Crítica – NACHO VEGAS “La zona sucia”

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Género: Folk-Rock

Sello: Marxophone

PUNTUACIÓN: 7,5

Tengo que reconocer que no había escuchado un disco entero de Nacho Vegas hasta que por motivos de trabajo, presté su debida atención a “Manifiesto Desastre”, una gran obra. Siempre hay mejores cosas que escuchar, me decía…

Antes de pinchar “La Zona Sucia”, me contaron que el centro de este nuevo universo que dibuja Vegas es su reciente ruptura sentimental, y quieras que no, eso condiciona la escucha. Aunque es fácil, muy fácil adivinar de qué va la cosa en cuestión de segundos. Al principio, con el primer corte, un folk a la americana titulado “Cuando te canses de mí”, da la impresión de que nuestro amigo ha encontrado fuerzas para tomárselo con cierta socarronería: el tono del acorde de guitarra suena optimista, y hay frases como “Cómo voy a vivir cuando te canses de mí… Ay de mí” que suenan a autoflagelación y provocan un amago de sonrisa. Pero el segundo tema, mucho más oscuro instrumentalmente, contiene uno de los versos más acertados y cabrones de su trayectoria letrista: “Yo me limitaba a contemplar / la misma grieta de la pared / alguien dijo “habrá que demoler” / no sé cómo no lo vi llegar / era el día de la gran broma final”. En el quinto, “Taberneros”, ya queda todo muy claro (“Ahora sé que lo único inagotable / es esta insoportable pena / ya se fue mi amor / lo sentí marchar / ya no volverá”). Nacho está bien jodido.Con este disco, ha conseguido crecer aún más como contador de historias, como cómplice de su oyente; hace que prestar atención a lo que se dice en cada canción se convierta en una serie de proyecciones, en una experiencia que supera la mera escucha de música. La ingeniería de estudio de Paco Loco no hace más que apartar cualquier obstáculo entre Nacho y el oyente, elaborando un sonido de voz que se mete en el pecho, cercano -sólo hay un tema en el que las voces dobladas tengan prominencia-, intenso, real –no os perdáis el gallazo que dejan tal cual en “Taberneros”-, y guiado por fraseos tan virtuosos como dolientes y desbordantes de emoción.
No hay momento para ritmos distraídos, no hay concesiones a la obviedad, ni en música ni en letras, pero nada resulta excesivo ni tedioso. Ha dado con el punto justo de cocción entre sus obsesiones y lo que el público puede deglutir, asimilar de ellas. Su interacción con los coros infantiles de “Perplejidad”, los preciosos arreglos de cuerda en “Lo que comen las brujas”, y el cierre con “Mercado de Sonora”, una interesantísima producción, no hacen más que certificar el éxito de su nueva criatura: un cuerpo bonito de ver, con curvas algo cerradas, algunas escondidas, y diferentes partes apetecibles de tocar, oler y degustar, zona sucia incluida.

Estaba equivocado, o más bien era un ignorante. Nacho Vegas es una de las mejores cosas que se pueden escuchar.

1 Comment

  1. Totalmente de acuerdo con la crítica. Para todo aquel que exija algo más que un simple estribillo pegadizo y letras sin trasfondo, este maestro del enlace de palabras, no para de dejar bien claro donde está su talento.

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