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Crónica del festival DCODE (Madrid, 14 sept.)

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La organización del Dcode de este año tal vez no pueda presumir demasiado de cartel, pero sí que puede hacerlo de haber agotado las entradas por primera vez en su historia. Si nos remontamos al 2011 y recordamos la primera edición del festival nos vienen a la cabeza nombres como Kasabian, Crystal Castles, Sum 41, My Chemical Romance, Band Of Horses, Eels, The Vaccines, The Hives, The Sounds (en la segunda tocaron Capsula, Sigur Ros, Right Ons y otros figuras)… y si hacemos un esfuerzo aún mayor, recordaremos también que el abono de 2 días salía a 70 euros. (60 en precio promocional).

Con el paso del tiempo, la dichosa crisis y la subida del IVA hemos presenciado cómo aquellos festivales que sobrevivían ante semejante percal y no desaparecían, solían reducir su cartel en calidad y cantidad. No es que el cartel del Dcode de este año sea “malo”. Amaral, Franz Ferdinand, Foals o Vampire Weekend, gusten más o menos, son grupos de bastante tirón en el panorama indie. (Sí, lo sabemos todos, Amaral pinta más bien poco en un festival así).

El quid de la cuestión está en que sorprendentemente, después de haber ofrecido carteles mucho más completos a precios más competitivos en ediciones pasadas; es AHORA cuando han colgado por primera vez el cartel de “sold out”. Con las entradas a 60 euros, (50 como precio promocional hasta el 31 de agosto, y 35 para una primera tirada limitada); o lo que es lo mismo, ofreciendo un sólo día de festival con cuatro cabezas de cartel prácticamente por la misma cantidad por la que hace dos años nos ofrecieron el doble de días y de artistas.

franz ferdinand

¿Qué demonios está pasando? ¿Nos hemos vuelto locos? No, para nada. Simplemente hay que tener en cuenta que cuando el Dcode arrancó en el 2011, la situación era muy distinta a la actual. La oferta musical, tanto en festivales como conciertos era muchísimo más amplia y muchísimo más competitiva en cuanto a precios. (¿O es que ya nadie recuerda que en verano había 30 festivales con casi los mismos artistas?). El caso es que en pleno 2013 nos encontramos con sólo unos pocos supervivientes que se tambalean con carteles que no llegan ni a la suela de lo que fueron en sus días de gloria y a unos precios desproporcionados. Si alguien no sabe lo que eso implica no tiene más que echar un vistazo a lo que le ha pasado este año al FIB, claro ejemplo de este fenómeno.

Ante tanto declive, el Dcode ha sabido “decaer” más suavemente que otros festivales, tratando de sacrificar duración en lugar de calidad y el resultado ha sido más que satisfactorio; lo que demuestra que en este país aún quedamos muchos jóvenes con unas ganas locas de música en directo a un precio que podamos pagar. Y ahora que cualquier concierto de un artista en solitario de renombre más o menos suele costar de 45 euros para arriba, ¿quién no pagaría una entrada del dcode aunque fuese tan sólo por uno de los artistas del cartel?

La música

Ya desde las primeras horas de la tarde, el campus de la UCM se comenzaba a llenar de jóvenes que no estaban dispuestos a perderse las primeras y más noveles bandas del cartel. Fuckaine, ganadores del concurso Bdcoder inauguraron el festival con un post-rock ruidoso cuyo caótico sonido no causó demasiada sensación en los pocos asistentes que ya se encontraban en el interior del recinto. A continuación, el indie-pop ochentero altamente bailable de Varry Brava conquistó sin duda alguna a un público en constante expansión. La banda murciana, aliñada con mallas negras y blancas, pañuelos llenos de color y otros atuendos ochenteros, se lo pasó en grande sobre el escenario y supo transmitirlo y compartir la sensación en todo momento.

Tras la fiesta inaugurada por Varry Brava, tocó el turno de Izal; agrupación que no para de subir como la espuma y de la que cada vez se habla más como el próximo gran “pelotazo” del indie patrio. Gran parte de las primeras filas cantaron tema tras tema demostrando que su música y popularidad ya se encuentra bastante extendida y en constante crecimiento. Correctos, aunque algo menos comunicativos que sus antecesores, Izal conquistaron así el escenario Heineken usando como única arma buenas canciones interpretadas con maestría.

