BOB DYLAN «Tempest»

por

Género: Folk

Sello: Columbia

9/10

Nadie se cree lo que está oyendo cuando arranca este disco. Qué sonido, amigos, qué hechuras. Qué FOLK tan inmenso y fascinante. Junto a la palabra “añejo”, en el diccionario debería aparecer algún vino y este “Tempest” de Bob Dylan. El viejo zorro ha dado con la tecla, nunca mejor dicho, y nos va a poner a sus pies a nosotros, pobres mortales.

Lo mejor es que Dylan, apolíneo en cada una de sus interpretaciones, da la sensación de que podía haberse sacado esta obra maestra de la manga cuando le hubiera dado la gana. Simplemente, no le apetecería en «ese momento».

Gancho, puro gancho, desprenden temas como la apertura de “Duquesne Whistle”, “Soon after midnight” o la eléctrica “Narrow Way”. Clásicos que huelen a correrías, recuerdos como islotes paradisíacos en la gran laguna de la rutina sapiens, delicias que te transforman en alguien un poco menos cobarde durante unos minutos de oro. Más: “The long and wasted years” es probablemente la mejor canción que ha entregado el de Duluth en, digamos treinta años. Sólo hace falta tener algo que contar para esculpir una joya con lo mínimo. Ojito con ella y con cuándo la pinchas.

Escucharle cantar “Follow me” es directamente una experiencia religiosa. Yo le sigo a donde me diga. Y “Scarlet Town” mata con ese tempo inmemorial sobre el que bailan instrumentos de cuerda relucientes. Quedan cuatro canciones y empieza a dar pena que se acabe este artefacto, este legado que se antoja bandera inalcanzable en los tiempos venideros.

“Early Roman Kings”, en claro homenaje al “I’m a man” de Bo Diddley, sigue atenazando la oreja sin piedad, exultante de vida. “Tin Angel” podría recordar algo al compás vocal típico de Tom Waits y despliega una línea de contrabajo hipnótica, vestida con una inquietante atmósfera por la que nos quitamos el sombrero ante Bob Dylan, el productor. Oséase “Jack Frost”.

Para que quede algo de emoción y sorpresa para quien lea estas líneas, sólo diremos esto de las dos canciones que cierran el disco (“Tempest”, una increíble oda al Titanic, y “Roll on John” homenaje a Lennon): acomódense, líense lo que sea que fumen, ábranse lo que sea que beban y disfruten con el viaje.  Uno piensa en los afortunados de 1963 (“Freewheelin’”), 1966 (“Blonde on Blonde”),  1970 (“Self Portrait”) y, bueno… la perspectiva del tiempo lo dirá… pero haber estado vivo en el año de publicación de este disco, molará pero que mucho mucho.

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