Crónica – PINK MARTINI en el Circo Price (25 julio, Madrid)

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Nada mejor para refrescarse en la tórrida noche madrileña que una ronda de Pink Martinis bien mezclados y agitados. Elegantísimos verbeneros, supieron dirigir una gran fiesta anoche en un Circo Price lleno hasta los topes. Con un ambiente propio de las grandes ocasiones, pista y gradas repletas de gente -y en la calle docenas de personas intentando conseguir una entrada in extremis-, la banda norteamericana atrapó desde el minuto uno a los 2.500 fans que llegaron para comprobar, entre otras cosas, si era verdad eso que dicen sobre las dotes de seducción de la nueva cantante, Storm Large. Y vaya si es verdad: anoche fue una auténtica showman, graciosísima castellanohablante además, que encandiló con gran voz, desparpajo y simpatía interpretando como una auténtica jabata clásicos como «Amado Mío» y «Quizás, quizás, quizás» para abrir el concierto.
Los doce músicos sobre el escenario desataron la fiesta total ya con el tercer tema, «Ana», con una gracia y unas ganas de pasarlo bien que demostraron que hacen falta más conciertos como este en los Veranos de la Villa, tan llenos de frescura y energía positiva, dos de las cosas que más falta hacen en este convulso verano de 2012.

La fanfarria de «Uskudar» llenó el Price de palmas por cuarta vez en menos de diez minutos de concierto. Y es que a la gente le estaba encantando el recital, se lo estaba bebiendo a lingotazo puro. El caleidoscopio de sonidos creció con los ritmos brasileños de «Mayonaka na bossa nova», la salsa de «Dónde estás Yolanda» o las melodías balcánicas «Pana Cand», llevando al público a diferentes estados de ánimo con un espléndido talento para la dinámica del directo.

El inmemorial swing de Pink Martini apareció al fin con «Flying Squirrel», en la que emergió esa big band que los de Portland llevan en las venas. Cada instrumentista dio una pequeña clase magistral en su turno de solo, bajo una lluvia de vítores y aplausos que calentó la vellada mientras Large no paraba de contonearse en un lateral del escenario.

El momento para darse un necesario respiro -hasta entonces el repertorio había volado como un huracán- llegó con «U Plavu Zoru», una excepcional composición en clave lounge-jazz arabesco que la banda pintó al óleo con gran maestría frente a los ojos de un público extasiado. A partir de ahí la noche siguió ofreciendo colores y matices diferentes, hasta un fin de fiesta con «Una notte» y «Brasil» que casi se podría decir los hizo triunfadores de esta edición de los Veranos de la Villa.

PUBLICADO POR NACHO SERRANO EN ABC

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