«La industria musical no está tan mal como dicen», ha asegurado Dominique Leguern en su despedida como directora del MIDEM, que hoy cierra sus puertas en Cannes (Francia) tras recibir la visita de cerca de 7.000 profesionales del negocio musical. «Lo que está mal es el mercado físico, el de los CD, pero hay un crecimiento del digital en todas partes», añade esta mujer que llegó de Virgin Records y que ha pasado doce años trabajando para levantar esta feria mundial del negocio musical, años en los que dice haber aprendido la capacidad de la industria para reinventarse. «Pero eso toma tiempo», precisa, y augura una mejoría del negocio que no se percibirá hasta dentro de 20 años. Menuda cachonda está hecha.«Hace dos años, no sabíamos nada de Twitter, ni de Facebook hace cuatro o de iTunes hace cinco. Myspace parece ya algo un poco desfasado y sólo tiene 4 años. Puede que dentro de una semana, se descubra algo nuevo que vuelva a revolucionar esta industria», reflexiona. Quizás ese futuro pase por algunas de las cuestiones que se han puesto sobre la mesa a lo largo de los cuatro días que ha durado la presente edición del MIDEM, que dio comienzo el pasado domingo: «monetarización», sincronizaciones, aplicaciones para móviles o la «cloud-music». «Probablemente sean las aplicaciones para móviles, por supuesto que también la tecnología de ‘nube’ (software que no requiere instalarse en el ordenador); los sistemas de streaming (descarga para su escucha simultánea) a través del móvil mediante suscripciones funcionan realmente bien en Francia, como Deezer», apunta. ¿Y los proyectos que ofrecen contenidos sin pagar? Por ejemplo la francesa Beezik, que dice rivalizar en tráfico con iTunes y que ha publicitado estos días su sistema de descargas gratuitas sufragado por publicidad. Para ello garantiza a sus anunciantes una tecnología por la que el usuario se expone de forma supuestamente ineludible y voluntaria a un contenido publicitario de su elección.
Hablando de iTunes, opina que si se estima que el precio de la música a través de la mayor distribuidora del mundo es caro (aproximadamente un euro por canción y unos 10 euros para álbumes actuales completos), es «porque las discográficas no tienen poder para cambiar esa política de precio», por lo que considera necesario el surgimiento de un competidor.