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Los Estanques. La hostia madrileña (y nuevo vídeo)

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En esta ocasión, el hipercativo Íñigo Bregel y sus compinches nos ofrecen una versión en directo y en plano secuencia de una de las canciones incluidas en su último disco, ‘IV’, publicado el pasado 17 de julio: «Juan El Largo»

La historia del nuevo disco de Los Estanques, IV, lleva ya un tiempo siendo profusamente comentada en el mundillo rockero de Madrid y más allá. Todos se echaban la mano a la cabeza cuando se enteraban de lo que les había ocurrido a los cántabros: unos ladrones se lo robaron cuando ya lo tenían terminado, obligándoles a volver a comenzar desde cero. “Nos pasó mientras cargábamos la fugo, Fue la única puta vez que el ordenador, el disco duro y la copia de seguridad estuvieron en el mismo sitio y al mismo tiempo” se lamenta Iñigo Bregel, líder del ahora quinteto. 

Cada canción cuenta la historia de un personaje, y la última canción reúne a todos ellos. ¿Cómo surgió este enfoque?  

Después de empezar a trabajar en los temas, cuando me puse con la letra de «Mr. Clack» me quedó como un personaje muy definido en la narración, con una imagen muy clara que casi te dejaba visualizar al tipo, uno de estos que nunca, nunca paran de hablar. Entonces se me ocurrió, ¿por qué no ir por ese camino con las demás canciones? Vivimos en Pueblo Nuevo, un barriuco de bares y tal, y surgió la idea de inspirarnos en la gente de nuestro entorno más cercano en Madrid. A veces dejaba que el propio personaje mutara de forma natural en la letra, y a veces tomaba yo un poco más las riendas. Y al final, lo que ha quedado es como un collage de distintas personalidades. Las canciones hablan de tipos de personalidad, más que de personas. Al final todas se reúnen en la última canción, se suponía que iba a ser una reunión en un bar, pero al final no se sabe (risas). Yo tengo una respuesta pero no la voy a decir, que cada uno elija la suya. 

¿Te pusiste en modo observador cuando salías por el barrio, tomando notas y tal? 

Como yo hago mucho curro de música todos los días, para unos para otros, que si una producción por allí, otra por allá… a veces pienso que ocuparse de la música de cada canción, y también de la letra, es mucha tela. Así que decidí tirar de mis experiencias cotidianas. Vivimos en un barrio con su típico bar debajo de casa, donde es difícil no pararse a mirar a la fauna. 

¿Pensabas que Madrid te inspiraría de esta forma? 

Pues no. Justo ayer estuve dándole vueltas. Llevo cuatro años aquí, y antes de venir no imaginaba que me pasarían las cosas que me están pasando. En Cantabria igual me pasaban, qué sé yo, ¿dos cosas al día? En Madrid me pasan treinta y cuatro. Si usas esas experiencias y las transformas puedes sacar mucho material. 

El disco anterior simbolizaba un poco vuestra llegada a Madrid, y este simboliza que ya sois de aquí. 

Al principio es una hostia. Si vienes con todo el pelo pa’ atrás, al recibirla te la llevas bien fuerte. Pero si vienes sabiendo que Madrid te va a dar ciertas hostias, pues estás preparado y reaccionas de otra manera. Una de de las primeras que me llevé fue cuando fui a primera jam. Aluciné con lo bien que tocaba la peña, y me quería ir para mi casa a llorar (risas). Piensas que si te vuelves para Cantabria, al haber menos gente va a ser más fácil ser de los mejores. Pero si recibes esa hostia preparado, piensas que lo que hay que hacer es ponerse las pilas a saco y aprovechar que por aquí hay mucha peña que toca genial. 

Hay un tema que tiene un aroma a hit que tira para atrás, «Soy español pero tengo un kebab». 

Sí, tío. Ese surgió dos meses antes de que nos pegasen el palo. Una amiga tenía un mini-sitar de la India, al que le faltan cuerdas. Me puse a tocar con él, grabé una melodía con una nota de voz, y un día me puse a escucharla con Conti. Me salió la frase de “soy español, pero tengo un kebab”, mi amiga se empezó a despollar y fue como “tío, lo tengo, lo tengo”. Empezamos a tirar del hilo, sacando la letra todo descojonados, y un día fuimos a grabarla. Cuando estábamos grabando, cuando llegó la parte de la voz me levanté para cantar y de pronto se puso a cantar Germán con un tono guapísimo. Paré, me acerqué a él y le dije: “tío, esta te la vas a cantar tú”. Es la primera canción que canta él. Va a ser un puntazo en directo. Tengo esperanzas puestas en este tema. 

Es curioso que el tema en el que se encuentran todos los personajes, “Reunión”, sea instrumental. Que vaya instrumental, por cierto. Es como un mantra apocalíptico. 

Conti tenía los siete primeros acordes de esa ronda. Es una ronda que se repite cuatro veces. Yo cerré el ciclo de la canción, y al terminar, a las cinco de la mañana, me puse a tocarla con un sinte, pero a tocarla a fuego. Hasta que nos dolían los oídos. 

Y al final hay esa coñita, de regalo para los que escuchen hasta el ultimísimo segundo. 

(Risas) Sí, ese eructo. Es como el eructo de buenos modales cuando se termina la comida. 

El resultado del disco es magnífico. Pero, cuando empezasteis a regrabar todo lo que habíais perdido, ¿no hubo algún momento de frustración? En plan: “joder, esto ya lo teníamos hecho y era perfecto, qué difícil volver a sacarlo”… 

Nada, tiramos para adelante. Mi cerebro se puso en modo shock cuando nos robaron, porque además fue un robo súper planificado que nos dejó impotentes. Pero esto es como lo de la jam. Puedes echarte a llorar y volverte a casa con el rabo entre las piernas, o decir “me cago en diez, no va a haber quien me pare”. Y con esa mentalidad, en un año hemos hecho el trabajo de dos. 

Nacho Serrano. Publicado en Ruta 66

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