«Los Discos de Oro y Platino se entregan por el número de copias fabricadas, no por el de discos vendidos al público». Así explicaba Promusicae que Antonio Orozco tuviera un Disco de Platino (que se entrega cuando se alcanzan las 40.000 copias vendidas) por su último trabajo habiendo vendido sólo dieciseis mil y pico (lo que no da ni para el de Oro, que son 20.000). Es decir, lo que vale son las ventas «potenciales» y no las «reales». Esta sorprendente respuesta no fue ofrecida con gusto por el organismo que contabiliza las ventas discográficas: no tuvieron más remedio que darla cuando se filtró uno de sus documentos, donde se reflejaban las ventas reales de la segunda semana del pasado diciembre (desde hace unos años, al difundir este documento eliminan la columna donde figura ese dato, que sólo queda para «uso interno»), cifras que, para estupor del público, demostraban que muchos artistas obtenían el Disco de Oro teniendo ventas muy inferiores a lo estipulado como requisito. Este hecho de las «ventas potenciales» era conocido por gente de la industria, pero no por el cliente final, que pensaba que se adjudicaban por las ventas reales. De hecho, el consumidor no podría estar bien informado al respecto aunque quisiera, ya que es una norma que no está escrita en ninguna parte. ¿Por qué esta falta de transparencia? Hemos hablado con varios músicos sobre el tema, y estas son sus opiniones. Más de una os va a sorprender.
El primero con el que comentamos el asunto fue el guitarrista Juan Aguirre de Amaral, que, atención, asegura que «no sabía que eso funcionaba así». Aguirre, un tipo del que sabemos de buena tinta que nos podemos fiar, asegura que «Amaral nunca ha recibido un Disco de Oro sin haber vendido las 20.000 copias al público». Por tanto, y sin querer entrar demasiado al trapo (ya ha tenido algún rifirrafe con Promusicae), concluye: «no me parece bien que se proceda así».
Por si alguien cree que Aguirre debía estar algo despistado, mirad lo que nos dijo Fito Cabrales al respecto: «Hostias, pues yo tampoco lo sabía, me parece fatal. Eso el público no lo sabe ni de coña, es tratarles como a unos gilipollas. A mí, además, quiero que me digan la verdad, que me digan cuántos discos ha comprado la gente, no cuántos discos hemos llevado a las tiendas. Joder, y además es que no se venden todos los discos que se llevan a las tiendas. Las devoluciones nos las comemos nosotros. De todas formas, esto me huele más a cosa de las discográficas que de los artistas. Y otra cosa, ¿qué pasa si ya te han dado el Disco de Oro y al final no llegas a las 20.000 copias?».
Eso es exactamente lo que le ocurrió a Soraya, que al hilo de todo este tema confesó que jamás devolvió el Disco de Oro que le entregaron por «Dolce Vita» , que nunca llegó a las 20.000 copias vendidas. «Me gustaría sacar un libro con las verdades que conozco de este mercado musical que vivo y que viví cuando estaba en una discográfica grande. Las discográficas no son malas, pero sí su manera de ejecutar proyectos y de su marketing real», aseguró. No piensa igual David Bisbal, el único artista consultado que afirmó estar de acuerdo con esta práctica: «Sí, sé que funciona así y me parece bien».
Fue muy importante hablar con otro súperventas, el ex Pereza Leiva, para entenderlo todo un poco mejor. «Yo sí sabía que existe esta práctica. Esto es una cosa que hacen las discográficas con algunos artistas: los que dependen mucho del marketing en épocas determinadas, como las navidades, por ejemplo. Con eso ya sabrás más o menos de quiénes te hablo. A mí cuando me han dado un Disco de Oro ha sido porque 20.000 personas lo han comprado. Nunca he querido trampear eso. No entraré en quién, cómo y cuándo se trampea eso, sólo te digo que yo nunca he querido hacerlo. «Diciembre», siguiendo unos criterios que se podían haber empleado, podría haber sido Disco de Oro hace mucho, mucho tiempo». Lo que dice Leiva tiene sentido, ya que son los sellos los que solicitan a Promusicae la entrega de la certificación de ventas (ya sea para el Disco de Oro o el de Platino). Pero hay algo más: ¿es creíble que Manuel Carrasco alcance el Disco de Oro en el primer día de puesta a la venta de su nuevo trabajo, y que a Bunbury le cueste ocho meses conseguirlo con «Palosanto»?
Más contundente, como era de esperar, es la opinión de Carlos Tarque, compi de Leiva en Gran Cañón y como todos sabéis, cantante de M-Clan. «Eso lleva pasando durante muchos años, hay muchas discográficas que han engañado, a pesar de que es la SGAE la que tendría que vigilar esto. Es una forma de corrupción, es robo y es falsedad. Siempre que hay negocio acaba habiendo alguna forma de robo, es triste. Aunque tampoco es una cosa que nos sorprenda en el país que tenemos. Yo he visto discográficas que mandaban furgonetas a vender discos a mercadillos… También sé que ha habido liquidaciones falsas a algunos artistas, con dos cuentas de ventas distintas».
Muy interesante también es la aportación de Jorge Martí, de La Habitación Roja, otro de los que estaba al tanto del asunto. «Yo sé de más casos como el de Soraya, pero no los puedo comentar… La cosa es que hay gente en los puestos de poder de las grandes discográficas, que tiene la influencia para decirle al Corte Inglés «cómprame x discos», mientras a la vez ya está pidiendo la certificación de Disco de Oro. A nosotros eso siempre nos ha dado igual, porque siempre hemos estado en compañías que no tenían el poder de hacer eso. Al revés, fabrican justo lo que van a vender porque el miedo a la devolución es atroz».
También preguntamos a Shuarma, que también sabía que «lo de los Discos de Oro tiene mucho más de estrategia de marketing que de ventas reales». El cantante, que como sabéis ha reunido a la banda (los añorados Elefantes), cuenta que «cuando un gran sello tiene que anunciar a bombo y platillo a uno de sus artistas, se monta estas triquiñuelas», con las que se trata al público como a ganado. «De todos modos -continúa- esto funciona con un tipo de público, que es bastante tonto, que compra un disco sólo porque ve la pegatina de «ya es Disco de Oro», como si fuera bueno sólo por eso. A mí esa pegatina es lo que me haría no comprarlo».
De posición más humilde pero no por ello con opinión menos valiosa, es el gran músico y cantante Gato Charro, otro de los que «sólo intuía» que algo así había en este tema. «Si no lo sabía Fito, lo voy a saber yo… Es un engaño en toda regla, una mentira. Pero me cuadra mucho lo que dice Leiva sobre los artistas que publican discos para la época navideña».
En resumen… hay cosas peores de las que preocuparse y la «triquiñuela» tampoco es para rasgarse las vestiduras, pero sí es como para reclamar un marketing menos engañoso a las grandes discográficas, que bastante apaleadas están ya como para que encima se les descubran estos trapillos sucios de la manera más tonta. Algunos de los músicos consultados, de hecho, manifestó sentir «pena» por estas compañías, y dijo que lo hacen por «pura desesperación ante la magnitud que ha alcanzado la piratería». Vale, de acuerdo, medidas desesperadas para situaciones desesperadas, pero… la transparencia está de moda, amigos.