La cantautora californiana reimagina diez clásicos del jazz y la canción popular americana con una sensibilidad minimalista y emocionalmente desgarradora.
Tras el aclamado Dulce (2023), el cual fue destacado por NPR y Magnet Magazine por su inusual enfoque en la canción de autor, Maria Elena Silva regresa con un ambicioso proyecto titulado Wise Men Never Try .

Su primer volumen ya está aquí y vuelve a demostrar que Silva no es una artista más: su capacidad para renovar lo conocido y hacerlo profundamente íntimo y revelador está fuera de toda norma.
https://mariaelenaband.bandcamp.com/album/wise-men-never-try
Wise Men Never Try Vol. I no es un disco de versiones al uso. Silva, acompañada por un trío de músicos excepcionales (Erez Dessel al piano, Tyler Wagner al contrabajo y Ben MacDonald a la guitarra), reconstruye diez estándares del Great American Songbook desde una perspectiva sutil, introspectiva y, en ocasiones, desgarradora.
Desde los primeros compases de Walk A Little Faster, con clusters disonantes y silencios tensos, queda claro que este no es un disco de nostalgia: es una obra que desnuda las emociones latentes en canciones aparentemente inofensivas.
En The Night We Called It A Day, Silva extrae una tristeza melódica de una belleza demoledora. Y en All of Me, su voz reverbera como un rezo contenido, una súplica disfrazada de estándar.
“Mi intención es respetar la música y dejar que se muestre tal como es, creando mucho espacio… apoyándome en el silencio y dejando que las formas armónicas aparezcan lentamente”, explica Silva.
Las canciones elegidas giran en torno a finales de romances o a comienzos titubeantes, esos momentos de pausa emocional donde todo puede cambiar.
Cada pieza está tratada con una quietud abundante, tiempos relajados y un foco absoluto en las melodías. Destacan joyas como You Don’t Know How Glad I Am, This Is Always (con un solo introspectivo de Wagner) o I’m In Love Again, con una guitarra fantasmal que arropa la voz como un susurro.
El cierre, Some Enchanted Evening, es simplemente sublime. Silva canta con una dulzura sobrenatural, sostenida con delicadeza por Dessel y Wagner. Una despedida que se queda flotando en el aire.