El 20 de febrero de 2005 el periodista y escritor Hunter S. Thompson se voló la tapa de los sesos en su búnker personal de Woody Creek (Colorado), poniendo fin a 67 años extraordinariamente bien aprovechados sobre la Tierra en los que dejó un legado literario brutal y un interesante historial de anécdotas conectadas con el mundo de la música. De hecho, una de sus citas al respecto es: «La música es una cuestión de energía para mí, una cuestión de combustible. La gente sentimental lo llama inspiración, pero lo que quieren decir es combustible». Vayan por usted estas canciones (casi todas, sacadas de entre sus favoritas), señor Duke.
Cuando terminó su experiencia conviviendo con los Ángeles del Infierno (plasmada en el libro «Hells Angels: A Strange and Terrible Saga»), Thompson cambió de escenario radicalmente y se infiltró en la escena de Matrix, garito psicodélico de San Francisco donde conoció a Jefferson Airplane. Este «White Rabbit», que le encantaba escuchar «hasta arriba de mescalina, con el volumen a tope, mirando caer el Sol sobre la nieve de la montaña», era en su opinión la tonada definitiva de los sesenta, la que mejor capturaba las vibraciones del momento.
Seguimos ahora con su canción favorita de todos los tiempos, «Mr. Tambourine Man» en su versión original, la de Dylan.
Sobre «New Speedway Boogie» de Grateful Dead, que hablaba del asesinato de Meredith Hunter a manos de los Hell’s Angels en el Festival de Altamont, Thompson aseguró que «decía más que todos los libros que he leído en los últimos 5 años». La canción estaba incluida en el disco «Workingman’s Dead» («lo mejor desde «Highway 61″», decía), y el asunto le tocó de cerca, como ya hemos apuntado antes.
El disco de Herbie Mann «Memphis Underground» le tenía muy obsesionado, especialmente esta pieza llamada «Battle Hymn of the Republic» donde la flauta travesera es la gran protagonista.
Thompson, que nunca fue de los Beatles, siempre elegía «Let it bleed» cuando se le preguntaba cuál era su disco favorito de los Stones. Nosotros creemos que su favorita era «Gimme Shelter» y no sólo por lo musical, sino por todo lo que hay detrás de sus letras.
Como escritor que era, amaba todas las canciones que, como «White Rabbit» o «Gimme Shelter» transmitían el sentir de una era. Y en ese sentido, pocas hay como este «For what it’s worth» del debut de Buffalo Springfield, otro de sus discos favoritos.
Otra de sus debilidades declaradas era el músico folk neoyorquino Sandy Bull, multiinstrumentista que se sumergía en auténticos mantras de 10, 15 o 20 minutos por tema. Éste está extraído del disco al que más recurría Thompson para relajarse, «Inventions for Guitar & Banjo».
Entre sus 10 álbumes favoritos también estaba «Sketches of Spain» de Miles Davis, cuya versión del «Concierto de Aranjuez» le hizo flipar en colores.
Roland Kirk le fascinaba. Todo lo que hacía. Pero se deshacía especialmente con «Serenade to a Cuckoo», que después sería versionada por Jethro Tull en su debut, «This Was».
Las dos últimas canciones de esta selección son temas que él no escuchó, y que fueron escritas en su memoria. Este «Plan B» , por ejemplo, se la dedicaron dos cantautores británicos desconocidos, Dan Boyle & Karl Stanford.
«Voices in my head»
Davis & Volker también dedicaron una canción a nuestro protagonista, cogiendo algunas de sus frases como «Happiness in intelligent people is the rarest thing I know».