Empezaron el año con una gira de 18 fechas preparando el terreno hasta la edición de su debut, «Beat Kamerlanden», post punk con nervios de punta y mirada rigurosa a medio camino entre clásicos como Mission Of Burma o Gang Of Four, y grupos actuales como Parquet Courts o Viet Cong.
Música rabiosa con raíces, recorrido y uno de los directos más electrizantes que recordamos por estos lares. Lo podréis comprobar si os acercáis a alguna de las fechas de su gira interminable por espacios DIY y salas autogestionadas, que ellos alternan con naturalidad con algunos de los festivales más importantes del verano como el GetMAD! en Madrid, el Bilbao BBK live o el nuevo Tsunami en Gijón.
Me dicen que se ha montado un sello ad hoc para vosotros. ¿Cómo ha sido ese proceso? ¿Estáis implicados en él?
Bueno, más concretamente ha coincidido que los dos sellos que nos han editado acaban de empezar a andar y nosotros hemos sido su primera referencia. Sobre todo con ELSA (sello de la sala DABADABA de Donosti) nos calentamos mutuamente con lo de colaborar juntos y acabó saliendo adelante, pero antes ya habían tenido otro sello y con el actual pretenden seguir sacando cosas. Con MEYO tenemos una relación muy directa, porque lo ha montado Elías, que es un colega que ha estado con nosotros desde el principio ayudándonos a montar concis y demás. Poco a poco su labor ha ido extendiéndose y de manera natural ha acabado editando, que es algo que con el tiempo ha ido viendo cada vez más claro.
Es cierto que flota una atmósfera post-punk en vuestra música, pero también hay mucho de punk sin el post… ¿quizá eso se deja notar más en directo?
Sí, es algo que te llega más en los conciertos. No es intencionado, pero por la manera que tenemos de estar en el escenario y el sonido que utilizamos, hace que la cosa sea bastante enérgica y movida.
¿Cómo fueron los primeros ensayos del grupo, os conocíais de hace mucho o de otros proyectos?
Empezó muy lentamente y ha ido mutando con los años. Al principio éramos Andoni y Julen en casa haciendo un rollo instrumental al que se unió Chavi al cabo de un tiempo. Fue pasando de sesiones de improvisación a algo que parecía que podían ser canciones y ahí es cuando empezó a tomar la forma que tiene ahora el grupo. Con Alberto llevamos poco más de un año, pero le conocemos de otros proyectos anteriores y ha estado siempre muy cerca de la banda, acabó entrando de una forma muy espontánea.
¿Cómo y donde habéis grabado el disco? ¿cuáles fueron vuestros objetivos con esta grabación?
Por varios motivos, está grabado en distintos lugares a lo largo de unos 3 meses. Las baterías las grabamos con Alberto Macías en su estudio Pan-Pot en Romo, cerca de Bilbao, y los bajos y algunas guitarras en Ibero Sound Machine (Navarra) con Pablo García. Todo este material lo grabamos con vistas a que fuese maleable para poder meterle mano en Montreal Studios con Hans Krüger, que es dónde realmente se fraguó el disco. La idea fue cuidar mucho que las pistas iniciales fuesen neutras, con un rango de sonido muy grande, porque eso nos permitía probar distintos enfoques en la mezcla, que es a lo que más tiempo hemos dedicado. El sonido del directo estuvo en un lugar relegado desde el principio, porque vimos claro que las canciones que íbamos a grabar daban lugar a nuevas versiones que solo íbamos a poder alcanzar en estudio, así que (en unos casos más que en otros) trabajamos más por lo que pedía la canción que por hacer justicia al directo. Aun así, de todo esto salió material que en principio era solo para el disco pero que nos flipó tanto que hemos acabado metiéndolo en varios temas en directo.
¿Hubo una charla inicial sobre la “filosofía de trabajo” a seguir?
Al llegar a Hans pusimos un poco sobre la mesa los conceptos que acabamos de mencionar, además de que contábamos con unas demos que habíamos hecho en casa de manera bastante primaria pero que reflejaban la nueva vertiente que queríamos dar a los temas. La verdad es que entramos con todo bastante claro pero sin cerrarnos a nada y el resultadoh a sido una mezcla de la idea que llevábamos en la cabeza y de dejarnos llevar por Hans y por los «accidentes» que se dan en cualquier proceso largo de este tipo, de los que siempre se puede sacar provecho.
¿Cómo veis el recorrido de este disco de debut hasta ahora? ¿Os ha hecho más visibles aún de lo que esperabais? ¿Está generando reacciones fuera de España?
