Crónica – HYPERPOTAMUS (31 octubre, El Sol)

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La noche de Halloween se presentó en la sala El Sol de Madrid el segundo álbum (titulado “Delta”) de Hyperpotamus. Muchas eran las ganas que teníamos de ver su directo, pues cuando uno escucha sus grabaciones piensa: ¿cómo lo hará? ¿qué tipo de artilugios utilizará para generar esos sonidos, esos coros?. Además, habiendo escuchado hasta la saciedad su primer disco nos preguntábamos con qué nos podría sorprender en esta ocasión.

Cuando un artista debuta con un trabajo tan bueno como fue “Largo Bailón”, crea muchas expectativas entre sus fans de cara a nuevos proyectos, y no es nada fácil subir aún más el listón musical y creativo, teniendo en cuenta que en principio ya no se cuenta con el factor sorpresa que supuso el primer trabajo.

22.50h de la noche. Casi lleno absoluto (algo más de 300 personas), aunque suficiente para estar a gusto, desde cualquier parte de la sala se ve bien el escenario y nadie te empuja tirándote la copa al suelo. Público muy variopinto, diferentes procedencias, edades, intereses, sexos… Muchos amigos que alardean de conocer a Jorge de toda la vida e
incluso algún que otro hortera disfrazado de drácula o muerto viviente pretendiendo ganar el “premio especial al mejor disfraz” anunciado al comprar la entrada en ticketea.com. Buen precio de entrada (10€ anticipada y 12€ en taquilla), y además se regala una copia del cd que se presenta (en realidad sólo a los 300 primeros, aunque eso no se
había indicado, el resto ajo y agua; si bien ya es bastante para algo que seguramente  ha tenido que costear Hyperpotamus de su propio bolsillo).

Sobre el escenario mucho cable, un par de micros de voz, una batería y sus famosos loopers de pie (un rc20 y un rc50). Sale Jorge entre aplausos y ovaciones. Se le ve tranquilo, dando tragos a una copa que lleva en la mano (y que a mitad de la actuación cambiará por una bota de ¿vino?). Dedica unas palabras al respetable e inicia su juego se sonoridades vocales. La noche promete.
Entre arrítmicos y estrambóticos bailes, fuerte expresión corporal y sobre todo con la elasticidad de su voz Hyperpotamus pronto consigue caldear el ambiente e invitar al público a viajar con él a su especial universo sonoro. Él sólo se vale para llenar el escenario, como si de una banda se tratara. Es un auténtico hombre orquesta lleno de
cualidades musicales, creativas e interpretativas. Sus temas son un verdadero puzle de sonidos que salen de su garganta, de su cerebro,  y poco a poco va creando una estructura sobre la que luego remata con eclécticas letras, beatbox, gemidos y sonidos de toda índole que consiguen alcanzar una extensa variedad de timbres y tonalidades. Es
pura creación e inspiración musical al alcance de muy pocos.

Uno a uno va componiendo los temas de su nuevo disco (“Seahorse for Dragon”, “Sailboat”, “De Camino”, “Electroclash”, “Una, Grande y Libre”, “Tetris in Zurich”… y así hasta 10), y empezamos a notar ya las diferencias con su primer trabajo pues podemos distinguir ahora cierta estructuración, más linealidad y evolución, sin significar eso
que deje de lado la espontaneidad que le caracteriza. La noche se va calentando con el transcurso de los minutos, especialmente cuando decide echar la vista atrás y deleitarnos con algún single del que fue su debut  “El largo bailón”,  si bien los momentos de mayor esplendor llegan al acompañar algunos temas con beats de una batería para generar más capas sonoras y enriquecer más si cabe sus composiciones, e incluso en uno de los últimos es acompañado por un trío de vientos (saxo, trompeta y trombón) que hacen las delicias de los asistentes.
Escuchando luego el disco descubres que son sólo incorporaciones instrumentales utilizadas para el directo, pues en las grabaciones se vale únicamente de su voz.

Jorge baila y se mueve a sus anchas por el escenario, se le ve realmente entregado, gozando con lo que hace. Tan en su ambiente que termina descalzándose. De vez en cuando presenta los temas, suelta algún chiste (verbal o gestual) y se dirige al público, pero en realidad da la sensación de que toca para sí mismo; es fácil imaginarle en su estudio o en su propia casa actuando de igual modo, con la misma concentración, fuerza y disfrute, sintiendo la música como si ésta fuera parte de su alma, su corazón, su vida.

Podría decirse que el concierto estuvo cerca de la perfección, si bien siempre hay un pero. Antes mencionaba que las cualidades de Hyperpotamus estaban al alcance de muy pocos, y no sólo a la hora de crear, sino también de sentir, de entender. Y es que si hay que poner un pero, sería por culpa de una parte del público que no llegó a entregarse del todo. No les culpo, simplemente era porque quedaban lejos de comprender lo que sobre el escenario estaba sucediendo.
Incluso más de uno tenía cara de pensar: – pues no es para tanto, yo eso también lo hago -. No tengo mucho que decir sobre esto, sólo que la incultura musical que nos rodea da un poco de lástima, o bastante, pero no se puede pedir más del que no está dispuesto a reconocer la genialidad de los demás sólo porque no es capaz de asimilarlo.

Tras casi dos horas llegó la hora del boche final. Quizá todos esperábamos su conocido cover de “Sweet Dreams”, pero decidió terminar con el genial “The Unhappy Hedonist”, causando furor entre sus incondicionales. Salimos del local con la sensación de haber aprendido que no todo está inventado y por supuesto con ganas de más. Pero todo lo bueno se acaba y lo bueno si breve…

3 Comments

  1. ejem, no mencionas el chascarrilo del telonero? a mí jorge me encanta, y por eso me llevé a gente a verlo… pero de repente sale un guitarrista flamenco, que no tiene nada que ver con lo que hace jorge, y se pone a tocar media hora larga …pues a mi y a la gente que llevé por lo menos nos hundió toda la moral, y luego nos costó muuuucho remontar.

    un concierto es como un espectáculo, es un todo, y aquello no pegaba ni con superglú.

    no sé si le obligaron o alguien le aconsejó mal, pero un telonero tiene que caldear el ambiente, no hundirlo!

    y eso que me encanta el flamenco.

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