THE NEW RAEMON – «Tinieblas, por fin»

por

Género: Pop

Sello: Marxophone

8 / 10

El tercer largo de Ramón Rodríguez es complicado, es denso, y creo que es el trabajo más sincero entre las verdades que salen de la música que ha hecho hasta ahora. Ha costado unas cuantas escuchas traspasar la barrera de la incomodidad, de lo crudo y lo canino a que nos tiene acostumbrados.

Por Jota Pequenho

Quizá porque de alguna manera ha redondeado sus ideas más oscuras, sus letras más mordaces y desnudas, y las ha vestido de un pop barroco que venía perfeccionando en directo con su banda, y ha salido una explosión de rabia lenta y condensada que cuando te quieres dar cuenta te atrapa como el otoño, si no querías que te envolviera, escúchalo 4 veces, porque lo hace.

«Risas enlatadas» abre con las emociones habituales, el sello de animal herido que imprime Ramón para mantenerte un poco alejado de esa herida, pero suficientemente cerca como para que te parezca peligrosamente atractivo, la cosa empieza devastadoramente actual, la situación que vivimos es esa letra, y siguen sonando risas enlatadas.

«Tinieblas por fin» es una joya, pequeña, compacta, parece que la mitad de la canción se ha ido entre cada golpe de batería y guitarra, es la más nueva, la más loca, la que reafirma la idea de nuestras vida actuales, y la más rica en música, con esos vientos que te acuchillan pero te dicen que estás en una especie de teatrillo divertido, han conseguido decir todo eso.

«Galatea» es a esas alturas la que ya te ha confirmado que el tiempo del álbum es así, la voz y los coros se ponen más melosos, pero el ritmo sigue frenético e incansable, y la letra es más amable.

«La ofensa» parece más de libre asociación, pero el ritmo ya es perfecto para esta nueva etapa y la letra mejor encajada, con tanta maldad ¿a donde iremos a parar? Ramón no ha perdido la fe en el ser humano, aún… pero sigue atormentado y es más evidente.

«Casa abandonada» es la más floja a mi juicio, de alguna manera me parece incluso cómica, como la metacanción oscura de The New Raemon, incluso perfecta para hacer de nexo en la mitad del álbum, para las subidas y bajadas que vienen…

«Centinela» es la gran canción del disco, la canción de amor, la canción de recuerdos agridulces pero perfectos y hermosos de la era de «Tú, Garfunkel». «Preso del pánico y de la electricidad» es un verso de una señora poesía en forma de canción. Salen las chispas del arte de la portada en este tema, respiras, ves que incluso sumergido en estas tinieblas vas a ver algo de luz. Algo que de hecho se puede conseguir dando la vuelta a la portada donde hay algo de color…

«Marathon Man» tiene prisa, tiene dos tiempos, como la carrera de la letra. Parece que se está peleando con su propia música, y en otro tiempo, confiesa, frío dice, ya lo sabíamos, pero confiesa con toda su alma, y a voces, la traca final ya viene.

«Grupo de danza epiléptica» duele, con violínes y chelos que te trasladan a una especie de manicomio, el eco de su voz hace más profundo su mensaje, aquí las cuerdas logran levantarte un poco en el estribillo, pero es demoledora igual.

«Devoción» canta a la muerte, empieza: «me desnudo ante ti a demasiada velocidad». Aquí ya estás envuelto en un halo que te invita a lo oculto, a que busques en qué parte de ti está gustando lo que estás escuchando y por qué, que te pongas introspectivo sobre la parca, sobre qué sentido tiene el tiempo en este envoltorio… buena y misteriosa manera de cerrar estas tinieblas, porque te quedas pensando en cuál es el misterio que rodea a The New Raemon, qué le pasó, porqué esa voz amable te habla de esas ideas terribles, cómo esa música te inquieta y te mece a la vez.

Creo que se ha llegado al culmen de una carrera exitosa por coherente, y esperemos que se siga superando, aunque nos cueste…
En definitiva, se agradece que un trabajo no sea cómodo, que te sacuda, te mueva y te pique, que al principio no te guste, y que al final, tenga todo tu respeto porque ha conseguido emocionarte y también porque es tan personal que puede que nadie pueda acercarse tanto como para entenderlo, pero esto no hay que entenderlo, ¿verdad?

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