Lo vemos totalmente a largo plazo. Aunque ahora nada más sacarlo nos lleguen respuestas geniales y que agradecemos enormemente, nos apetece ver con qué interés se ve dentro de un tiempo, cuando haya perdido el factor de «novedad», que para arrancar está genial pero que no es algo en lo que puedas sustentarte. Junto con el directo, queremos llevarlo a varios sitios en los que aun no hemos estado. Al final lo que te da visibilidad no solo es el disco, sino todo lo que la banda hace. Precisamente queremos salir fuera de España a tocarlo, porque nos parece que va a darle una dimensión (en sentido de enriquecimiento, no de magnitud) que sin salir de casa no podemos ni imaginar ni conseguir. Cuando alguien se enfrenta a tu propuesta por primera vez, siendo totalmente ajeno a todo lo que es la banda, te da una respuesta que para nosotros también es nueva y que hace la experiencia de tocar para el público más completa. A la vez tenemos en mente entrar a grabar lo antes posible material nuevo en el que estamos empezando a meternos, así que el primer disco es especial por ser el primero y nuestra «presentación en sociedad», pero no supone ninguna presión en cuanto a expectativas.
¿Cómo describiríais las sensaciones que vivís tocando esta música sobre un escenario? ¿Creéis que el disco ha captado al cien por cien esa intensidad?
Como decíamos antes, la idea del disco no era ser escrupulosamente fieles al directo, precisamente porque lo que vivimos tocando para la gente, es algo que solo se puede experimentar de esa manera, tanto por nuestra parte como por la suya, e intentar emular esas sensaciones en una grabación puede resultar frustrante y un poco artificial. En directo la música se junta con otros factores, como nuestra actitud en el escenario, que hacen que llegue de otra manera. Tal y como las tocamos en directo, son canciones que dependen mucho de la ejecución y de la actitud, lo cual es un arma de doble filo que nos viene genial para estar despiertos, porque si tocamos sin sentirlo pierde fuerza el conjunto. A veces es inevitable que pase eso, pero es precisamente lo que hace que sea real, además de que te espabila para la siguiente vez.
¿Hasta qué punto buscáis “complicar” las estructuras de las canciones? ¿O es siempre al contrario, un desarrollo intuitivo y absolutamente natural?
Depende bastante del momento y las condiciones en las que salga. A veces es algo que se resuelve en nada y otras nos calentamos la cabeza hasta conseguir que funcione. Por lo general nuestra manera de abordar cada canción es diferente, porque intentamos dejarnos guiar por lo que pide y no al revés. Aunque en algunos casos el resultado es bastante poco ortodoxo, no concebimos las canciones de otra manera. Por ejemplo «Zaldia Burning» es un tema con un desarrollo de partes que se van sucediendo y que no se repiten, pero eso es lo que le da sentido. En la parte final la voz y los instrumentos cogen una tesitura que superficialmente no encaja con el resto de la canción, pero le da un carácter especial que fue lo necesario para ver el tema terminado.
¿Qué papel juegan las letras en vuestras canciones? ¿Diríais que hay algún tipo de elemento unificador?
Las letras nacen un poco del azar y van hacia lo concreto, pero dejando margen a la interpretación. Digamos que primero se buscan un montón de frases que contengan de alguna manera algo atractivo y después se reorganizan para encajar en la canción, cobrando sentido y jugando directamente con las relaciones que se crean entre voz/instrumentos.
¿Estáis preparando de forma especial los bolos en grandes festivales que tenéis por delante?
Más que para los festivales, estamos trabajando un directo para las fechas más inmediatas. Es un poco más extenso, con alguna transición entre temas que teníamos en mente para hacerlo más equilibrado. Pero no diferenciamos entre los festis y los demás conciertos. Somos conscientes de que no funciona igual que una sala, pero tenemos confianza en lo que venimos haciendo hasta ahora y no hemos querido hacer distinción. Aun así es nuestra primera vez en algo así y tenemos ganas de ver que pasa. Una de las mayores diferencias será el sonido, y en ese caso sí que vamos un poco más preparados.
Además de en el de salas, os movéis por el circuito de gaztetxes, ¿cómo suele se recibida vuestra propuesta allí? ¿Veis importante apoyarlo? ¿qué grado de afinidad tenéis con él?
Los gaztes son una joya que tenemos aquí y de los sitios donde más agradecido es tocar, por el trato, el compromiso con la programación y el cariño que ponen en lo que hacen. Son espacios culturales muy abiertos que programan frenéticamente bandas locales e internacionales y que son muy receptivos a propuestas muy variadas. No hemos contestado directamente tus preguntas pero esperamos que te hagas a la idea con esa respuesta!!! En Euskadi es una suerte porque hay gaztetxes en casi todos los pueblos, pero cuando hemos salido a tocar fuera hemos podido experimentar sensaciones muy similares de trato y de manera de hacer las cosas en otros espacios.
Y en cuanto a otras bandas, ¿con quiénes sentís afinidad? ¿con quién os molaría compartir cartel una noche?
Pues de casa están Serpiente, Lukiek, Belako, Sacco, Albert Cavalier… con todas hemos tocado e intentamos repetir cuando se puede. Tenemos muchas ganas de montar algo aquí y de ir a Valencia con La Plata. Iniciamos una relación amorosa con ellos cuando fuimos a tocar a La Resi (Valencia) con Acapvlco, con quien comparte miembros además de con otras bandas que nos flipan. Mención especial merecen nuestros homies de Cala Vento, con los que hemos compartido seis fechas esta primavera y hemos forjado un vínculo muy gordo.