Hoy, los influyentes abanderados del psych-punk angelino, Frankie and the Witch Fingers, han compartido otro ejemplo de lo que se puede esperar de su nuevo álbum Trash Classic…
«Total Reset» llega con un video con la letra apropiadamente sórdido. El nuevo tema precede al lanzamiento este fin de semana de la impactante actuación que la banda ofreció en una tienda KEXP el año pasado.
Grabado en vivo en el KEXP Gathering Space de Seattle, presentado por la legendaria Cheryl Waters, y ahora inmortalizado en el vinilo de edición limitada «REACTOR BREACH» con salpicaduras de colores para el Record Store Day 2025.
«‘Total Reset’ es una explosión espasmódica de punk y sinteatría, un lanzamiento de producto tecnológico para la era poshumana», afirma la banda. Escribir y grabar una canción puede ser un verdadero engorro, así que esta vez dejamos que la IA se encargara (más rápido, más barato, sin quejas).
Soltó una bonita cancioncilla apocalíptica: la humanidad está acabada, unos pocos afortunados se salvarán para reiniciar la civilización. Curiosamente, la canción tiene un toque de ritmo, así que quizá no necesitemos humanos para crear cosas después de todo.

Trash Classic sigue a otro clásico, la aclamada obra maestra de la banda de 2023, Data Doom. La revista FLOOD tuvo una visión casi profética, señalando que Data Doom «se siente mucho más acorde con las connotaciones de ciencia ficción distópica clásica, cambiando los riffs de marihuana por pulsos gélidos de new wave».
La revista SPIN fue pionera en declarar que la banda se ha «convertido en un peso pesado del rock underground, el punk y la psicodelia», y Exclaim! elogió la tendencia de la banda a «caminar entre lo camaleónico y lo autoritario, utilizando una inventiva inagotable como arma para burlar a la inteligencia artificial».
Trash Classic marca una mutación salvaje para Frankie and the Witch Fingers: un disco que gruñe con veneno proto-punk, melodías angulares y texturas electrónicas que tosen y chisporrotean como luces de neón moribundas bajo un cielo envenenado.
Este disco lleva el sonido de Witch Fingers al filo de la navaja. Nervioso y espasmódico, se inclina hacia el synth-punk y la new wave fracturada, con fragmentos de mugre industrial incrustados bajo las uñas. Las guitarras detonan y cortan como bloques de hormigón a través del cristal, mientras que las líneas de bajo rechinantes se deslizan por el lodo, vivas y bulliciosas.
Los sintetizadores vibrantes toman la delantera, impulsando ritmos implacables que crujen y explotan, empapados de un brillo químicamente saturado: mitad pogo desenfrenado y veloz, mitad delirio de pista de baile. Las voces se abren paso como transmisiones cargadas de estática, equilibrando la sonrisa burlona con la mueca de desprecio, superponiendo una inquietud juguetona con temas de escapismo, decadencia y excesos.
Las canciones nacieron en la mugre de Vernon, Los Ángeles, un páramo plagado de autocaravanas destrozadas y maquinaria oxidada, donde el aire sabe a asfalto y comida para perros.
Pero la verdadera alquimia ocurrió en Oakland, en Tiny Telephone Studio, donde la productora Maryam Qudus (La Luz, Spacemoth) ayudó a transmutar las pistas en su forma final. Tonos desquiciados, experimentos de grabación poco convencionales y desvíos sonoros salvajes transformaron las canciones en algo vivo e impredecible.
