Hoy 1 de septiembre, día en que el IVA cultural sube del 8 al 21%, recuperamos una parte (la otra, dedicada a los festivales de Woodstock y Altamont, aún no sé dónde se publicará) de esta entrevista (que publiqué en ABC) con Baron Wolman, el primer fotógrafo de la revista Rolling Stone allá por 1969, que visitó España este verano con motivo de la exposición American Icons y la presentación de un nuevo libro de fotografías. Este sabio veterano de la escena cultural y contracultural deja un párrafo acerca del respeto a la cultura… que pone la carne de gallina.
Es difícil explicar por qué, pero parece cierto que los iconos estadounidenses son los que se escriben con mayúsculas, con las letras más grandes del cartel. Los iconos de los iconos. O quizá no sea tan complicado entenderlo: ningún país ha ejemplificado con tanto fulgor el sueño, ups, americano. La tierra de las oportunidades. Aquel lugar donde cualquiera puede convertirse en un símbolo, saliendo de la mismísima nada para instalarse en el subconsciente colectivo forever. Las celebridades artísticas tienen aquí, en la iconografía norteamericana, un apartado especial, bañado en oro y admirado y respetado con mayor consenso por nosotros, hormiguillas de la sociedad del espectáculo. Un vistazo a la exposición “American Icons”, que acoge Matadero Madrid hasta el próximo jueves es reveladora: actores y músicos ocupan el 95 por ciento del espacio. “Es cierto, y no me había percatado”, reflexiona Baron Wolman, primer fotógrafo fichado por la revista Rolling Stone, por ende un invitado de honor en esta muestra (hoy dará una charla a las 19:00). “En esta selección puede encajar un John Fitzgerald Kennedy, pero no muchos más –opina-. Los mayores éxitos americanos en cuanto a trascender iconográficamente, tanto dentro como fuera de sus fronteras, están relacionados con el arte. Estados Unidos es conocido en todo el mundo gracias a su música y su cine, de eso no hay duda. Cuando pregunto a alguien que mencione un icono americano, la mayoría de las veces escucho Miles Davis o Frank Sinatra como respuesta”.
Parece que en el resto del mundo se cultiva una menor adoración a iconos artísticos, debido al enorme espacio acaparado por políticos y deportistas. Esta última categoría también, por supuesto, goza de una situación privilegiada en Estados Unidos, pero casualmente, el único que aparece en esta muestra es Mohammed Ali, alguien que sin duda fue mucho más que un deportista: fue un agitador, tanto político como cultural, e incluso estético. Casi podría decirse que el respeto hacia la figura creativa en Estados Unidos movió a Cassius Clay a actuar de ese modo tan cinematográfico, tan de rock-star. “Ese respeto hacia el artista y hacia la cultura es uno de los grandes valores del pueblo americano –espeta Wolman- y es algo que da sabor a nuestras vidas. Te pongo un ejemplo: sé que España está muy mal económicamente. Imagina que dentro de un tiempo todo vuelve a la normalidad y la gente vuelve a tener trabajo, y vuelve a poder comer pan. Si la economía mejora pero no hay condiciones dignas para la cultura, y el arte, y no existe una comunidad de artistas respetados, ese pan lo seguiréis teniendo todos los días, pero no os sabrá a nada. La vida no os sabrá a nada”.
Después de pasar años de sesiones fotográficas con Janis Joplin, Jimi Hendrix, Iggy Pop, Frank Zappa, Gram Parsons, Mick Jagger y un eterno etcétera, este contenedor humano de anécdotas que debutó fotografiando la vida en el lado este del muro de Berlín cree que en esto de los iconos, no puede haber trampa ni cartón porque todo depende del estatus real. “Para mí, uno de los iconos más importantes de Estados Unidos es el puente Golden Gate de San Francisco, es una obra insuperable de ingeniería, que es un icono entre iconos, debido a las obras maestras cinematográficas y literarias que lo han usado como tal”, asegura. De ahí que –duele incluirla en este texto, pero en fin- Lady Gaga esté en la punta de la lengua de Wolman cuando se habla de actualidad. “Es magnífica, divertida y transmite generosidad. Como algunos iconos de antes. Pero en realidad los iconos no han cambiado en su forma y fondo. Además, la supuesta diferencia de los de ahora con los de antes, eso de que ahora son más accesibles porque puedes encontrarte a uno de ellos contestándote a un tweet, es completamente ilusoria, una falacia. ¡Condenado el que crea que eso es real! (risas).