Género: Rock
Sello: Origami Records
PUNTUACIÓN: 8
Pinchamos lo último de esta banda madrileña, suena el primer tema, y es imposible no acordarse de Kyuss. Uno coge el disco, ve la portada, el libreto interior, y el esbozo de sonrisa es inevitable. Havalina parecen emplear los mismos códigos que la ex banda de Josh Homme: guitarras como Jumbos, ultra-pesadas pero con el don de volar, y referencias visuales de la soledad en el desierto. Vaya, la canción se llama “Desierto”… Suena la segunda y la cosa sigue por ahí descaradamente, pero la redondez del riff es tan avasalladora que sólo queda quitarse el sombrero y empezar a frotarse las manos. Y en el tercer tema el cambio de registro empieza a asomar, porque el sexto disco de Havalina se pone y quita prendas, despista, te lleva a un lado y luego a otro completamente distinto. Pero el juego sólo engancha cuando llevas unas cuantas partidas. Porque la parte central del disco está protagonizada por tiempos lentos que pueden ser absorbidos gozosamente en momentos de languidez, pero que descompensan un poquito el disco a primera escucha. Es su apuesta: te inyectan adrenalina, y luego te ponen a prueba viendo cómo aún hormiguea por tu cuerpo mientras te someten a recurrentes bajones de contundencia, en los que sale a flote la raza indie nacional que yace sumergida bajo el iceberg de guitarrazos stoner. Y ahí es donde las dudas surgen y se disipan casi a la vez, porque la aparición de tramos lineales justificados mediante la exaltación del sonido termina corregida por la versatilidad de los músicos, que consigue hacerte preguntarte a qué te suena lo que tocan, pero sin llegar nunca a saberlo. Una eficaz forma de llevarte al huerto casi sin remedio.
