Ya estuvo en nuestro país presentando uno de los mejores álbumes del pasado año, el electrizante “Blues Funeral”, y estos días ha regresado en un formato más íntimo y sobrio. El caballero oscuro desde luego no descuida a sus seguidores españoles en una de sus etapas más prolíficas. Dos discos editados en dos años, la (ya habitual) colaboración en “…Like Clockwork”, lo nuevo de Queens Of The Stone Age y una gira tras otra definen a un Mark Lanegan inquieto y en forma, que a sus 49 años no piensa en tomarse descansos.
Algo pasadas las diez menos veinte, tras un Duke Garwood que supo emocionar y entretener, a lomos de un sonido impresionante y envolvente a la par de minimalista; el de Washington salió al escenario del teatro Nuevo Apolo sin esperpentos ni tonterías, tal y como nos tiene habituados. Acompañado por un bajista, un guitarrista, su compañero Duke y un “semicuarteto” de cuerda encargado también de la percusión en algunos temas, Lanegan tomó el pie de micro con su característica pose y ofreció un concierto acústico sin guitarras acústicas. “When your number isn’t up”, primer tema de su disco más emblemático “Bubblegum”, fue una acertadísima elección para abrir el set y meterse al público en el bolsillo desde el primer momento.
La iluminación del teatro supo acompañar la atmósfera oscura y áspera que desprendieron canciones como “One Way Street”, “Phantasmagoria Blues” y versiones como “Cherry Tree Carol” o “Satellite of Love” de Lou Reed, que despertó una gran acogida por parte de unos espectadores que valoraron muy positivamente el homenaje al recientemente difunto artista. Lanegan por su parte, como ya es costumbre, no hizo excesivas concesiones al público, pero fue correcto, agradecido y supo crear una gran conexión con la audiencia. Su voz, algo cascada, flaqueó en algunos momentos de tonos altos, pero mantuvo el tipo y personalidad que hacen tan único al artista.
La eléctrica “ Gravedigger’s song”, que abría su último trabajo propio se portó de manera excelente bajo este nuevo formato, y tras regalar la corta pero apreciada “Bombed”, (que no sonó en día anterior en Barcelona) fue la nostálgica “Halo of Ashes” de Screaming Trees, la encargada de cerrar el set de una noche que dejó muy buen sabor de boca.