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Crónica del concierto de TEN YEARS AFTER en la sala Caracol (día 24 octubre)

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1Ten Years After, una de las mayores leyendas del blues británico, volvieron a nuestro país en una mini-gira de puente aéreo (Madrid-Barcelona) para demostrar a propios y extraños que el mito que les acompaña desde su homónimo álbum de debut de 1967 aun brilla con fuerza y que tres décadas y media después, su música sigue encandilando de lo lindo al personal…

2Un lustro se cumplía desde la última vez que nuestros protagonistas aterrizaron por estos pagos, concretamente el 17 de octubre de 2008, en la misma sala Caracol, para vestir de largo el que ha sido hasta la fecha último elepé de estudio, “Evolution”, de la banda inglesa protagonizando una velada de blues-rock excelsa como presentación de su nuevo guitarrista, el rápido, limpio y virtuoso Joe Gooch, sustituto del mítico Alvin Lee. Recién iniciada la crisis caníbal que está devorando nuestro país, alguien me explicaba que la salud del sin par Alvin Lee ya no daba para más, y que necesitaba descanso de forma imperiosa, por lo que la banda había decidido inyectar sangre fresca al proyecto, si bien , al parecer, estuvieron todavía girando con dos caches: uno con Joe Gooch y otro, el de las grandes ocasiones, con su mítico guitarrista estrella, el que tantas veladas de gloria disfrutó bajo los focos (de los medios) allá por finales de los sesenta y en su década estrella, los gloriosos años setenta, del grandilocuente rock’n’roll por vena.

Alvin Lee falleció este año. El seis de marzo se fue al parnaso, al firmamento de las grandes estrellas desaparecidas en trágicas 4circunstancias, tras una complicación en una operación quirúrgica rutinaria, según se difundió en la prensa. A lo que cabe reflexionar que no es el único músico legendario que los matasanos ‘pasan’ a mejor vida pues ya sucedió aquí con el maestro Enrique Morente, otro referente inigualable de genialidad artística y tremenda humanidad cuando se bajaba del escenario, ambos con una vida intensa a sus espaldas y numerosos excesos con sustancias de todo tipo.

En esta ocasión, la Sala Caracol registró media entrada para deleitarse con este licor tan inigualable. Y es que el precio de las entradas (entre 30 y 35 euros, la noche de autos) está haciendo verdadero daño a la música en directo; un auténtico estrago de destrucción más IVA y bien saben nuestros lectores a lo que me refiero… Metidos en harina, la velada registró dos partes netamente diferenciadas, una primera de calentamiento, donde sonaron piezas como “I’m coming home”, “King of the blues”, Hear me calling” o “Angry words”, más las estupendas “Big black 45” o “50.000 miles” y una segunda, la de los grandes clásicos, que se inició con sonrisa de conejo “Hobbit” para dar paso a las grandiosas “Love like a man”, “Goodmornig school girl” o la gema más preciada, la balada atmosférica “I can’t keep from crying”, con guiños en su ecuador a Cream, Deep Purple, Aerosmith, piezas que hicieron palidecer al más pintado, antes de que asomara el himno por antonomasia “I’m going home”. El bajo de Leo Lyons volvió a latir a ritmo de locomotora de vapor a pleno pulmón mientras Chick Churchill en la batería y Ric Lee en los teclados marcaban el contrapunto de solvencia necesaria para que la empresa funcionara con la precisión de un reloj suizo. La postrera “Choochoo Mama”, ya en los bises, puso la guinda dorada (y una gran sonrisa en los rostros satisfechos de los asistentes) a un encuentro que si bien no pasará a los anales de la historia, dejó bastante satisfecho al personal, en líneas generales. Parafraseando a los Stones, es solo blues-rock (con un toque intenso y genial), y nos gusta (muchísimo).

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