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¿Rock&Roll bizarro? No. Rock&Roll (crónica del concierto de CHAIN & THE GANG + EL PARDO en Charada, 5 de junio)

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ChainIan Svenonius, líder en su momento de las punk-bailable-bands Nation of Ulisses (finales 80’) y Make Up (finales 90’), nos visitó inesperadamente a principios de mes con la banda emergida de ésta última. En ella Ian va haciendo y deshaciendo miembros a su antojo, por lo que uno nunca sabe muy bien quién forma parte de su tropa y quién no. Esto es lo de menos, el caso es ver a un maestro medio Iggy filósofo, medio Jagger estrambótico. Al verle en directo juraría que este Washingtoniano fue parido en el descanso de un juglar medieval. La actitud, el discurso, y sobre todo su dentadura dice mucho de lo que supone llevar una vida regida por el catecismo rockandrollero.

La primera impresión que da es la de una banda cómica que se contenta con hacer una versión bizarra de este estilo de vida. Sin embargo, según pasan los compases y los interludios, te vas dando cuenta que esto de chiste no tiene nada. La disposición de la banda es intencionada, te distraen con una banda de chicas a cada una más pintoresca (la guitarra timidona, la bajista exótica con cresta, la teclista de buen ver y una red-neck a las baquetas), pero no es más que una decisión estética que les acompaña en sus travesuras.

A pesar de que la sala no aportaba el sonido energético que necesitaban, Chain & The Gang consiguió que todos los presentes levantásemos los pies de un suelo madrileño que cada vez más se parece a un lodazal de cerdos corruptos.

El Pardo

Hilando con esto merece la pena destacar que los teloneros de la noche, los madrileños El Pardo, hicieron un buen repaso de la situación sociopolítica de nuestra patria. Letras y riffs ardientes acompañados con excepcionales líneas de bajo son el mejor bálsamo para desahogar nuestra frustación diaria. No dejan títere con cabeza, y con un estilo casi lírico. Sólo un pero, en ocasiones merece la pena hacer algún tema que trate más sobre la putrefacción de nuestros interiores que de las imperfecciones de los exteriores (que igual lo tienen pero no lo tocaron o no lo he escuchado). Como dice Hovik en uno de sus monólogos, “como no tengo cojones para vivir mi propia vida, te jodo a ti, te jodo a ti y  te jodo a ti”.

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