Ya habíamos avisado de que su salida del hospital, el pasado 7 de enero, tenía muy mala pinta. La leucemia y otras enfermedades se han llevado por delante a una de las últimas grandes voces del blues. Nacida en Los Ángeles el 25 de enero de 1938, muere a punto de cumplir 74 años.
Como otras muchas cantantes negras, comenzó cantando gospel en el seno de la iglesia Baptista. En San Francisco conoció precisamente a Johnny Otis, que también nos acaba de dejar, y que la invitó a formar parte de su banda cuando solo tenía 14 años, alcanzando el éxito con temas como «Something’s Got a Holdd On Mey». Ya en los sesenta comienza su carrera de solista, apoyada sobre todo por el sello Chess Records. En ese espacio del rhythm blues abarcó, con su poderosísima voz, el jazz, el blues y se acercó al gusto de los jóvenes con versiones de grupos como los Eagles.
Luego llegarían sus problemas con la obesidad y las drogas, pero en 1988 retomó su carrera con el disco «Seven year Itch». Desde 2001 forma parte del Blues Hall of Fame, junto a los grandes mitos del género.