Queridos amigos, qué suerte poder ser testigo de dos conciertos como estos, de no tener qué imaginar cómo fueron en otro tiempo y lugar. Dirán que estamos poseídos por el espíritu del gran psilocybe meridional, pero lo de Pony Bravo y su proyecto paralelo, Fiera, es tremebundo. Son las bandas que más nos ponen ahora mismo, las dos bandas que han dado los conciertos más brutales de 2012. No nos sale de los huevos que los haya mejores en los once meses que quedan. ¿Que parecemos un club de fans? Pues igual lo montamos.
Pony Bravo no habían agotado las entradas en Joy Eslava, y mientras vimos la prueba de sonido, una hora y media antes del show, empezamos a pensar en la posibilidad de que no hubiese lleno. Mal. A las nueve y cuarto un tropel entró en la sala petándola hasta arriba y lo puso difícil para coger buen sitio para disfrutar del viaje. Los sevillanos aparecen sobre las tablas, saludo fugaz y a empezar.
Y cómo suena «La voz del hacha», por dios y por su madre. Sólo unas décimas de segundo de ese tema te dan el regustillo del trance, y si encima cierras los ojos y escuchas cómo Daniel Alonso canta tan bien como en disco, ya sólo puedes dejar que los que tienes al lado se descojonen de ti y de tu sonrisa tontorrona.
Que no comunicaron mucho con el público en cuanto a palabreo al micro es algo de lo que uno se da cuenta sólo al escribir esta crónica. No hizo ninguna falta para que el hermanamiento flotase. Ellos sonreían cuando oían esos gritos de triunfo de sus fans, y nosotros ya teníamos bastante con su oficio.
Originalidad, eclecticismo, son palabras que redundan en todas partes al hablar de ellos, y por eso no iremos por ahí. En directo, las dos cosas con las que uno flipa son, por orden, su seguridad y su sentido del ritmo, ésta seguramente fruto de la primera, pero igualmente alucinante. No es nada fácil mantener esos tiempos entre mareas de fraseos instintivos, y para ellos parecía pan comido. En su «puesta de largo en Madrid», como algunos aventuraron en calificar, mostraron que son una banda consolidada por completo.
Sí, nos quedamos sin oír «El Pony Bravo» -al parecer suelen obviarla vete tú a saber por qué-, pero sonaron (no apuntamos el orden, ojo) «Súper-broker» dedicada a Teddy Bautista y a Cayetano Martínez de Orujo, «Ninja de fuego», «La Rave de Dios» -menuda sorpresa nos dieron nuestros compañeros de público bailando más que en todo el resto del concierto-, «Pumare-ho» en versión 3.0, subidón increíble con la ejecución de «El Rayo» (vídeo del momento), «Noche de setas», «La Trinchera», «El campo fui yo», «Guarda forestal» -estas dos, especialmente soberbias- y, cuando llevaban hora y media, último bis para «Mi DNI», un tema que según nos contó Pablo Peña, han tocado dos o tres veces y aún está en fase de gestación definitiva. Aquí tenéis un trocito, con letras dedicadas a los puestones de la peña -¿y de Peña? jeje- en una fiesta de MondoSonoro, y al insigne y queridísimo productor Carlos Jean (juás) (VIDEO RETIRADO POR PETICIÓN DE EL RANCHO, SELLO DE PONY BRAVO).
Ah, y según hemos leído por ahí, vendieron más cien discos en Joy Eslava…
La noche de las Fieras
Visto lo visto, ni locos nos íbamos a perder el recital -qué a gusto me he quedado llamándolo así- de Fiera dos días después, promovido por una feliz asociación entre La Fonoteca y Sello Salvaje para organizar conciertos entre Madrid y Sevilla.
Llegamos al Nasti paqueteando, es decir sin entradas, y nos encontramos una cola del copón bendito. Maldita sea, que nos lo perdemos. Afortunadamente los tickets dieron para nosotros seis y al entrar vimos el final de la actuación de Coraje, psych-punk-garajero (al menos el último tema, el resto es más ochentero según hemos leído) con ese punto amateur que te da ganas de pedirte una buena chevecha y bailar con ellos. Cuidado con lo de amateur… está dicho con todo el cariño, porque ni ellos mismos pueden negar que su potencial da para más. Más experiencia y serán una joyita del circuito de música en vivo nacional.
Lo de Margarita, hay que reconocerlo, llegó algunos niveles más arriba. Estuvieron enormes. Músicos de primera, compenetración, interacción entre instrumentos y voces a la altura de los grandes, y un estilazo high-energy (vídeo) que te deja sin aliento.
Sólo dos pegas: se lo pusieron algo fácil a los que quisieron encontrar un rollo «muy Animal Collective», y en algunos momentos pecaron de exceso de fórmula. Puede ser su apuesta y es absolutamente legítimo, pero tienen aptitudes de sobra para romper con sí mismos y sorprender un poco más cuando parece que moldean con pocos patrones. Que sólo lo parece.
Llega el turno de Fiera, a la chevechita de cuando Coraje le ha seguido media docena, y estamos taquicárdicos sólo viéndoles montar el pifostio instrumental que llevan consigo de gira. «El Fiera» Pablo Peña se afana enchufando el sonido a su aspiradora, y empieza a mascarse la velada inolvidable.
Cómo empezaron señores… «Euro» y distorsión psicótica y ruido para abrir boca (vídeo), y nunca mejor dicho. Porque por allí había algún despistado que flipó en colores. Arranca la presentación de «Déjese llevar» y el bajo atruena hasta el punto justo -ole por el técnico-. Le gritamos «puto genio» al Peña y sonríe. Oigo a alguien decir que son una copia de Einstürzende Neubauten y le contesto que «estrujen bajen». Sigue la fiesta.
Aquí tampoco apuntamos el orden de los temas -íbamos sobre todo a disfrutar, perdonadnos esta vez-, pero sí se nos quedó bien grabadito que tuvieron los huevos de darle cera al «Butoh parte 1» (vídeo) y quedó magistral. El Peña es un Iggy Pop de la vida en algunos aspectos. La confianza que desarrolla en la creación de lo insólito, sus ganas de gustarse sea cual sea la reacción de quien le observa, y que le dé todo igual cuando se pone a chillar como si fuera un yonqui que ve cómo le tiran su última dosis a la alcantarilla, son pildoritas de peligro que resultan acojonantes para el espectador.
Uno de los primeros temas -si no el primero, tras la intro- fue «Drogas», y otra vez volvió a brillar ese sentido del ritmo del que hablábamos antes, con sus tres compañeros atizando sartenes, trozos de cobre, raspando yo qué sé qué cosas… Esto fue aún más abrumador en «Cuentas» (vídeo), con el añadido de la aspiradora del infierno. La infalible «Objeto punzante» (vídeo), «Pisapapeles», una preciosa «Agerul» donde Peña clavó cada nota -se le perdona ese indetectable lapsus al empezar a marcar el punteo-… con «Agente comercial» ya no había ni dios que no se hubiese rendido a sus pies. Demoledores, locos, geniales.
Terminan con «Bombas» -creo que fue la última…-, y muchos salen de allí diciendo que ha sido «histórico». El que menos, reconoció que había sido de los conciertos más especiales que había presenciado. Putos Fieras.
Increíble crónica. Lo mejor, que parece escrita de memoria.
muchas gracias
Acojonante finde a prueba de los hígados y oidos más fieros. Cacho de crónica. 1 abrazo.