Le tocó tomar el relevo a John Grant, con nuevo disco bajo el brazo titulado “Pale Green Ghosts”. Su interpretación vocal fue simplemente sublime, sin embargo, su música oscura e introspectiva chocó de bruces con un público festivo y alegre en cuyo ánimo no había espacio para ese tipo de atmósferas, y menos aún a las seis y media de la tarde bajo un sol de gloria. John Grant y su banda ofrecieron un concierto espléndido que desgraciadamente tuvo lugar en el momento y lugar equivocados. Afortunadamente, aquellos que no supieron adaptarse al músico danés pudieron presenciar como The Hot Soles inauguraban el pequeño escenario “Campus Live”. Su rock & roll clásico, majestuoso a la par que minimalista, y su gigantesca y constante compenetración con el público les convirtieron en la gran sorpresa de todo el festival. El dúo de Sheffield, que ganó adeptos a cientos y se metió a todo el mundo en el bolsillo, mereció uno de los grandes escenarios y un horario mejor aquella tarde.

Luis Alberto Segura, más conocido como L.A., ocupó el espacio del escenario Heineken junto a su banda para presentar su último álbum “Dualize”. Su interpretación fue una de las más contundentes y dinámicas del día. La música de L.A. en su formato más eléctrico y directo cobró gran fuerza y supo llamar la atención de gran parte del público, que respondió con entrega a adulaciones como “No sabéis cómo nos encanta Madrid” que su líder soltó por el micro. El grupo fue uno de los que mejor sonó en todo el día y ganó adeptos.

Para entonces eran ya las ocho de la tarde y la cada vez mayor multitud se agolpaba para disfrutar del directo de Love of Lesbian. Los catalanes dieron un concierto demasiado plano que causó furor entre los seguidores más fieles pero que no supo contentar a los primerizos que los experimentaban por primera vez. Contaron con la colaboración de Eva Amaral (que se “comió” por completo a Santi Balmes) para “Segundo Asalto” y clausuraron su repertorio con el coreado “Fantástico”. No faltaron los disfraces ridículos marca de la casa.

Llegó el momento de Foals, que llevaban largo tiempo sin pasar por nuestro país. Momento en el que el recinto comenzaba a llenarse a niveles casi angustiosos. A golpe de guitarras juguetonas y los mejores ritmos de batería de la noche, los de Oxford dieron un gran espectáculo que atrapó desde el principio a un público entregado y fácil que coreó hasta los riffs. Especial mención tuvieron las canciones “Spanish Sahara” que creó un ambiente mágico y los pogos y la locura desatada por “Inhaler”, el vertiginoso primer single de su último trabajo. No faltó tampoco la coreadísima “My Number” que puso a todo el mundo a bailar, ni perlas de su primer trabajo. La escasa hora que incomprensiblemente tenían asignada se quedó corta y más aún si tenemos en cuenta que se despidieron y abandonaron el escenario cuando aún les quedaban cinco minutos para la hora prevista. Minutos que perfectamente podrían haber sido aprovechados para deleitar al público con “Cassius”, una de sus canciones más representativas que inconcebiblemente se quedó fuera. A pesar del feo, la banda fue cercana (dentro de lo que son ellos), sonó muy bien y dio un gran show.

Vampire Weekend sorprendieron también gratamente con un muy buen directo lleno de sus hits más sonados, demostrando ser una de las bandas cuyo perfil más se adecuaba al público del festival, que cantó todos sus éxitos. Para los que no son capaces de entender a esta banda (como el que suscribe) los grandísimos Toundra ofrecieron desde el escenario menor una alternativa más que decente. Derrochando contundencia, los madrileños se superaron una vez más con su rock instrumental metálico y progresivo que gana en calidad día a día.

