Sello: PIAS
6,5/10
El cuarteto escocés sigue siendo uno de los grupos más elegantes e influyentes en el mainstream del indie, y sigue haciendo buenos discos como este aunque continúe claramente en cuesta abajo.
Si después de varias escuchas no termina de aparecer el hit, mal asunto. Ojo, aquí hay buenos pildorazos de adicción inmediata, pero cuando hablamos de hit de Franz Ferdinand, hablamos de HIT. En su avance hacia lo desconocido, la banda de Alex Kapranos sigue teniendo claras algunas líneas de actuación pero, por mucho que este disco tenga de ejercicio de autoreferencia, parecen estar alejándose de su personalidad original, no como evolución natural sino como método. En el proceso han dado con hallazgos creativos muy válidos (en «Tonight» los había, aquí también pero menos intrincados), pero aquellos pre-estribillos incontenibles que estallaban en irresistibles himnos de festival van perdiendo fuelle o desapareciendo poco a poco en su material, que esta vez, reunido en diez nuevas canciones, da un buen do de pecho pero no hace el abrazo del oso.
“Right Action” abre muy veraniega y luminosa, funcionará sin llegar a la apoteosis con un estribillo que no mata pero que acaba siendo pegadizo si te ves en la playa este verano -y si no tienes alergia mortal a Smash Mouth, que es a quien recuerda la línea principal de guitarras-. Respecto a “Evil Eye”, segundo corte, me ocurrió algo peculiar entrevistando a Alex Kapranos. Dijo que venía a simbolizar la lucha entre nuestro lado racional e incrédulo y nuestro lado religioso, supersticioso e irracional. Le contesté que a mí me sonaba a una fiesta de disfraces de terror ochentera (con el ritmo de batería del principio dirás “Beat it!” por la de Michael Jackson), y después de descojonarse confesó que podía visualizarlo perfectamente. Así que no ando descaminado si así la describo. Y está resultona.
“Love Illumination” es de una pereza creativa alarmante, así que será un gran éxito como single. Que será single, segurísimo. Suena a unos Strokes flojos, con algún fuzz y sintes retro que no funcionan más que para integrar un ritmo más o menos pegadizo, con un puntito glam en las voces que queda demasiado apagado. El streaming de este disco depara entonces una sorpresa estupenda: “Stand on the horizon”, sin el menor género de duda lo mejor de este trabajo, con ese toque new romantic que Kapranos tan bien saben hacer suyo, afiladas guitarras funk y arreglos electrónicos introducidos con bisturí. Ésta sí. Podría ser uno de los grandes hits radiofuturescos de la Movida. Jamás será un single.
Las palabras strawberry y pop, lanzadas cual conjuro, hace que aparezcan los Beatles. Y “Fresh strawberrys” remite a ellos, empleando como contrapunto unas guitarras de sonido after-punk. Sin embargo, les queda un tema demasiado amable, poco enjundioso. El bajo lidera “Bullet” con la energía primigenia de Franz Ferdinand, desarrollando reminiscencias punketas que desembocan en un efectivo estribillo power-pop. Aunque, uy, se acercan a los Hives por momentos…
“Treason! Animals” es una de las canciones con más personalidad. Tiene algo de cansina, de bluf, pero curiosamente se ansía su llegada cuando repites la reproducción del álbum. Teclados sesenteros, guitarra evocadora y una voz varonil marca de la casa para lo que podrían estar haciendo los Electric Prunes de hoy. “The Universe expanded” es la otra, si no la única, pildorita psicodélica del disco, dirigida por un repetitivo y siniestro teclado. Oscura, contenida. Rara. Sugerente, pero poco trascendente. “Brief encounters” parece que nos lleva de nuevo al viaje galáctico, pero es en realidad un pop espacial muy de andar por casa, y en chanclas. Lenta, con un gancho algo MGMT.
La cosa termina con “Goodbye lovers and Friends”, un hitazo festivalero descomunal, con cierta inventiva sónica que a los más voluntaristas les recordará a Beck. Será el final de sus sets este verano cuando no le dé por la nostalgia.
“Right thoughts, right words, right action” se publica el 26 de agosto