Hay discos que salen en el mes de enero, y nada más oírlos te hacen abrir una carpeta en el escritorio llamada “Lo mejor del año”. Este “Adiós Sancho” (Tritone Records), grabado en Tucson con Craig Schumacher, es uno de esos discos. Un trabajo parido con esa artesanía que siempre caracterizó al buen rock’n’roll y que nunca debió dejarse de lado. Los Coronas jamás lo hicieron, y por eso nuestras manitas lo reciben con los dedos serpenteando como culebrillas, ansiosos por ponerle la aguja encima.
Nos dirigimos hacia la Vía Láctea de Madrid para charlar sobre su gestación con el guitarrista David Krahe, fundador de la banda junto a Fernando Pardo (a los que enseguida se unieron el baterista Loza, el bajista Javi Vacas y el trompetista Yevhen Riechkalov). Con su flamante nueva obra sonando en los cascos, cruzamos por delante del Café Central, y, cáspita… su tío Javier está actuando ante una atenta parroquia. Giramos calle Carretas abajo, el reproductor nos dispara “Un buen día para morir” (uno de los mejores cortes de «Adiós Sancho»), y topamos con un mexicano tocando la guitarra para un grupo de compatriotas que discuten a gritos mientras se juegan sus pocos cuartos a los naipes en plena acera, tragazos de tequila de por medio. Llegando a Malasaña al son de “La leyenda del Solitario” (otra nueva canción, podéis escuchar un trocito más abajo), pasamos por un muro en el que puede leerse “Dios es Camarón”, así, no al revés. Uhmmm… que diría Juan de Pablos. Esto sí que es entrar en situación.
– Ahora sé que lo de “Adiós Sancho” va por Sancho Gracia, pero al principio, cuando se anunció que sería el título, me surgió una reflexión espontánea, que igual te parece bastante chiflada…
– Adelante, a ver cuál es.
– Pensé en un Quijote despidiéndose de Sancho, como diciéndole: “ya no me vas a controlar más”, dando el adiós a su último lazo con la cordura, liberándose de ataduras y entregándose a la locura, en el buen sentido: entregándose a la libertad total.
– Absolutamente. Es una interpretación perfectamente válida. A mí me parece muy bien esa reflexión, o sea, yo me identifico totalmente con esa interpretación que tú has hecho del título del disco. ¡Por qué no! Por qué no va a ser un llamamiento a nuestra parte más intuitiva, y un alejamiento absoluto de nuestro lado más racional… De eso trata este disco, de apelar a esa componente más emocional, más anárquica, menos racional, y ver qué resultados obteníamos. Es que sólo la palabra Sancho da para mucho, cualquier interpretación del imaginario quijotesco puede tener infinidad de reflexiones e interpretaciones. Sancho, Quijote, el yin y el yan…. Todas las dualidades y antagonismos posibles están en esos personajes. Pero muy bien traída, oye, ya te digo, me identifico totalmente.
– El homenaje a Sancho Gracia, sin embargo, no constituye ningún cuerpo conceptual.
– No, no. Se podría decir que su fallecimiento es la semilla del disco, porque es lo que nos puso a trabajar. En el momento en que muere, nosotros ni pensábamos en hacer una canción ni nada, pero fue como “joder, nosotros nos hemos criado con él, algo hay que hacer”. Hemos crecido mamando de los pechos de Curro Jiménez. Todos en la banda nos hemos tirado todo el puto verano viendo la reposición en televisión española, y flipando con lo buena, con lo brutal que era la serie.
– Y esa sintonía…
– ¡Por favor! ¡Esa sintonía! Es oírla y se te eriza todo el vello. Es que lo veíamos de pequeños y era como “¡esto es la hostia!”. Al principio, íbamos a hacer una especie de versión del tema original de la serie, para tocarla por ahí y ver qué pasaba. Pero al final nunca la hicimos, y luego, cuando empezamos a componer para este disco, resultó que en uno de los temas el espíritu de Sancho Gracia estaba ahí, podías olerlo. Nos pareció mejor que la típica obviedad de la versión.
«La música instrumental es la más frívola»
– ¿Cómo es el proceso de elegir los títulos de las canciones?