Llegó el turno de Amaral, y si su presencia ya desentonaba para muchos, su lugar en el horario ya ponía la guinda al pastel. Bastante más lógico hubiese sido situarlos tras Love Of Lesbian y haber dividido así el cartel en artistas nacionales e internacionales, pero sin embargo no fue así. Una esquelética Eva Amaral salió al escenario, y ofreció junto a Juan Aguirre un directo rotundo e impecable cuyo “efecto Karaoke” invadió el recinto. Amaral se dejaron la piel, demostrando que se puede vestir el traje de “pop comercial” con orgullo y sorprendiendo a muchos. El sonido de la banda sobre el escenario es mucho más directo e interesante que lo que encontramos en sus discos. Se remontaron tanto a últimos éxitos como a temas de su primer disco como “Estrella Polar” y presentaron también una nueva canción en directo. Declaraciones anti-taurinas entre canciones cuyo lugar no era desde luego un festival aparte, los zaragozanos callaron bocas y repartieron calidad.

Finalmente nos topamos con la cabeza indiscutible del cartel. Franz Ferdinand, conscientes de su privilegiada situación conectaron con el público desde el primer tema se permitieron el lujo de soltar hits como “Fire” o “Take me Out” a medio repertorio. Con un español cuidado y estudiado, Alex Kapranos hizo las delicias de los asistentes y se los metió en el bolsillo. Las canciones del nuevo disco “Right thoughts, right words, right action” no llegan al nivel de los clásicos de siempre, pero no parecen caminar mal en directo. Tras un amago de final de concierto algo ridículo puesto que en un festival así todos sabemos el tiempo que toca cada banda, Alex salió de nuevo a escena, visiblemente afónico. Sin embargo, no fue esto impedimento para que cumpliese a la perfección con el tramo final, marcado por la ya característica “jam” en la que todos los miembros reparten baquetazos a diestro y siniestro sobre el set de batería. Sin duda fueron los más aclamados del festival.

La aglomeración, que ya era insoportable, comenzó a disiparse y muchos se marchaban sin dar una oportunidad a la cara más electrónica del Dcode. Capital Cities, con un montaje escénico marcado por unas gigantescas gafas de sol que hizo las delicias de los más modernillos, se enfrentaron a la difícil misión de pasar del rock a la electrónica. Su directo estuvo marcado por su trompetista, increíblemente talentoso, cuya precisión y presencia ocupó todas las miradas de los asistentes. Su repertorio fue más que respetable e incluyó una digna versión del “Stayin Alive” de los Bee Gees. La locura se desató como era de esperar con “Safe & Sound”, canción del momento, que fue coreada y bailada con desenfreno. Conocedores del efecto de su gran éxito; el dúo californiano cerró su set con un remix del mismo tema aún más cañero y lleno de músculo.

La organización de este año

Todos los años da mucho de qué hablar y éste no iba a ser menos. Los inmensos botellones que se organizaron a la entrada del festival eran de esperar con semejantes precios en la comida y bebida; y más aún cuando por primera vez no se permite entrar y salir del recinto. Afortunadamente la entrada con alimentos y bebida sí que lo estaba, dando una alternativa más que lógica a aquellos que la quisieran.

Eso sí, de las inmensas colas de todos los años para la compra de tickets, bebidas, etc… nadie se libra, y menos con el aforo completo. Los servicios fueron correctos y prácticos (olores aparte) los de ellos, e insuficientes los de ellas. No era nada extraño ver a jóvenes de cualquier género (ellas suponemos que por necesidad imperiosa y ellos no entendemos muy bien por qué) haciendo sus necesidades en cualquier rincón y a los responsables de seguridad y vigilancia tratando, desbordados, de impedirlo. Otro punto a destacar fueron los contenedores de basura, pobremente señalizados y algo escasos, que dieron como resultado una gigantesca alfombra de residuos, vasos, latas y porquería más que lamentable que cubría toda la superficie y que incluso dificultaba el encontrar un pequeño espacio de césped donde sentarse.

Por lo demás, el sonido del evento fue correcto y el emplazamiento del festival, como siempre, un gran punto a favor; ya que el campus deportivo de la UCM es céntrico, está muy bien comunicado y además es fácil aparcar en él. Esperamos seguir viendo como evoluciona el Dcode muchos años más.

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