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FROM + FLAVIA MARSANO en la noche de San Juan de la sala Galileo

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No resulta fácil hablar de la música de from. Lo primero porque es sorprendente que en tan pocos años un artista tan joven haya sido capaz de viajar con tanta comodidad entre el pop más luminoso, el postpunk más incisivo y el jazz más melancólico.

Fue dejando pistas poco a poco: un primer disco bajo otro sobrenombre en el que brillaba su talento para la melodía y la querencia por un sonido de baja fidelidad pero con cuerpo y calidez. Un par de singles de pop perfecto, ya como from, que dejaban claro que tras ese nombre se escondía un gran escritor de canciones. Hubo también dos EPs de corte experimental, ‘from tape’ y ‘otoño’, que apostaban por desarrollos instrumentales, rozando la psicodelia. Y de repente llegó ‘Cada momento que te vi’.

A la estela de ese magistral single, que oscilaba entre Molchat Doma y Décima Víctima, se ha cocinado este Insecto. Un disco urbano, no en el sentido que se le ha otorgado a la palabra en la última década (cajón de sastre para todo el R&B contemporáneo), sino urbano de la manera que lo eran Joy Division o King Krule. Un disco en el que brilla una poética que nos revela las grietas de un mundo nocturno, plagado de personajes a la deriva, desesperados, incapaces de comunicarse. Las letras de from ejercen de médium con un mundo paralelo que funciona en los recovecos de la sociedad, que está todo el tiempo a nuestro lado pero al que no prestamos atención (o no queremos prestar atención).

Ya sea en la punzante observación de puro costumbrismo negro, casi goyesco, como en ‘Hombre extraño’‘Despojo humano’ u ‘El hombre del estanco’. O en la despiadada ‘Nueva ciudad / la noche cae’, oda al despecho que es puro Plastic Ono Band. La crueldad no apunta solo hacia afuera, porque en una canción como ‘Hoy te hice llorar’ el viaje interior es punzante, doloroso. La catarsis llega en la que es posiblemente su mejor canción hasta la fecha y uno de los momentos clave del pop español este 2022: ‘Fin del mundo’. Balada atemporal, tan pronto recuerda a Bowie como a Connan Mockasin, y por el medio es capaz de sonar apocalíptico sin renunciar a la ternura, a lo íntimo. 

Concebido durante la locura pandémica, grabado entre su humilde estudio casero y la catedral del sonido analógico en España, los Estudios Brazil del gran Javier Ortiz, Insecto es un disco que consigue ser delicado y agresivo al mismo tiempo, un paso adelante inmenso para uno de los mejores artistas pop de su generación.

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