FERNANDO ALFARO: «Solo cojo la guitarra cuando tengo algo que decir»

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Que “La vida es extraña y rara” no es nada nuevo. Más o menos, todo el mundo lo ha experimentado en sus carnes. Fernando Alfaro ha levantado en torno a esta idea un disco en el que nos habla, de alguna manera, de su propia historia reciente. Desde su época en Surfin’ Bichos, su voz inconfundible ha regresado, de forma intermitente, al pop español. Tras sus proyectos en Chucho y Fernando Alfaro y los Alienistas, ahora presenta en directo, el sábado en la sala El Sol, su primer disco sin más aditivos que su nombre en la carátula. En las labores de producción, otro indispensable, Raül Fernández, “Refree”.

-¿Este disco es como una catarsis personal?

-La verdad es que sí. Porque es un poco lo que ha sido mi vida en estos últimos tiempos, que ha sido bastante catártica. No podría ser de otra forma, porque creo que soy muy sincero haciendo música. No quiero con esto decir que sea autobiográfico, de hecho normalmente utilizo un distanciamiento de ficción, pero creo que, con ficción, con hechos no verídicos, se puede o se debe contar la verdad.

-En varias entrevistas incides en que te han pasado cosas extrañas y raras. Uno se queda con las ganas de saber qué cosas.

-Hay cosas demasiado personales, pero otras sí las puedo contar. Por ejemplo, conocí a mi actual novia en Barcelona, y a la semana siguiente me fui a vivir allí, sin haberlo planeado ni pensado en la vida. A los cuatro días de estar allí tuve un accidente y me partí el brazo. Me escayolaron. Luego hice un concierto con Nacho Vegas y Abraham Boba en la sala Luz de Gas, y esa noche después del concierto me di un guarrazo y me volví a partir el mismo brazo. Y me volvieron a escayolar. Estos son pequeños ejemplos. Me han pasado cosas todavía más marcianas. Y aunque no me ocurriera todo eso, creo que por suerte la vida no es algo previsible, como un guión de película hollywoodense; si fuera una película, sería de las de autor, de esas raras que no sabe lo que va a pasar. Quiero decir, no es que me considere un bicho raro, no lo soy, pero creo que la vida es sorprendente cada día. Ahora paso por un período más estable, más sereno, y aún así, me sigue sorprendiendo. Para bien y para mal.

-¿La forma de componer, en tu caso, ha variado con los años?

-La forma básica sigue siendo igual. Todos mis amigos tienen en sus casas el estudio montado, con el ordenador y tal; yo en algunos momentos también he tenido mi estudio casero muy bien montado, pero ahora todo ese material lo tengo por ahí desperdigado en distintas casas. Compongo con la guitarra acústica, la voz y un papel. Y ya está. Y en este disco ni siquiera eso. Las canciones, en un primer momento, las he hecho en el coche, en el metro, en el tren, por la calle andando… En la más pura desnudez de la canción, simplemente trabajando la melodía. Luego ya me he metido con la secuencia de acordes, la armonía… En otras épocas me he puesto más disciplina, aunque nunca me he obligado no ya a componer, sino a tocar la guitarra. Me gusta tener la guitarra ahí al lado, y es como si me llamara. La cojo cuando tengo ganas de decir algo, de tocar. Nunca me he obligado, y cuando me he visto un poco empujado por las circunstancias a eso, por la maquinaria en la que estás metido, si tienes un grupo, una compañía, un mánager… pues me ha sentado fatal. En este disco ni siquiera sentía mi propia presión no sabía si iba a grabar un disco o no. Yo iba haciendo canciones, y pensaba que si me salía un muy buen disco, lo grababa, si no, no. Así se lo dije a Raül, el productor.

-Que ha hecho una gran labor.

-Pensé en él como un productor muy adecuado para este disco. Poco después de que me partiera el brazo por primera vez, quedé con Raül en Barcelona, y le hice la propuesta. No le podía enseñar las canciones porque no grabo nunca, ni siquiera de forma casera, algo que es normal hacer para que no se te olviden las cosas. Porque luego no las oigo, o sea que para qué las voy a grabar. Supongo que se me olvidarán cosas y canciones, pero tengo la teoría o el consuelo de que las buenas canciones no se me olvidarán, o por lo menos las mejores. Por cierto, tampoco grabo maquetas. Para este disco no hicimos demos previas, ni para el anterior ni para el último de Chucho. Llegó un momento en que me di cuenta de que hay un punto parecido al que tienes en directo en la primera vez que grabas una canción. Eso le da una especie de intención que, vale, si vuelvo a grabarla para el disco, saldrá más perfecta, pero para mí pierde algo de realidad. Me cuesta explicar qué es exactamente. Frescura, dicen, para mí es realidad, una especie de intención, o algo así. Esto iba por cómo le conté a Raül la historia, y le dije: “tengo un montón de canciones, creo que están muy bien y que me digas sinceramente, el día que pueda enseñártelas, por la escayola, si no es uno de los mejores discos que he grabado nunca. Si no, no lo quiero grabar”. Y cuando pude enseñárselas, él tiraba un poco de mí. Porque luego me volví a romper el brazo, tuve un momento difícil, y él era el que me animaba a tocar, a recuperarme. Me decía “venga, que tenemos que grabar”. Tiró mucho de mí, me ayudó, porque creía en mi disco.

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