Crítica – AUTE «Intemperie»

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Sello: Sony Music
Género: Canción de autor
PUNTUACIÓN: 9

Tras los gozosos «Auterretratos» vuelve este catedrático de la canción por sus fueros, dando sopas con honda en un álbum inalcanzable para el común de los mortales. Aute no da puntada sin hilo y entre su poesía arrebatadora se encuentran importantes claves para orientarse y comprender el caótico mundo actual. Las coordenadas de una civilización a la deriva, ‘Planeta de los locos’ que ya titularon Asfalto en uno de sus discos mas celebrados. Ya en su primera canción, Aute nos advierte: «Estaría bien aparcar alevosías, para siempre, amén, y sentir amiga mía, que en tu abrazo aún hay tiempo para un soplo de alegría». Y continua con su discurso luminoso y humanista: «Perdido el norte, el este, el oeste y el sur… que pretenden con tantas hambrunas, y pestes y guerras y muertes en serie, si todos estamos al albur de la intemperie». Y añade: «Pero si sigo andando en busca de algún espejismo por si alguna vez alguno de ellos es el mar, los hallados hasta ahora solo han sido abismos por los que caí por no adorar ningún altar… Emboscado en las entrañas de una travesía de cien mil desiertos que no admiten vuelta atrás, siento que el camino que he quemado cada día me conduce, cuando acaba, a otro desierto más… Y así voy sorteando tumbas con el santo y seña, huérfano de estrellas que me indiquen algún sol, pero ya no hay luz, ni fuego, ni siquiera leña, ni la noche melancólica del girasol. Y aunque sé que ya no existen mapas inocentes, voy a la deriva como va mi poca fe, en creer que puedo huir de la Hidra inteligente, ese Pandemonium del Poder que nadie ve». Lírica mágica e incontestable en un plástico de canciones como soles, producido con la habitual maestría por el sin par Tony Carmona, y con títulos explícitos para mentes atentas: «Atenas en llamas», «Nada», «Hay cosas peores», vano consuelo en un mundo de ‘monstruos racionales en su empeño de apostar por neandertales’, donde todo es susceptible de empeorar. Poesía a manos llenas y apología del pensamiento crítico, elogio de la conciencia individual, es lo que encontramos en este supremo trabajo. También enaltecimiento del placer sensorial, carpe diem, invitación hedonista a vivir la vida intensamente, sin demasiadas preocupaciones ante lo incierto del futuro. Inquietudes, reflexiones serenas, miradas limpias y lugares comunes donde también hay sitio para los recuerdos de la juventud: «Somnis de la plaça Rovira» e incluso para recordar a Luis Buñuel y su tierra natal, Calanda, en la percusiva y surrealista «Allí». Catorce gemas para la eternidad, dulce trasiego que termina como Ulises en «La Odisea», atado al mástil, intentando huir de «El canto de las Sirenas», «de ambulancias hacia la noche, de las alarmas guardando casas y coches, de las lecheras-patrulla de los maderos…». Bravo por su valentía y lucidez, bravo por estos enunciados insobornables. Y como apunta Luis Eduardo Aute a propósito Joan Margarit: «El buen poema, por bueno que sea, será cruel. La intemperie es dura… ¡pero más dura es sin poemas!».

 

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