Dentro de cuatro días cumple 65 añacos. Y es impresionante cómo los maneja. Irreductible, arrollador, Lemmy sigue al pie del cañón como si no hubieran pasado casi cuatro décadas desde sus primeros berridos a un micrófono. Ayer puso a sus pies a una Riviera abarrotadísima que se entregó al cien por cien, que se mostró apasionada por la descarga decibélica que se desplegaba ante sus sufridos oídos.Y es que si es Lemmy quien te dice “somos Motörhead, tocamos rock’n’roll”, y empieza a sonar esa maravillosa andanada de riffs, no hay nada que hacer salvo enganchar un mini, pegarle un empujón a tu compi de al lado y comenzar la fiesta.
“We Are Motörhead”, “Stay Clean” y “Get Back In Line” prendieron la mecha del público, y el power-trío lo notó. Allí se mascaba la fraternidad, y aunque a un desconocedor del repertorio de la banda pueda sonarle todo muy parecido, el feeling de su música te lleva siempre por el buen camino. Hay que decir, además, que el volumen brutal estuvo muy bien manejado desde la mesa de sonido, un logro extra tratándose de la Riviera.
Siendo el cierre de la gira europea de “The Wörld is Yours”, con sold-out además, era como para dar uno de esos conciertos memorables que pasan a los anales de la sala madrileña. Y puede decirse que, dada la edad del líder del grupo, la cosa no podía ser más bestia ni dar para más de una hora y media. Así que ninguna objeción respecto a eso. Pero sí se le pudo haber exigido algo más de energía al guitarrista Phil Campbell, que, aunque estuvo en situación, no llegó a transmitir tanto como el propio Lemmy o el batería Mikkey Dee, todo un torbellino a las baquetas.
«Metropolis», “Over the Top”, «One Night Stand», “Rock Out”, “I Got Mine”, “I Know How To Die” y «The Chase Is Better Than the Catch» mantuvieron un muy buen nivel sobre las tablas y bajo ellas, con una audiencia que tuvo que tomar un respiro en «In the Name of Tragedy», «Just ‘Cos You Got the Power» o «Going to Brazil», ya acercándose el tramo final del concierto. Pero fue a partir de “Killed by Death” cuando las primeras filas pasaron realmente a la acción, formando buenos pogos con lluvias de cerveza incluidas. La voz de Lemmy, que en algunos momentos había estado algo apagada, se creció aquí de un modo sobrenatural, como calentando el ambiente para el inicio de “Ace of Spades”, himno que fue recibido entre el bailoteo general y los cuernos bien altos. “Born to Raise Hell” y una demoledora “Overkill” clausuraron un bolo al que se le podría haber pedido -por poner alguna pega- algún puntito más de fogosidad, pero que por supuesto dejó a la hinchada más que satisfecha.
La única pega del concierto fueron los teloneros… vaya coñazo de banda. Totalmente anacrónicos, quizás hace 25 años sonarían bien, pero a dia de hoy están desfasdos por completo.