Tras un par de años sin golpear en nuestro país, regresaron los teutones con una descarga de pura trilita, acostumbrados a esas tramas guitarreras de pura lija y seda que tan bien manejan los hachas Herman Frank y Wolf Hoffman, secundados en su empeño por el magisterio de Stefan Schwarzmann a la batería, más la solvencia acreditada del bajista Peter Baltes y arropados en esas tesituras vocales tan reconocibles de Mark Tornillo, pequeño gran frontman de prodigiosa garganta rugiente.
ACCEPT protagonizaron un show muy visual, con el escenario inundado de amplis de atrezzo (iconografía a la vieja usanza en este tipo de aquelarres), solo que de pega esta vez, no está La Riviera preparada para tal derroche de decibelios, más propios de un Pabellón de gran capacidad que de una Sala de mediano aforo. Amplificadores coronados por el logotipo del grupo con las dos guitarras Flying V cruzadas, como escudo y estandarte de un combo cuya devoción por los sonidos al límite no decae, lo que no impidió que nos diéramos un verdadero festín de hard-rock y un verdadero baño de sonido, pues en las PA’s brotaba una dulce lava de azufre y alquitrán. El batería Stefan Schwarzmann volvió a sentar cátedra nuevamente, dictando el compás de un encuentro trepidante, donde dieron rienda suelta a los clásicos de siempre, amén de presentar seis piezas de su nuevo trabajo “Blind rage”(2014) y repasar algunas canciones de “Stalingrad”(2012) y “Blood of Nations”(2010), sus álbumes más recientes, que componen una verdadera trilogía explosiva de cómo abordar el ROCK desde una perspectiva flamígera y electrizante.
La banda de Solingen (Renania-Westfalia) dio en el clavo nuevamente y los asistentes hicimos pleno al quince, en cuanto a energía y emoción se refiere. Desde los primeros compases de “Stampede”, “Stalingrad” y “Hell fire”, visualizamos un trasiego diabólico de guitarreos fastuosos y riffs pesados como elefantes. Comienzo prometedor. Pura delicia para nuestros pálidos oídos en estos tiempos grises de arte desnaturalizado y clones por doquier. Tras la estupenda “200 years”, turno para los clásicos de siempre con “Winners and losers” y “London Leatherboys”, dos piezas que nos recordaron los viejos tiempos y nos pusieron como motos, antes de sumergirnos en las tinieblas de “Dying breed” y “Shadow soldier”, dos piezas bélicas y oscuras, con ritmo sincopado, que junto a “From the ashes we fall” y “Final journey” hicieron las delicias de los más duros del barrio. Los clásicos por excelencia del combo asomaron a continuación: “Restless and wild” y “Princess of the dawn” elevaron la adrenalina del personal a niveles volcánicos, justo antes del último tramo: “Dark side of my heart”, “Pandemic” y la deliciosa perla speed-metalera “Fast as a shark” precedida del tradicional canto nipón a modo de intro burlona…
Los bises: “Metal heart”, “Teutonic terror” y Balls to the wall” pusieron la guinda dorada y elevaron la atmósfera de la sala a nivel termo-nuclear. Chorros de vapor (y toneladas de sudor) destilaba la agradecida concurrencia, cocida en un caldero del metal más abigarrado. Fue un verdadero aquelarre para enmarcar, un encuentro rocanrolero de liga de campeones y una cita orgiástica de guitarras atronadoras y doble bombo desatado que tardaremos en olvidar. Chapeau !!