Crónica – Concierto de GANGLIANS en Nasti (3 de octubre, Madrid)

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Qué malo es para la salud comenzar la semana con un bolo de psicodelia garajera. Se antojaba un concierto más bien tranquilito, pero poco faltó para acabar brincando en el escenario junto a los de Sacramento entre brindis de botellines de cerveza. Un par de temas más y la sala Nasti hubiera terminado patas arriba, pero era lunes y lo que habíamos tenido era suficiente. «No nos esperábamos que fuera tan bien esta noche, ha sido un concierto cojonudo, de los mejores que hemos dado», nos decía Alex Sowles, su afable batería, minutos después de dejar las baquetas. Y no bromeaba: nada más terminar el último acorde, su compañero Kyle Hoover se descolgó la guitarra y bajó a abrazarse con los fans que se mostraron más bailongos y ruidosos, con una sonrisa de oreja a oreja. (foto de Jackster cortesía de www.solo-rock.com).

Ante una sala casi llena -un milagro, siendo lunes-, el cuarteto arrancó con la presentación de «Still Living» con algo de timidez, como si el hecho de estar casi nariz con nariz con el público fuese un inconveniente y no una ventaja. Pero en cuanto comprobaron que la parroquia estaba con ellos, fueron soltándose y añadiendo mayores dosis de adrenalina a la actuación, cogiéndole el pulso a una noche que acabó dejando con ganas de más.

El sonido recargado de un local tan pequeño como el Nasti estuvo a su favor y pudieron dar rienda suelta a sus viajes psicodélicos con gran efectividad, pese a aspectos criticables como los excesos de su cantante Ryan Grubbs con el uso de estridentes efectos de voz, que en algún momento sepultaban al resto de instrumentos. El conjunto resultó compacto y creíble, especialmente en una recta final llena de cortes de «Monster Head Room» que, como decíamos, dejó con ganas de más por mucho que el garito se dignase a permitir a la banda dar un par de bises.

Su vertiente garajera cuajó en directo algo más que la ácida, si bien ésta se mostró también muy pulida en el local de ensayo. Pequeños arrebatos de punk, que les sientan mejor de lo que ellos mismos creen, no desentonaron junto a los experimentos power-pop (versión de los Twinkies incluida) y el par de temas de inspiración baladística que incluyeron en el repertorio.

Divirtieron, demostraron oficio (obviaremos la desafinación que no supieron corregir en un tema que repitieron por lo mal que sonó), y quedó bien claro que Ganglians pueden tener un recorrido fantástico si no pierden las ganas que anoche demostraron tener por seguir en la carretera.

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