Crónica – BEACH BOYS en el Festival Músicos en la Naturaleza (21 de julio, Hoyos del Espino, Ávila)

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Que en la gestación de esta reunión, disco (“That’s Why God Made the Radio”) y gira se ha hablado más de cifras que de emociones, eso seguro. Pero poco o nada debe importarnos a los espectadores, porque son éstas últimas las que lo inundan todo a su alrededor cuando se ponen a tocar esa música suya que es el por qué mismo de la nostalgia. Y a tocarla bien. Y a cantarla casi, casi igual de bien, sin bajadas de tempo ni trasquilones armónicos, que era lo que más miedo daba a los que temían una decepción de dimensiones cósmicas.

Las voces cuajaron, los alucinados efectos de estudio de “Smile” y “Pet Sounds” fueron recreados de forma maravillosa, y el público puso de su parte para levantar una enorme ola de buenas vibraciones que rompió ufana contra una sierra bañada por coros y estrellas. Más que suficiente para dejar satisfecho a cualquiera de los presentes, ya se hubiera dejado caer por allí o formase parte de los sectores más duros de la hinchada wilsonita, venida desde toda España para presenciar un momento doblemente histórico: el debut de la banda californiana con su líder Brian Wilson en nuestro país –ya estuvieron en Madrid sin él el año pasado-, y el primer concierto de la gira europea que conmemora el 50 aniversario de los Beach Boys.

Hablábamos de emociones, y aunque no son precisamente agradables las que rodean la historia del grupo, sí lo son las que quedan como su legado. Un repertorio con el que todo ser humano debería confraternizar desde temprana edad –pincharle “Pet Sounds” a tu bebé seguro que le hace bien-, capaz de transmitir el sentir de lo que fue y de lo que podría ser con un inigualable halo de esperanza, inasible para el talento de todos los músicos que han ido detrás de ellos. Por esa razón suponemos que nuestros amigos de Los Secretos, teloneros de los chicos de la playa, comprenderán que estas líneas no honren su estupenda actuación –precedida por otros teloneros, los vallisoletanos eLe De eMe , que todavía deben temblar al pensar en qué cartel estuvieron- en el evento, el Festival Músicos en la Naturaleza celebrado en Hoyos del Espino, en uno de los más bellos parajes de la provincia de Ávila.

Cuando sonó «Do it Again» el resto del mundo dejó de existir, abriendo un recital que no tuvo más bajones que los inherentes a su cancionero más tardío. Sí es cierto que da la sensación de que si el engranaje funciona tan bien es por el trabajo previo de las giras de Mike Love y Bruce Johnston, pues son ellos quienes vigilan los indicadores, reaccionando ante cualquier parpadeo con una mesurada inyección de arrojo. De hecho Brian Wilson, pese a su solvencia al piano, pecó de abulia escénica y vocal, o incluso despiste en algún momento más o menos crucial, y le llegó a pedir a Love que cortara el rollo cuando bromeaba con el público. Nada digno de reproche, sin embargo. A otros músicos con cuadros de problemas mentales similares a los suyos se los idolatra por enlazar tres acordes, caramba. Y su estado de forma es para llorar de alegría. Que un tipo como él, que insufló felicidad al mundo durante décadas mientras su psique era acosada por el terrorismo patriarcal y las drogas, esté tan bien con 70 años cumplidos, es algo que casi ayuda a entender el sentido de la vida.

Al Jardine, Mike Love, Bruce Johnston, David Marks, Brian Wilson e incluso sus fallecidos hermanos Carl y Dennis en las proyecciones entonaron reliquias como “California Girls”, “I Get Around”, “Heroes and Villains”, “Sloop John B.”, Wouldn’t it be Nice”, “God only Knows”, “Good Vibrations”, y así hasta llegar a cerca de 50 canciones, casi como si quisieran tocar una por cada año que llevan alegrándonos la existencia.

PUBLICADO POR NACHO SERRANO EN ABC

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