– Siempre lo dejamos para el final. Sobre la marcha, al ensayar, para identificarlas nos decimos “ahora la rockanrolera”, “ahora el bolero”, “ahora la que suena funky”, “la punky”, “la clásica”, etc… Sin embargo, con “Adiós Sancho”, la canción, no fue así. Salió de un modo muy inmediato.
– El título del tema “Fuerte Comansi” es otra ochentada guapísima.
– ¡Jajaja! Es una canción de Javi, y es que sus hijos lo tienen, lo han heredado de él. Creo que tienen un original muy cascado, guardado, y una reproducción del siglo XXI, con la que juegan. Nosotros jugábamos con él de pequeños, ¡somos más del Fuerte Comansi que del cubo de Rubik, joder!”.
– Jajaja. Y oye, con todo el lío de proyectos, giras, en los que estáis embarcados todos, ¿cuándo sacasteis tiempo para componer, ensayar y grabar las canciones?
– Hay bandas que componen sus temas mucho antes de grabarlas, y las van presentando en sus giras para ver cómo funcionan. Eso también es muy válido, porque te da mucho margen para saber cuáles funcionan, en qué momento del repertorio provocan mayor reacción del público, etc… Pero nosotros no funcionamos así. De hecho, nunca hemos ensayado una canción durante más de dos meses antes de entrar al estudio. Arizona Baby por ejemplo, fliparon con esto cuando montamos Corizonas, les parecía imposible hacer así las cosas. Para “Adiós Sancho” entramos a ensayar en agosto, y en junio ni siquiera habíamos fijado un calendario de ensayos. ¡Y ya teníamos los billetes para ir a Tucson! Con la vorágine de tocar y tocar se te pasa el tiempo y no te das ni cuenta. De repente nos plantamos en verano y fue como… “a ver chavales, no os cojáis muchas vacaciones que empezamos en agosto”. En julio vimos que se nos echaba el tiempo encima, y con los bolos que nos quedaban por dar no nos daba ni para una semana limpia de ensayos. En total, antes de irnos a Estados Unidos, sacamos 14 o 15 ensayos como mucho. Aun así estábamos tranquilos porque estamos muy rodados, nos comunicamos muy bien, estamos acostumbrados a hacer las cosas así, pero no era una tranquilidad total, era una tranquilidad de “cuidado, que nos la podemos pegar”.
– Luego, todo salió perfecto porque el disco transmite serenidad en su gestación. De hecho, abrir con un tema tan sosegado suena a declaración de intenciones. Aquí no hay urgencia, siéntate y tómate tu tiempo, o mejor pírate a otro disco.
– Exactamente, para un segundo y disfruta, pero disfruta de verdad, coño. Disfruta de la vida lenta. Es nuestra filosofía. Somos corredores de maratón, tenemos el culo pelao y en esta carrera la moneda que más vale es la credibilidad.
– En “Dance, Danny, Dance”, hay otro homenaje al clásico surf «Wipe Out». Digo otro porque ya habíais hecho alguno antes.
– Es que la batería pedía ese feeling en ese momento del tema. Esos breaks son los más reconocibles del surf instrumental, y surgen solos. Ya lo hicimos en el mash-up que metíamos en medio de nuestra canción “Maremoto”. El título de la canción es una dedicatoria a Danny Amis, el guitarrista de los Stray Jackets, que estuvo muy enfermo hace poco, por un cáncer. Ya está recuperado, aunque ya sabes… nunca se sabe.
«Nuestro aspiración como compositores, nuestro modelo, es Wagner»
– La última canción “Way to San José”, tiene algo diferente. El sonido adquiere un puntito casi celestial. Es, casi casi, la joya del disco en mi opinión. ¿Por qué no haberla alargado hasta los diez minutacos de desbarre intrumental?
