El viernes pasado coincidieron en Madrid dos conciertos de lo más jugosos, Havalina y The Horrors. El equipo de HRB se dividió para comentaros los dos y… unos flipamos con el sonido en Siroco, los otros salieron con la conclusión de que «el horror fue la Rock Kitchen».
Havalina actuaban dentro de un ciclo de tres noches en Siroco, en las que han tocado sus últimos tres discos de arriba abajo. El viernes tocaba «Las Hojas Secas», con todo su tracklisting en riguroso orden. Con la sala reventada de gente (se quedaron muchos fuera soñando con alguna reventa de última hora), arrancaron con «Desierto», que tiene uno de los mejores riffs de guitarra que servidor haya escuchado a una banda española. Y señores, qué sonido. Mis felicitaciones al técnico (también las tuvo durante el trasncurso de la actuación, lanzadas desde el propio escenario), especialmente con su trabajo con la batería, que sonó de un modo increíble. Cada pieza del set entraba con claridad en los oídos, mientras guitarra y bajo trazaban las melodías de este discazo, uno de nuestros elegidos en la lista de lo mejor de 2011.
El grupo estuvo en familia, muy cómodo y muy majete, pero sin perder ni un ápice de su formidable oficio. Un conciertazo en toda regla, que terminó con alguna sorpresa en forma de versión y rescate de clásico de Havalina Blue. El futuro que le espera a este grupo es espectacular, seguro.
Lo de la Rock Kitchen fue otra historia. Después de la divertida actuación de los punks neoyorkinos Cerebral Ballzy, hHacia las diez menos cuarto salían a escena The Horrors para presentar su último dico “ Skying”. No es frecuente que el público esté tan deseoso de escuchar el último disco de una banda, sobre todo cuando no es su álbum debut. La gente se agolpaba cerca del escenario para dejarse llevar por los ritmos pausados y meterse a fondo en la atmósfera peculiar de la banda británica, que no defraudó. Se arrancaron con la impresionante «Changing the rain” y siguieron surcando el nuboso cielo londinense con temas como “I can see trhough you” o “Endless blue”.
El público había dejado, hacia rato, de lado sus preocupaciones semanales y estaba totalmente entregado, cuando empezó “ Sea within a sea” canción en la que todo el grupo deja ver su calidad, empatizando con toda la sala, pero de repente… ¡Nooo! la sala se queda sin sonido, todos se miran en el escenario, todos nos miramos entre nosotros y del nieblinoso cielo de Londres y la atmósfera evasiva en la que nos encontrábamos, volvemos como en un aterrizaje forzoso a tocar el suelo madrileño con su realidad de salas ratoneras.
El grupo se repuso, es verdad, incluso hubo veces que parecíamos volver a despegar, pero ya no iríamos tan alto, así con “ Mirrors image” y finalizando con “ Moving further away”se puso broche a un muy buen concierto emborronado por el mal sonido.
Aunque no se hubiera producido el apagón de sonido, los camareros no tardaran media hora para un triste mini y tuvieras que esperar 30 minutos para recoger la cazadora, el sonido de la sala ya había dado muestras de que no puede albergar a un grupo de tanta calidad. En conclusión: mucho grupo para tan poca sala, y muchísimas ganas de volver a verles.