FRANKIE & THE WITCHFINGERS la lían con «Trash Classic»: nuevo disco, videojuego y más locuras

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¡Alerta freaks del fuzz y la distorsión! Los siempre explosivos Frankie and the Witch Fingers, una de las bandas más influyentes del psych-punk angelino, acaban de soltar su esperadísimo nuevo álbum: Trash Classic, editado por The Reverberation Appreciation Society y Greenway Records.

Y viene acompañado de un videoclip para su último single «Economy»

Mientras muchas bandas se quedarían celebrando con una birra, Frankie and the Witch Fingers han lanzado también su propio videojuego jugable (sí, como lo oyes), y hasta una mezcla de café personalizada llamada Trash Classic, en colaboración con Fuzz Coffee Roasters…

Trash Classic es un paso mutante y salvaje en la evolución del sonido de Frankie and the Witch Fingers. El disco escupe veneno proto-punk, melodías angulares, texturas electrónicas desquiciadas y una energía que te sacude como luces de neón moribundas bajo un cielo envenenado.

Más afilado y urgente que nunca, el álbum se retuerce hacia terrenos synth-punk, new wave fracturado y hasta con restos de mugre industrial pegados a las uñas. Guitarras que estallan como bloques de hormigón contra cristal, bajos que reptan por el lodo como criaturas venenosas, y sintetizadores zumbando como una rave postapocalíptica en pleno colapso.

Las voces, con ese guiño burlón marca de la casa, atraviesan el caos como transmisiones entrecortadas, hablando de escapismo, decadencia y exceso con ironía y rabia.

Las canciones nacieron en Vernon, un rincón industrial de Los Ángeles donde el aire huele a alquitrán y comida para perros. Pero fue en Tiny Telephone Studio, en Oakland, bajo la batuta de la productora Maryam Qudus (La Luz, Spacemoth), donde tomaron su forma definitiva.

Ahí todo valía: grabaciones no convencionales, locura sónica y un ritual diario de dibujos animados a todo volumen que convertía el estudio en una especie de parque temático psicodélico.

Las sesiones, impulsadas por atracones de chuches a medianoche, se convirtieron en una especie de delirio febril, una orgía creativa que nos deja como resultado este disco: un monumento crudo y retorcido al exceso, la podredumbre y el glamour tóxico. No es solo un álbum: es una biblia sonora del vertedero. Un evangelio punk para quienes se atreven a meterse de lleno en su basura brillante.

Su imparable ética DIY y una agenda de giras globales sin descanso los han llevado a compartir escenario con bestias como Ty Segall, Oh Sees, OFF!, Cheap Trick y ZZ Top. Y todavía están en plena transformación. Prepárate para seguirlos en su próxima mutación.

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