Crítica – STRANGE BOYS «Live Music»

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Género: Garaje-Blues-Rock
Sello: Rough Trade
PUNTUACIÓN: 7,75

Los garaje-rockers de Austin permanecen fieles a sí mismos. No han cometido esa cagada de “buscar nuevas audiencias” y siguen sonando a garito. Su nuevo disco, más de armónicas camperas que de saxos locos (ni uno encontrarás aquí),  es estupendo, tiene grandes canciones, pero al estar más en la onda de “Be Brave” (muchos temas lentos) que de “And girls club” (pura juerga), no pone tan cachondo.

Después de debutar con un disco tan jodidamente maravilloso como “And girls club” (2008), los tejanos Strange Boys entregaron un gran segundo álbum, “Be brave”, que a pesar de contener picotazos como “Night Might”, “A walk on the bleach” o el propio tema homónimo, bajó demasiado las revoluciones. No fue ni mucho menos un mal trabajo, de hecho el low-tempo no es sino otro aspecto que exploraron con acierto (ahí están las soberbias “Between us” o “Da Da”) y que es simplemente más apto para otros estados de escucha, pero los fans de la banda lo terminamos pinchando menos que su predecesor.

“Live Music” comienza con un piano que ya conquista por esa sencillez que los de Austin saben plasmar como poquísimas bandas hoy en día. Se trata de “Me and you”, una de las tonadas del año sin duda, y otra de las canciones que engrosarán la lista de las “grandes” en el repertorio Strange Boys también por el talento melódico de Ryan Sambol, que está aquí más jefe que nunca en su papel de cantante. Tras un segundo tema de onda mid-tempo con armónica, entra un ritmo desconcertante: el de “Doueh”, el gran experimento del álbum, que suena más a un americana convencional con toques stonianos, un experimento que seguro les apetece probar y que, hay que reconocerlo, les ha quedado impecable, pero en el que su identidad podría diluirse si insisten en él con falta de perspectiva en el futuro. La inspiración rítmica de la adictiva “Punk’s Pajamas” está bien clarita en el título, y funciona como un tiro gracias a un estribillo arrastrado acompañado de estupendas armónicas.

“Me and you” -¿qué encerrará tanta insistencia en este tipo de títulos?, recordemos el “Woe it’s you and me” de su debut- es una balada nocturna, casi onírica, algo anecdótica pero preciosa, que precede al rompepistas del disco, “Omnia Boa”, una canción que saca oro de la paradoja de mostrarse algo contenida para lo que exigen estos cortes “levanta-parroquias”.

“Mama shelter” es un tema simpático pero olvidable, igual que la experimentación alucinada de “Saddest”. Y aquí termina la cara A del álbum, producida por Jim Eno (batería de Spoon), y empieza la B, grabada cuatro meses antes en la destilería del productor Mike McHugh. Evidentemente, es una cara con otro sonido (hay bastante presencia de órganos) y otra atmósfera, mucho más sosegada y resacosa, más compacta, pero también más lineal.

En definitiva, estamos ante un tercer disco que sigue por el camino previsible –a excepción de la mencionada “Doueh”-, con un poco de cada uno de sus álbumes predecesores, algunos pianos más (no tantos como algunos pensábamos que tendría, tras escuchar el single), alternando adrenalina y calma con un resultado más parecido al de “Be Brave” que al de “And girls club” y su animoso repertorio. Se echan de menos algunos más de esos beats punzantes que nos atravesaron el pecho cuando los escuchamos por primera vez. Y su continuismo, en el sentido de mantenerse en ese espacio limítrofe entre la fiesta y el bajón que mostraron en “Be Brave”, necesita más ideas con la frescura de «Me and you» para sostener un atractivo que aún conservan, pero que ya no es tan terriblemente irresistible. Y eso poniéndonos muy, muy exigentes, porque en realidad “Live Music” es un gran tercer disco.

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