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La legendaria banda alemana edita su décimo noveno elepé de estudio, quizás una obra póstuma con la que poner un hermoso broche de oro a los cincuenta años de exitosa carrera musical, desde su fundación en 1965 en la localidad sajona de Hannover…
En su anterior disco de estudio “Sting in the tail”(2010), la banda teutónica anunciaba su retirada de los escenarios, una vez concluida la prolongada y triunfal gira de despedida “Get your Sting and Blackout World Tour / Final Sting Tour” que les mantuvo ocupados por el mundo entero durante tres largos años, tras haber despachado la friolera de 160 millones de discos a lo largo de cuatro décadas y media de gloriosa carrera musical. Se ve que la cordura se ha impuso finalmente en el seno de la banda, repensándose su precipitada decisión. Quizás fruto del cansancio o quizás de una acertada estrategia comercial para sumar nuevos adeptos, al tiempo que hacían una llamada de atención a los seguidores de toda la vida: nada es eterno, la llama del rock’n’roll más auténtico poco a poco se va apagando; pura matemática existencial: nada dura para siempre y lo bueno siempre se acaba. Finito, como diría un clásico.
Pero visto con otra perspectiva: ¿para qué retirarse si todavía están en plena forma?, como atestiguan en sus electrizantes conciertos; pocos cantantes pueden presumir del registro vocal que atesora Klaus Meine ni muchos guitarristas acreditar el inmenso magisterio a las seis cuerdas de Matthias Jabs, un caudal inigualable de pasión y una verdadera cátedra de ‘overdrive’ a manos llenas, que se ve refrendado en la colosal labor rítmica de ese hacha sin par, Rudolph Schenker que ha ido pavimentando las baldosas amarillas en la dorada y gloriosa carrera artística de SCORPIONS.
Qué duda cabe, que Scorpions forman parte de la banda sonora de nuestra juventud y eso, a la hora de calibrar las resonancias emocionales, pesa mucho. Siempre con la nostalgia a cuestas de los añorados y legendarios años ochenta, un vergel de creatividad con los dinosaurios del ROCK disfrutando de una segunda juventud, y donde nuestros protagonistas regalaron obras fundamentales como “Blackout”(82), “Love at First Sting”(84) o el multimillonario y archiconocido directo “World Wide Life”(85).
En su nuevo trabajo, demuestran una vez más que no han perdido la capacidad de alumbrar grandes canciones: “We built this house” o “House of cards” dan buena muestra de ello y generar ilusiones renovadas entre la concurrencia. Quizás tantas composiciones con un tono parecido haga un poco cansina la escucha del elepé entero en un primer momento, pero si se persevera hallaremos la recompensa en forma de perlas ocultas: cuatro bises en la edición deluxe, como polvo que se lleva el viento, bailando a la luz de la luna y recordando el mundo que solíamos conocer, con el añadido de las románticas baladas: “Gypsy life” , “Eye of the storm” o “Who we are” (al final del camino) que nunca pueden faltar de un disco de Scorpions que se precie.
Una colección de tonadas que mantienen un buen nivel en general: “Going out with a bang”, “Rock my car”, “All for one”, “Hard Rockin’ The place”… sin llegar a la excelencia, todos para uno y uno para todos (como los Mosqueteros del Cardenal Richelieu) a la hora de afrontar la inevitable senectud. En su última vuelta al ruedo, el “Retorno para Siempre” y la salida a hombros por la puerta grande, en el paseíllo los grandes matadores, solo les ha faltado marcarse el “The show must go on” de Queen.