La isla de los cuadrados mágicos pasa por El Sol (crónica del concierto de Halloween de LOS NASTYS + THE PARROTS en El Sol)

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nastys-16En cada una de las décadas ha existido un movimiento juvenil e hiperhormonado, deseoso de liarla parda con sus pandillas, de experimentar juntos y sacar lo más crudo. El revival sixties de esta década, y en concreto en los Madriles, es auténtica explosión de salvajismo.

Cuando entré en la Sol este sábado, estaban empezando The Parrots, ataviados con ropajes marroquíes; y con chilaba y airline, volví a escuchar ese sonido por el que BOMP! Me interesé en su día por los Black Lips. Las influencias de estos tíos se intuyen nada más escuchar un par de pildorazos… Strange Boys, Burguer Records… En su primera grabación, Adenparrots-9 Arabie, quizás pecaron de tomarse al pie de la letra el estilo de los de Austin, pero en el último año y medio han decidido tirar más de reverb y delays para darle una ambientación mucho más ruidosa y enrevesada a sus melodías, lo que les ha dado un toque mucho más genuino. En vez de evolucionar hacia un sonido más limpio, The Parrots nos demostraron que también se puede avanzar hacia lo crudo, a medio camino entre algunos Nuggets poperos y las canciones más alborotadas que hicieron los Black Lips en We did not know the forest spirit made the flowers grow, como en el tema Gigantic Trees de su penúltimo 7″. Como dicen ellos Loving you is Hard, pero nada como un amor jodido para engancharse hasta la médula.

Luego de tocar Los Loros llegó el turno de Los Nastys… Con el rollo de no poder fumar en los conciertos, se empezó a sentir el olor penetrante a sobaco de los txavales, flipando en colores con todo lo que estaba sucediendo a su alrededor. Se deben estar repartiendo cuadrados mágicos antes de sus conciertos, porque la gente que miraba a los «pogueros» tenían cara de «pero a estos… ¿qué les pasa?». Pasa que Los Nastys han conseguido reunir en sus bolos a los que buscan desahogarse a salto limpio y empujón por empujón. Menos mal que «He visto a Dios»  y tenemos un hueco para respirar y hermanarnos después de unas cuantas ostias.

El interludio dura poco, ahí estábamos para «Fumar, beber, romper»  como reza el primer título su último trabajo.  En La isla de los cuadrados mágicos estos majaretas nos han dejado claro que quieren más y que están trabajando en ello. Han dado un muy buen salto hacia delante en este disco y lo disfrutamos en su concierto, letras más punzantes y estructuras más elaboradas, sin perder su punto fuerte, la chulería (en el buen sentido). Si Madrid es un cementerio, en El Sol estaban las momias sudadas más encantadoras.

El antropólogo Levi Strauss distinguía entre lo salvaje y lo civilizado utilizando la metáfora de lo crudo y lo cocido, esperemos que el fuego no haga que este momento nos transforme en comida precocinada para cualquier gaznate.

Texto de Galo Barahona y Nicolás Serrano. Fotos cedidas por WAKEANDLISTEN

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