– Diez minutos, ¡jajajaja! Es hipnótica ¿eh? Esa canción es muy lisérgica. Podríamos haberlo hecho, pero para mí, lo emocionante de esa canción es eso, que podríamos haberlo hecho, pero no lo hicimos. Y por una razón: durante dos meses estuvimos trabajando con todos los temas. Y ese en particular, era una idea que trajo Fernando. A todos nos sorprendió mucho, y comprendimos que era una canción con la que había que tener un especial cuidado. Teníamos que ser muy sutiles, crepusculares, tocándola. Y para eso es muy importante la tesitura en la que te encuentras, el estado de ánimo. Y yo, por lo menos en mi caso, te puedo asegurar que nunca jamás he tocado tan suave una canción. Hay momentos en los que acaricias el mástil y se oye más el rasgueo de los dedos desplazándose por los trastes, que la nota que estás pulsando o el acorde que estás haciendo. ¿Por qué fue así? Porque no queríamos cagarla. Por prudencia, por miedo. La idea era muy brillante, y teníamos que trabajar con ella en el momento adecuado, ni antes ni después. Durante esos dos meses, grabamos una toma con el iPhone (por cierto, es flipante lo bien que graban estos putos cacharros, jajaja), y fue tan increíble que bromeamos con mandárselo así a Craig. En esa primera aproximación conseguimos que transmitiera, y con ese minutaje tenía que quedarse. Luego no pudimos volver a reproducirla igual, y decidimos dejarla para el final. Grabamos todas las canciones del disco, seguíamos sin volver a enfrentarnos a ella, y se nos acababa el tiempo. Cuando nos pusimos a ello, hicimos tres tomas, y en la tercera, Craig dijo: “ahí está”.
– ¿No crees que hay algunos grupos analog-way of living que vacilan un poco con eso de “el disco son todo primeras tomas”?
– Puede ser, puede ser. En nuestro caso, puedo jurar que una al menos sí fue así: “Miss Alamo”. Hicimos un primer intento, en el que la cagamos y empezamos de nuevo. Pero lo que es terminarla, grabarla y decir, “ya está”, en una primera toma, sí pasó. Hay una pequeña gamba mía, pero es irreconocible para todos menos para mí. Se lo dije a Craig, “oye, ¿no oyes nada raro en este tema?”. Y él: “Sí, claro que lo oigo. Es rock’n’roll”.
– Craig es un defensor de la vida analógica.
– Un defensor férreo, visceral e irracional de lo analógico. Tiene su status y a veces se ve obligado a grabar con Pro-Tools. No tiene ningún problema con eso porque es su trabajo, y con determinados músicos, a veces es necesario para sacarle su mayor grado de expresividad. Tampoco lo ve como una blasfemia. Con nosotros no fue así porque sabía lo que queríamos. Queríamos coger la cerveza y bebérnosla recién abierta, espumosa, con fuerza. Si abres la cerveza y la dejas que pierda fuerza y se caliente, no es Coronas.
– La figura del productor, ¿no es más o menos valiosa dependiendo del estado anímico del grupo?
– La componente psicológica es muy importante. Y el grado de empatía con el productor, mucho más. Es alguien que está manipulando tu obra. Si no hay un máximo entendimiento, confianza, no funciona. Si alguno de los músicos graba condicionado por algo que ha dicho el productor y no le gusta… muy, pero que muy mal asunto. Nosotros sabemos que con Pro-Tools jamás se consiguen las texturas vivas del analógico, él lo sabía, así que en este caso la comprensión fue totalmente mutua, y productiva.
«Al frente del sello Wicked Cool, Steve Van Zandt es un puto desastre. Así te lo digo, tal cual»
– De «La Leyenda del Solitario», sólo diré dos cosas: una, que os ha quedado magnífica; y dos, que posiblemente sea así porque el homenaje a Camarón es claro pero a la vez sutil.
– Muchas gracias, la verdad es que había un poco de miedo, porque Camarón no es grande, ni enorme, es lo siguiente. Y adentrarnos en ese mundo requería tanta cautela como frescura (para saber más acerca de su nueva vertiente flamencoide, ver la reseña de «Adiós Sancho» en nuestra sección de crítica de discos).
