SONISPHERE Madrid 2012 – Crónica de un festival con reyes absolutos: METALLICA

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Tras los datos de asistencia de SOS 4.8, inferiores a los del año pasado (64.000 frente a 80.000), y los de Territorios Sevilla, que no han logrado alcanzar lo previsto (la organización habló de recibir a 18.000 personas al día, y el total de los dos días se quedó en 30.000), Sonisphere Madrid ha dado un soplo de aire fresco al amenazado sector festivalero: 92.000 personas han pulverizado el récord de asistencia que tenía este evento, gracias a los 38.000 que se pasaron el primer día, y a los 54.000 que lo hicieron el segundo.

Getafe acogió una nueva edición de este festival de espíritu metalero (quizás la más potente y concurrida de las celebradas hasta ahora), en esta ocasión con cambio de recinto incluido, pues se desarrolló en el Parque John Lennon (enfrente de la Base Aérea), enclave recordado por muchos, pues allí se celebró el Electric Weekend de 2009, con Metallica y Rage Against the Machine como grandes protagonistas.

Dimos gracias a la providencia (y eso que somos ateos) por el cambio de ubicación del festival; en las dos últimas ediciones nuestros pulmones sufrieron de lo lindo en el dichoso secarral del Cerro de los Ángeles, que inevitablemente se convertía en una polvareda infernal con el trasiego (y agitados bailes) de la concurrencia. El que esto suscribe estuvo echando ‘cocos’ negros durante una semana el año pasado. Nuestra salud ganó una barbaridad con el cambio, en un recinto asfaltado que tiene bonito hasta el nombre: Auditorio John Lennon.

No insistiré más en la cuestión, si bien el sábado estuvimos apretujados como sardinas enlatadas durante las descargas de Slayer, y METALLICA, a la postre, grandes reclamos -junto a Soundgarden– de un festival que vuelve por sus fueros, tras el mediocre cartel del pasado año. Vayamos por partes, en el análisis de cuanto dieron de sí las dos jornadas. En primer lugar, tuvimos que luchar contra el cansancio en una especie de maratón de puro acero por establecer la capacidad de resistencia de nuestro propio cuerpo. Seguro que en  futuros análisis, damos alto en hierro y en cobalto, tras soberano festín. En el capítulo de agradecimientos, destacar la buena organización que tuvo en líneas generales el SONISPHERE 2012 y en especial, por la carpa que habilitaron para que los futboleros pudiéramos disfrutar a cuerpo entero y en pantalla grande de la Final de Copa. Pero esa es otra historia, a la que más abajo haré referencia.

VIERNES 25 DE MAYO

La tarde del viernes comenzó con el metal prolijo de Six Hour Sundown, la banda de Lauren Harris (hija del conocido bajista de Iron Maiden, Steve Harris), el hardcore abrasador de Corrosion of Conformity, y los gorgoritos engolados de Sonata Arctica. Un buen aperitivo para el rap-metal de Limp Bizkit y sus curiosas versiones de clásicos de antaño: “My generation” o la todavía más sorprendente “Faith”. Sobraron los largos parlamentos e interrupciones de su líder y cantante Fred Durst, en plan estrellita más que nunca, si bien los arreglos de guitarra y en general el buen hacer de la banda, dieron un tono Rage Against The Machine a un chandal-metal provocador que la parroquia agradeció bastante. En mi modesta opinión, fueron una de las sensaciones más positivas del festival.

A continuación aprovechamos para ver la Final de Copa (pitada al himno incluida) con abrumadora presencia de aficionados del Athletic en la carpa. Como las dos aficiones estamos hermanadas (y en general la peña se comportó muy bien) no hubo ningún incidente ni el más mínimo roce. Los aficionados del Barça (entre los cuales me incluyo) dimos nuestro más sincero pésame a la parroquia del Athletic al final del encuentro, y hubo abrazos y confraternización rockera. En el descanso del partido aprovechamos un rato para ver cinco o seis tonadas (las que nos dio tiempo) de los punk-pasteleros The Offspring. La banda californiana ofrece bolos y pare canciones como las gallinas ponen huevos, siempre redondos, ovalados, y con el mismo ritmillo…

Kyuss Lives! y Paradise Lost cumplieron bien su papel de «último calentón antes del calentón», los primeros con una energía bastante bien proyectada y un sustituto de Nick Oliveri que dio el callus bastante bien, y los segundos remozando esos viejos clásicos inmortales junto a los innumerables nuevos discos de onda más electro-gótica.

