Crítica – MARWAN «Apuntes sobre mi paso por el invierno»

por

marwanGénero: Pop

Sello: Arcadia

/ 10

Siguiendo los patrones sonoros de su anterior álbum “Las cosas que no pude responder”(2011), Marwan alumbra su quinto plástico, un currado disco-libro donde el cantautor más en boga de la actualidad trata de ofrecer algunas claves de por donde se mueve su particular paleta compositiva.

Reza el dicho que no hay quinto malo, y aquí el refrán parece cumplirse con creces. Formato cuidado a más no poder: un hermoso disco-libro donde brota a raudales la melancólica poética de eterno adolescente de Marwan y breves apuntes de autoayuda sobre la felicidad y sus consecuencias, y sobre la tristeza, perenne (como las hojas de ciertos árboles) y pasajera, como las aves migratorias. Que el invierno (la tristeza) al igual que el verano (la plenitud) son una opción personal, relacionada con las ataduras que uno haya ido trenzando a lo largo del camino. Al final del recorrido, la libertad, como meta vital inalcanzable, como punto en el horizonte, prestos a partir en la estación de las “Cosas pendientes”, si disponemos de dinero suficiente y de las circunstancias adecuadas para viajar y dejar atrás el mundanal ruido…

Qué duda cabe que con el éxito Marwan ha perdido frescura y ese desparpajo que manaba a chorros por su elepé fetiche “Trapecista” (con el que ascendió a la primera división del género) y ahora transita por caminos seguros, bien asfaltados, donde la cuenta corriente engrosa y no se necesita servicio de asistencia en carretera, pues nuestro protagonista ya vuela en AVE. A trescientos por hora, por la senda de la canción romántica que tan buenos dividendos le está granjeando, visto el nutrido aforo de féminas que abarrotan sus recitales. Si tuviera acento del sur y tono aflamencado, diríamos que estamos ante un nuevo Pablo Alborán, modos que él trata de desmentir con composiciones algo más comprometidas como “Necesito un país” (a pachas con el rapero Nach) y “Propuestas para un mundo dormido”, pero hay que reconocer que la sobredosis de almíbar le sienta mal, del mismo modo que la estudiada, minimalista y medida producción de Pablo Cebrián le ajusta como anillo al dedo y le ciñe como un terno italiano al bardo palestino, que poco a poco va dejando atrás sus raíces en pos de un hedonismo mal entendido, los quehaceres de corazón y sus extravíos… Tanta inseguridad impostada y tantas dudas acerca “Del amor en general y de ti en particular” (con Andrés Suárez), garantizan la cuenta de resultados a final de mes, pero ahora que llueve plomo sobre su patria natal, Palestina, se echan de menos (y se exigen) otro tipo de canciones. Pero claro, las masacres de la población civil no venden discos y luego se paga un precio en forma de censura radiofónica y ostracismo mediático en general. Aquí los títulos son explícitos y al menos no engañan a nadie: “La triste historia de tu cuerpo sobre el mío”, “Desde que duermes junto a mí”, “Te quiero”, “Un día de estos”… que inciden en el monotema de la dicotomía de la pasión carnal versus las dudas existenciales que acontecen cuando se sube un escalón en las relaciones personales, y el compromiso (y las responsabilidades familiares) dibujan el lado oscuro. Incluso hay espacio para un retrato algo cursi sobre la capital que le vio nacer: “Puede ser que la conozcas”. Desaparecieron las tonadas gamberras y se fueron a dormir el sueño eterno los “Meninos da rúa” y Penélope ya no espera en el andén a las víctimas del 11-M. Las ciudades ardieron y las lágrimas bajo la lluvia se las llevó el viento. Solo quedan los “Apuntes sobre mi paso por el invierno”. En plena canícula estival, deseamos que venga pronto la primavera.

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