El clarinetista y director de orquesta neoyorquino de adopción (nació en Chicago), responsable de algunas de las composiciones más divertidas y luminosas del jazz, y mentor de innumerables figuras del género, murió hoy hace 25 años. Por su orquesta pasaron leyendas como Harry James, Teddy Wilson o Gene Krupa, y trabajó con los mejores (Ella Fitzgerald, Billie Holiday) especialmente en la década de los 30 (en la que fue el rey del swing) y también en la de los 40, alcanzando su máxima brillantez en sus años junto a Lionel Hampton -con el que hizo la primera actuación pública de músicos interraciales-, una etapa gloriosa la que extraemos esta excavación de hoy, «Sing, sing, sing», en una interpretación sencillamente grandiosa.