Entrevista a MAÏA VIDAL: «Mis canciones son como olas»

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Su música posee la magia de las cosas que tienen una compleja sencillez. Maïa Vidal vino a Barcelona con un equipaje plagado de cosmopolitismo: nació en Santa Bárbara (California), vivió en Nueva York, estudió en Montreal y estuvo una temporada en París; su abuela japonesa, su padre francés, su madre norteamericana, y ambos se conocieron gracias a una invitación del guitarrista Marc Ribot a su progenitor, gran forofo de los buenos artistas.

Pero ha sido aquí, en España, donde ella se reencontró con la música, tras unos inicios coqueteando con el punk. El pasado año publicó su primer álbum, «God is my bike» (Crammed/Karonte), en el que se suceden sorprendentes sonidos arrancados de multiples instrumentos, y para el que contó con la colaboración del citado Marc Ribot.

-¿Qué tal fue trabajar con Marc?

-Ha sido una experiencia increíble porque es un músico tan importante y con mucho talento, pero también versátil. Le envié los temas medio hechos desde Barcelona para que pudiese grabar guitarras en Nueva York y enviarmelas. Uno fue «Le tango de la femme abandonnée·, con algunas indicaciones artísticas, y la otra, «God is My Bike», con un «haz lo que quieras». Era todo muy misterioso y sorprendente, ¡como esperar a Santa Claus la noche de Navidad! Me envió las pistas diciendo: «Lo siento, no tenia mas que tres horas para todo, espero que te guste…» Y lo que encontré fue una sorpresa divina, especialmente con «God Is My Bike», que él arregló de una forma que yo nunca podría haber imaginado.

-Un pasado punk. ¿Qué te ha quedado de la experiencia?

-Bueno, en primer lugar hay que decir que el punk esta en mi pasado. Estuve tres años tocando en un grupo punk, y ya no aguantaba más la negatividad. En esa época llegué a rechazar la música completamente; dejé de componer, escribir y escuchar la música punk, para alejar de mí toda la anarquía, la agresividad, la violencia que sentía. Volví a hacer música, pero de una forma muy diferente. Veo que han quedado algunos rastros de mi antiguo amor; sobre todo el concepto de DIY (Do it yourself – hazlo tu mismo). Lo que realmente molaba con la escena punk es que nadia sabía muy bien lo que estaba haciendo, pero lo hacia de toda forma. «¿Quieres aprender a tocar la guitarra? ¡Facil! ¡Solo tienes que escuchar una canción de the Clash un día enteró en tu cuarto y con una guitarra, y lo vas a entender!» No había que esperar a que alguien te dijera cómo hacer las cosas, sino que solo había que hacerlas. Yo, por ejemplo, he aprendido a tocar el acordeón sin dar clases, escuchando una canción punk («Poison», de Rancid) en una habitacion cerrada hasta que me salía bien. Creo que la mayoría de los arreglos que he hecho en el disco salen un poco de esto también, que quiero hacer todo yo y yo misma, y entonces me atrevo a tocar un montón de instrumentos de la manera en que quiero.

-Da la sensación de que construyes los temas un poco como un puzzle, a través de los instrumentos. ¿Es así? ¿O tienes claro desde el principio cómo van a sonar?

-No es exactemente un puzle… es más una ola. No sé, nunca me han gustado los puzles, entonces me cuesta pensar en esa metáfora. Pero, construyendo los temas, yo sé que hay un equilibrio muy frágil, un peso que para mí es táctil y real que hay que respetar. ¡Es más como una balanza! Sobre todo los arreglos en directo, porque como somos tres en el escenario, todos multi-instrumentistas encargados de tres o más instrumentos, hay muchas posibilidades, pero a veces también limitaciones, como cuántas manos tienes, y que no se puede soplar un instrumento y cantar al mismo tiempo. Siempre estoy cuidando el equilibrio, el peso de los arreglos, mandando tal vez «un golpe menos de bombo» o «allí en vez de guitarra, ¿puedes tocar el xilófono por esa nota y luego volver a la guitarra?».

-¿Resulta difícil llevar una música tan llena de matices al directo?

-¡No! Bueno, sí. A veces. No, es un placer hacerlo, pero a veces me miro y digo: «¿Por qué intentas complicarte la vida, poniendo doce instrumentos en el escenario?» ¡Pero es algo que me sale tan natural, construir los arreglos justos, verdaderos, que cuentan una narrativa, que es imprescindible y no podría aguantar con solo guitarra bajo y batería! Es que cada instrumento tiene su color, su carácter, y quieren estar donde quieren estar y no sería mi papel de decirles que no.

-¿Te has planteado alguna vez cantar en español?

A veces me gusta escribir en un idioma que no es mi idioma maternal para quitarme algunas de las capas de auto-criticismo. He hecho eso en el disco con los dos temas en francés, y fue una experiencia muy interesante, porque una persona muy distinta se ha presentado dentro de mí y ha dirigido hacia dónde iba a ir la canción. Me han dicho que en cada idioma tengo una personalidad ligeramente diferente. ¡Entonces podría ser interesante ver quién sale si intento componer y cantar en español!

 

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