal.
Dicho esto, cabría añadir, vista también la otra cara de la moneda (el plástico de Rulo & La Contrabanda), que a Nando, y Edu (como veteranos protagonistas), más Pedro Fernández y Raúl Serrano (los nuevos componentes) les sobra oficio (estupendos riffs, sólidas estructuras rockeras que epatan con soltura) y les falta parte de esa quimérica extraviada, de esas aventuras sin final, de ese realismo mágico Sabiniano, un punto canalla y enamorado de la luna que dibujaba Rulo Gutiérrez como compositor de la mayoría de las canciones.
De cualquier forma, Pedro Fernández pilla muy bien los tonos, y el grupo mantiene esas tesituras adolescentes y noctámbulas, en piezas como “Arde el viernes”, “Gripado corazón”… imprescindibles para conectar con la parroquia. Quizás hayan madurado un poco, quizás sean las “Cicatrices”, quizás ‘la piel se endureció, tras las espinas de cristal’, pero la lírica escapista permanece y como reza el dicho: la vida continúa y hay que tirar palante. Como buenos amantes de la máxima lampedusiana, que algo cambie para que todo siga igual.