Con la adrenalina desatada y alegría desbordante que inyectó la victoria de un BARÇA con mayúsculas (en un partido magnífico) nos sumergimos en la pálida actuación de Soundgarden, probablemente el gran fiasco del SONISPHERE, en opinión de muchos, entre los cuales me incluyo. Un poco reconocible Chris Cornell desgranó un show que arrancó con mal sonido, lento, depresivo y falto de ritmo, con puntuales arrancadas que no terminaban de despegar ni elevar a una audiencia ávida de vatios y sensaciones electrizantes. Terminó, eso sí, bastante mejor de como empezó, además de haber dejado sobre la mesa joyas como «Jesus Christ Pose» que dejaron satisfechos a sus seguidores más fieles.

Por su parte, Machine Head lidiaron con el lógico cansancio de la masa con buenas herramientas: ganas, carisma, clásicos tremebundos y un no menos arrollador nuevo álbum que sonó estupendo en el escenario grande.

Cuál fue nuestra sorpresa al ver a Orange Goblin, una de las grandes revelaciones -junto a Clutch– del certamen, marcarse a continuación una tremenda descarga (la que hubiera correspondido a Soundgarden) y llevarse los laureles de la velada, con un stoner-rock a quemarropa, flamígero, grasiento, llevando en volandas a unos fans ‘tostados’ que deseaban abrasarse del todo con esos riffs ásperos como lija afilada, sulfúricos como un volcán en plena erupción. Dulce sensación y miel en los labios de vuelta a casa.

SÁBADO 26 DE MAYO

El sábado de autos tratamos de acudir temprano para ver a los acorazados Mastodon, circunstancia que nos fue imposible dado lo complicado del aparcamiento en las calles aledañas al recinto. Tras dar muchas vueltas, encontramos un pequeño hueco en nuestra plaza favorita (donde aparcamos el día anterior) pero entre la caminata y lo ajustado de los horarios nos fue imposible asistir a la descarga atronadora de la banda de Atlanta.

Tras ellos, Within Temptation se marcaron una actuación notable, que se vio algo deslucida al final, cayendo siempre en los mismos recursos y temple altisonante, pues la función fue de más a menos. Rock bastante líquido que un principio nos hizo recordar hermosas bandas sonoras de los años ochenta, como “Calles de Fuego” o aquellas preciosas y desgarradoras baladas que Jim Steinman compuso para Meat Loaf.  Prendada de si misma, la cantante Sharon cerró en falsete un show donde abusó en exceso de ese tipo de tonalidades.

Slayer se presentaron flanqueados por unas tremendas columnas de amplis Marshall a sus espaldas (que luego resultaron ser de atrezzo). Más falsos que judas, prometían descargar el averno sonoro sobre nuestros sufridos tímpanos, pura lava volcánica que a la postre resultó ser polvo cósmico, en la actuación más decepcionante y gris de cuantas compusieron el SONISPHERE 2012. Mucho ruido y pocas nueces, como reza la conocida obra clásica, el ser o no ser del metal diabólico que se quedó en una pálida sombra de sí mismo. Unos vulgares fantasmas que deambularon sin pena ni gloria por el escenario, recordando las viejas calaveradas de antaño, por muchas pintas y tatuajes que luzcan.