– Tocando música instrumental, ¿se alcanzan trances a los que nunca se llega con la música vocal? A veces me imagino una voz entrando en un tema de Los Coronas y no sólo me parece que quedaría horrible, sino que destrozaría el viaje…
– La música instrumental es el género frívolo por excelencia. El que te permite las mayores licencias, el más hedonista. Sé a qué te refieres: la voz es un instrumento, pero no está en el mismo plano de los demás en ciertas armonías. Entre dos guitarras, un bajo y una batería siempre habrá un mayor equilibrio de dinámicas y tesituras. A lo mejor, con una trompeta sí pasa lo mismo que con una voz. La voz da el mensaje, y por eso en la música instrumental, cuando quieres lanzar uno, hay que trabajarlo. Nuestra aspiración como compositores, nuestro modelo, es Wagner. En su música hay todo tipo de mensajes, escenarios, historias, sabores, olores y colores. Escuchas “Tristona e Isolda” y estás viendo una película.
– Para terminar, me gustaría oír de la boca de un miembro del grupo cómo fue la movida con Steve Van Zandt, que os quiso fichar para su sello Wicked Cool y lo rechazasteis (para más información sobre esto recomendamos el nº de enero de Ruta66, donde el propio Steve explica la debacle de su proyecto fonográfico).
– Como integrante de la tripulación de Wicked Cool, Steve es un puto desastre. Así te lo digo, tal cual. Te represento cómo fue nuestra charla con él:
Steve, eufórico: “¡Aaahhhh! ¡Me encantáis, me encantáis! ¡Lo quiero todo, lo quiero todo!”.
Nosotros: “A ver Steve, nosotros tenemos un refrán que dice que la avaricia rompe el saco”.
Steve: “¡Aaahhh, lo quiero todo, lo quiero todo!”.
Nosotros: “Pero a ver, qué es que lo quiero todo”.
Steve: “¡Aaahhh, que lo quiero todo, lo quiero todo!”.
Nosotros: “Steve, no somos unos chavalines que estén dispuestos a vender el alma al diablo, porque a lo mejor no nos compensa a estas alturas. A ver, qué es eso de que lo quiero todo”.
Steve: “¿Quién tendría los derechos editoriales de las canciones?”.
Nosotros: “Los Coronas”. Ahí flipó, no se esperaba que un grupo controlase su propia obra.
Steve: “Pero yo os daría mucho dinero, ¡dinero, dinero!”. Empezó con que pondría trocitos de canciones en cortinillas en series de HBO, que si tal…
Nosotros: “No, Steve, no hablamos de dinero, no es ese el rollo. Queremos saber qué va a pasar con nuestras canciones. Si van a tener vida o se van a quedar en tu almacén. Nosotros vamos por otro lado, pensamos que la moneda que más vale no es el dinero, sino la honestidad y la credibilidad”.
Quedamos en pensarlo cada uno por su lado, y fue entonces cuando nos dimos cuenta de que Wicked Cool era un sello que estaba muerto. Pudimos hablar con otros grupos que habían fichado por él, y llevaban años con sus masters en una caja, esperando a ver publicados sus discos, mientras Steve sólo se ocupaba de los Chesterfield Kings. La verdad es que esas bandas que conocimos nos salvaron de la cagada. Menos mal. Quedamos para volver a hablar con él, y esto fue lo que pasó:
Nosotros: “Steve, queremos un contrato por escrito en el que te comprometas a publicar el disco EN FORMATO FÍSICO en menos de un año desde el momento de su firma”.
Steve: “Ssshhh…. Pero es que no se venden discos, comprenderlo chicos…”.
Nosotros: “Vale Steve. Déjalo. Hemos acabado”.
Tras el lanzamiento de Adiós Sancho el 29 de enero, Los Coronas comienzan sus conciertos en España con primeras fechas en:
01 febrero Burgos (Sala BNB)
02 febrero Palencia (Sala Universosonoro)
21 febrero Almería (Sala Cibeles)
22 febrero Sevilla (Sala Malandar)
23 febrero Huelva (Sala Habana)
01 marzo Oviedo (La Santa Sebe)
12 abril Bilbao (Kafe Antzokia)
13 abril Vitoria (Helldorado)
26 abril Santiago (Sala Capitol)
27 abril Pontevedra (Sala Karma)
03 mayo Barcelona (Apolo 1. Festival Guitarra)
10 mayo Zaragoza (Teatro Las Esquinas)
17 mayo Madrid (Joy Eslava)
23 mayo Valencia (Festival Surforama)
24 mayo Alicante (Sala Stereo)
25 mayo Murcia (Sala Stereo)