Ferla Megia presenta un alucinante caleidoscopio de ritmos, instrumentos y melodías, fruto de un cerebro privilegiado que entiende el pop como un poliedro infinito.
Por sus canciones pasean acordes inesperados, modulaciones imposibles, samples de todo tipo y ritmos que van de la tradición al futuro. Todo concebido en la intimidad de su estudio casero en los valles de Asturias. Una mente maravillosa aplicada a la música. Somos afortunados.
“Bajo un árbol”, otra de sus fantasías de samples, melodía e imaginación, hace referencia a un plan que se menciona en la primera canción del EP, «Tambor de mi Piel». El citado plan consiste en ser enterrado bajo un árbol, para que, al crecer alimentándose de Ferla, el árbol de un fruto que transmita su recuerdo y sus ideas. Genialidad, lo que decíamos. Y ese interés por trascender es palpable en sus seis canciones, según nos confiesa inspiradas líricamente en Antílopez, Javier Krahe o Mercedes Sosa, y en lo musical en artistas que toman la experimentación como camino en su obra, entre ellos The Avalanches, Rodrigo Cuevas o Baiuca. En “Parnaso”, Ferla nos habla sobre el acto de la creación y, al igual que los poetas de siglos pasados, como Dante o Virgilio, es en “Paseo interior” cuando se acompaña de su propia voz más profunda para marchar en busca de su musa.
«Los árboles no te dejan ver el bosque» recuerda en la acústica y relajada “El bosque” mientras prosigue su camino, llegando finalmente a “Hijo del corazón”, un curioso y sorprendente cierre a un trabajo único e irrepetible: éste es un arreglo vocal inspirado en la canción original de la película de Dumbo, una de las favoritas de su sobrina.
Ferla Megia lo ha vuelto a hacer, y ‘Fruto de la memoria’ es sólo el comienzo de un viaje muy prometedor.