METALLICA, los triunfadores con mayúsculas del evento, demostraron una vez más que ellos juegan en otra liga (la de los campeones, la del GRAND ROCK, esa liga descomunal de estadio que solo pueden alcanzar leyendas de la talla de U2, AC/DC o Bruce Springsteen) y que su reino no es de este mundo de mediocridad, guitarrazos y tentetieso. Se marcaron un show colosal, impresionante, probablemente el mejor de cuantos haya visto (nunca me han defraudado), y siempre me han deleitado a rabiar. En sus acordes, toda la grandiosidad del metal más puro, afilados como un puñal, cortantes como un diamante, desgranando en orden inverso el “Black Album” para deleite y satisfacción de las 60.000 personas que abarrotaban el recinto. De inicio, unas supremas “For whom the bells tolls”, “Master of Puppets” y “The shortest straw” pusieron al personal a cien, justo antes del plato fuerte, del acerado ritmo progresivo de tonadas como “The struggle within”, “My friend of misery”, “The god that failed”, “Of wolf and man”, pura delicia y pura filosofía sonora en títulos inolvidables como “Nothing else matters”, “Wherever I may roam”, “The Unforgiven”, “Holier than you” o las supremas “Sad but true” y “Enter sandman”. Con unos recursos visuales de lo mejor que hemos visto últimamente, y el escenario repleto de pantallas ‘leds’, James Hetfield y Kirk Hammet dieron una verdadera cátedra, disertando sobre lo divino y lo humano, acerca de esos dioses con pies de barro en una civilización en bancarrota. Proyectaron un ROCK TOTAL (al igual que la Selección Holandesa de 1974 o el BARÇA actual -a nivel futbolístico-) que reverberaba en las pantallas, mostrando a las claras el magisterio de unos tipos fuera de serie. Mención aparte para Lars Ulrich y Robert Trujillo, inasequibles al desaliento con su trepidante base rítmica durante las dos horas y cuarto que duró la función. Una maravillosa “One” culminó la obra maestra: explosiones, llamaradas y láser por doquier, el sinsentido de la guerra, la destrucción, el abandono, el autismo y la soledad que mostraba el film “Johnny cogió su fusil”, en una balada expresionista como pocas, más la sempiterna y agradecida “Seek and Destroy” echaron el telón a un mágico sortilegio que tardaremos mucho tiempo en olvidar.

Después de tamaña descarga, ya sobraba todo lo demás. Aun así, los norteamericanos Clutch fueron capaces de sorprendernos en el escenario pequeño, con su rock sureño abrasivo, mitad stoner, mitad blues-hardcore-funk pasado de rosca. Algo así como un cruce bastardo entre ZZ Top y Motorhead, al menos eso transmitían, si bien nuestra capacidad de entendimiento ya andaba bastante mermada por el cansancio acumulado y por el flipante espejismo sonoro que acabábamos de presenciar, la deslumbrante actuación de unos Metallica en estado de gracia, que todavía revoloteaba en nuestras cabezas.

En notable forma, la banda de Maryland -Clutch- fue un gran descubrimiento en el SONISPHERE 2012. Nuestro cuerpo no daba para más, estábamos molidos, si bien conseguimos resistir unas seis canciones de Evanescence para constatar cuán hinchadas están ciertas bandas, que pretenden ocultar con gorgoritos y pedales de distorsión su falta de talento y creatividad. Eso fue todo, amigos.

AQUÍ TENÉIS ALGUNOS VÍDEOS DEL AMBIENTE EN LOS CONCIERTOS:


2 Comments

  1. Solo comentar que también fueron muchos los que disfrutaron, y mucho, de un gran concierto con Soundgarden. Sorprendidos (sobre todo los fans más seguidores de la banda) de la estupenda ejecución, tablas y repertorio que ofrecieron los de Seattle , bastante menos encajonados en los tiempos y guión que otros «grandes» que también actuaron en el festival. Ciertamente los problemas técnicos en los 3 primeros temas no hacían presagiar el emocionante despliegue de oficio que sobrevino a continuación, una vez superados los mismos.

    Aseverar que «Jesus Christ Pose» fué tocada al principio y no al final como se dice en la crónica. Que en ningún momento tocaron «Superunknown» (pues media audiencia hubiese reventado de gozo) y que, además, el video que se ofrece al final de la crítica no es de este tema, sino de «my way». Muy celebrado también, por lo inesperado.

    Un saludo a todos!!

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