Venderse, como dicen siempre los fans fundamentalistas de este o aquel grupo, no tiene por qué obligar a la defenestración si, después de años bajo tierra, mantienes un mínimo de calidad en tus composiciones aunque las hagas más accesibles. Pero si encima esa calidad no sólo supera el listón, sino que lo sube, es que algo se ha hecho muy, pero que muy bien. Es lo que le ha ocurrido a Sr. Chinarro, que nos recibió en la sede de su sello Mushroom Pillow para hablarnos de sus sensaciones al entregar su disco más comercial hasta la fecha, “Presidente”, y de lo mosqueado que anda con el tema del streaming. Momento perfecto para publicar esta entrevista, ahora que se están dando los pasos decisivos en la conformación del mercado de música online.
¿Qué ha mandado a la hora de moldear este disco?
En la producción hemos sido más perfeccionistas, más cuidadosos, para que suene mejor y llegue a más oídos. El que escucha mucha música está acostumbrado a cosas que se salen de lo normal, pero el resto no. Ahora estoy en la parte en la que me diviertomás, el directo. Porque antes yo producía mis discos, y ahora me he limitado a cantar y tocar la guitarra. En directo soy por lo menos la cuarta parte.
¿Y cómo te has quedado haciendo un disco más “feliz”, por decirlo de algún modo?
Bueno, el disco tiene un lado más taciturno, como siempre. Si Sr. Chinarro hiciese un disco que fuera todo el rato alegre le estaría cantando a la falsedad. Yo puedo tener un momento de optimismo, pero no es mi estado habitual, ni el de nadie.
La gente que no piensa mucho suele ser más feliz.
Pero esa gente tampoco escucha música, o por lo menos la que yo quiero hacer. Cuando veo que millones de jovencitas que se vuelven locas con Justin Bieber me quedo alucinado, no sé si van por sus canciones, porque sueñan con tener una experiencia sexual con el chaval… o sea, ¿qué quieren? No lo entiendo. Igual es música, pero creo que es todo trampa… ¿Lo ves? Hay muchas cosas que me entristecen, y ahí están en el disco.
La crítica ha sido unánime.
Ha ocurrido una cosa que no es nada habitual. Periodistas, tanto por teléfono como en persona, comienzan las entrevistas dándome la enhorabuena. Eso no suele ocurrir, te dicen si les ha gustado más o menos, pero dar la enhorabuena… eso no lo había vivido nunca. Estoy muy contento y lo agradezco mucho, pero por otro lado me hace pensar que mi disco ha sido un nuevo fracaso, porque el divorcio entre crítica y público sigue existiendo. Los críticos tenéis un tiempo para disfrutar del disco, del que no dispone la gente.
No te creas que tenemos tanto tiempo… la saturación de discos a veces no deja disfrutar de uno en concreto todo lo que nos gustaría. Siguiendo con el disco, ¿la composición de los temas fue más relajada?
No, costó porque se nos echó el tiempo encima. Los primeros temas los compuse cuando la crisis estaba estallando y todo el mundo estaba fatal, y se notó. Salieron canciones muy de bajón y no nos gustaron. Entonces decidí pasar una temporada en Málaga, donde escribí una novela que se publicara dentro de poco, supongo, y después ya empecé a sacar los bocetos de los temas de “Presidente”. Ya había que hacer el disco como fuera. Y en la grabación, la verdad es que hicimos muchas tomas, fue mucho trabajo.
«Con el tema del Spotify, no sé si las discográficas nos están ocultando algo»
¿A lo mejor la presión del tiempo hizo que saliesen temas menos introspectivos?
Bueno, no sé… La verdad es que hubo una cosa en la que me basé bastante. Yo cuando salgo a correr me pongo música, porque si no es muy aburrido, y pensé, “si una canción no sirve para correr, ¿para qué sirve?”. Y todas las que funcionan para correr tienen algo en común, no voy a explicar ahora la teoría del hit, pero con algunas canciones quise aplicar las conclusiones que saqué de eso. Pablo me decía, “macho, me vas a tener que dar anfetaminas para tocar tantos temas rápidos, yo me canso”, porque él tiene más querencia por el jazz, el country y tal. Yo le dije: “eso del country está muy bien, pero Estados Unidos pilla muy lejos, aquí no tenemos vacas, y vamos a darle un poco de caña”. En eso había premeditación.
¿Te gustó la crítica de Diego Manrique?
Me encantó, porque que él no distinga entre canción y envoltorio, entre composición y producción, no quiere decir que las ponga en competición, sino que las une en una misma cosa.
¿Y lo que decía de que giras hacia el «pop honradamente mainstream»?
El mainstream me queda muy lejos todavía, afortunadamente además, porque cuando pienso en lo que la gente ve en la tele, cuáles son sus preocupaciones, no quiero tener nada que ver con ellos. No quiero tener nada que ver con la gente que ve Tele5, o los que van a dos conciertos al año y van a ver a…. bueno mejor no voy a decir el nombre que no quiero ganarme enemistades. Es la gente que compra un CD, si lo compra, como si fuera cualquier producto de consumo más. Siento cierto desprecio hacia gran parte de la población, y sería esquizofrénico por mi parte querer caerles en gracia ahora. La gente piensa lo mismo que en el vídeo de José Mota, la parodia de Radio3, que tiene su gracia, pero que representa lo que piensa la gente cuando escucha o ve algo independiente. Y él también. Me refiero a Mota. Si pudieran nos apalearían. No quiero gustarles, me dan miedo, sólo quiero que no me apaleen, no les pido más.
¿Aprendes cosas de ti cuando escuchas tus canciones?
Sólo cuando ha pasado mucho tiempo. Es como en las fotos, lo ves y dices, “anda, mira cómo estaba ahí”.
¿Te es fácil meterte en papeles ajenos en tus letras?
Sí, creo que mentir forma parte de la creación artística, mantener ficciones sostenidas es arte. Yo a lo mejor he entrado una noche a una extranjera y me la he llevado a la cama, pero no soy ningún experto, no soy ningún ligón, y sin embargo, puedo hablar de la sensación de subidón que da cuando tocas pelo una noche.
Entré en el blog de la artista que lo hizo y me encantó. Confieso que lo primero que pensé fue en un atentado, y ella me dijo que era lo último que pensaría, jaja. También puede significar pérdida de identidad… yo también tengo una lucha con el tabaco, se podía ver así… Y el color rosa es que me gusta, me da tranquilidad.
Para terminar, ¿cómo ves el tema de lo que cobran los músicos por programas de streaming como Spotify? ¿Crees que en el corto plazo será rentable para las bandas? Porque ahora me consta que cobráis cifras simbólicas que no pasan de unos pocos céntimos al año…
Mira, ahora que estamos en una, te voy a decir lo que pienso: no sé si las discográficas nos están ocultando algo. A mí no me llega absolutamente nada.