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La noche que salimos de fiesta con Erwin Flores de LOS SAICOS (entrevista y algo más)

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saiEntre 1965 y 1970 se editaron muchos de los discos más icónicos de la historia, y durante el próximo lustro veremos «cincuenta aniversarios» a porrillo. Pero el fulgor de los nombres ilustres no ensombrecerá a Los Saicos, y menos en esta web donde como ya sabéis, les estamos preparando un gran homenaje en Madrid para este 18 de marzo. El año pasado se cumplió medio siglo de la publicación del single «Demolición», una salvaje anomalía histórico-geográfica hoy en día reconocida como el santo grial del garaje-punk, que gracias al recopilatorio «Wild teen punk from Peru 1965», a las reediciones de Munster Records y a la pleitesía de los Black Lips (foto de su guitarrista con Erwin, abajo) ha sido redescubierta y reversionada por infinidad de bandas, la mayoría muy jóvenes.
Esta entrevista, publicada en Ruta66, se hizo justo antes de la muerte de Pancho Guevara (por eso hablamos de él en presente).
cole black lips y erwinEsta reconstrucción del mito me llevó a contactar con su cantante Erwin Flores ante su reunión para el Funtastic Dracula Carnival de 2010, y unos meses después volví a verle en Madrid, durante una a cena a tres con Iñigo Munster, uno de los máximos responsables del rescate de su legado. «Fue inolvidable», recuerda ahora Erwin. «Vagamos por cada club de Madrid. ¿A qué hora nos fuimos a dormir, sería al borde del día? ¿Recuerdas que los invité a cenar y al final salieron pagando ustedes porque había olvidado la tarjeta de crédito en el hotel? Iñigo es un duende mágico. De juerga con dos queridos amigos que no veo más que a la muerte de un obispo. Bárbaro». Efectivamente, aquella noche recorrimos la madrugada capitalina entre abrazos, declaraciones de amor y pequeños delitos contra la salud pública. Al día siguiente sólo recordaba terminar la velada bajándole la cabeza a Erwin para que no se la golpeara al entrar en un taxi. También recordaba que se despidió dándome un papel por la ventanilla mientras el cohe arrancaba, así que corrí a mi chupa y tras inspeccionar los bolsillos ahí estaba, con las palabras «Para Nacho. Tú eres la cosa real». Desde entonces he mantenido contacto por mail con este genio peruano, que cuando no escribe para saludar lo hace para enviar uno de sus brillantes ensayos literarios (al final de la entrevista podrás encontrar uno de ellos). Porque el gran Saico es capaz de escribir mucho más que ¡tatatatatatatata-yayayaya!

Hemos mencionado a Munster y los Black Lips, pero Wau y los Arrrghs! son también muy responsables de popularizar «Demolición».

Después de 40 años, la primera vez que subí a un escenario a cantar «Demolición» fue en el Joy Eslava de Madrid, con ellos. Son unos tipos formidables y me hicieron sentir como un rey. Aprecio mucho el estilo que le dan al rock, fuerte y contagioso. Tocan «Demolición» yo diría que un 20 por ciento más rápido que Los Saicos, y suena muy bien y muy animado. Me dio mucho gusto encontrarlos en Benidorm, en el Funtastic. No cabe duda que les debemos mucho por haber difundido nuestra música en España. Realmente me gustaría subirme al escenario con ellos alguna otra vez, cuando pase por España.

En la prueba de sonido del Funtastic estábais muy nerviosos, pero luego fue tremendo…

Era la primera vez que tocábamos en público desde 1966. Pancho, Papi y yo no teníamos idea de lo que podríamos esperar… Cuando subimos al escenario y vi que el público en las primeras líneas no pasaba de 18 años y estaba súper entusiasmado, en vez de amedrentarme me dio una energía extraordinaria. Lo que sí me sorprendió fue que, al contrario de nuestros viejos tiempos, el escenario no era más territorio sagrado: los chicos continuamente trataban de invadir el estrado. Paloma, la creadora y motor de ese festival, es una mujer admirable, responsable de todo, desde el concepto hasta la increíblemente dificultosa labor de reunir anualmente montones de talento de muchos lugares. Es un trabajo enorme y literalmente ad honorem.

saicos wau 2

¿Cuál ha sido vuestro último show? ¿Hay algún plan de actuar?

El último fue en el Perú, hace más de un año, en el festival Lima Rock, organizado por la municipalidad de Lima. Nos hicieron un homenaje especial y tocamos ante 25.000 personas. Pero creo que la palabra última tiene en este caso un doble sentido porque, aunque continuamente recibimos ofertas, no pienso que Los Saicos vuelvan a tocar por varias razones. Por un lado, preparar cada concierto es un trabajo formidable. Papi y yo vivimos en Washington, mientras que Pancho y nuestros refuerzos, Gonzalo y Alí, viven en Lima, lo que dificulta las cosas desde ensayar por Internet hasta coordinar los viajes. Además, las presentaciones interfieren con nuestros trabajos y se comen nuestras vacaciones, lo que a nuestras esposas y novias ya comenzó a aburrir. Este año, Mónica me lleva a pasear Italia por un mes y si algo interfiere con este plan me divorcia (umm..!?). También, inexorablemente, está el puto asunto de la edad. Ya tocar sin el Chino Rolando Carpio, que murió sin saber que Los Saicos se hacían conocidos a nuevos niveles internacionales, es como llevar un puñal clavado en el corazón. Pero no podemos ignorar tampoco que tenemos 70 años, y las consecuencias de esto no necesitan explicación. Ser Saico dos veces en una sola vida te sobra y alcanza, y se lo agradecemos mucho a nuestro querido público de antes, de ahora y de siempre.

Vuestra singularidad ha desatado infinidad de análisis, comentarios y comparaciones. ¿Qué es lo más extraño que habéis escuchado?

La más extraña y a la vez deliciosa experiencia que he tenido fue al comienzo de nuestra carrera; un niño chiquito se acercó y me dijo: «qué bonito gritas». Se han hecho muchos comentarios de nosotros y generalmente los encuentro interesantes (aunque el que comamos carne humana es un rumor totalmente falso). Pero en cuanto a las opiniones referentes a nuestra música diría, parafraseando a la autora de cuentos infantiles Joan Walsh Anglund: un pájaro no canta porque tiene una respuesta, canta porque tiene una canción.

«Demolición» es genial, pero creo que «El entierro de los gatos» es mejor canción, representa mejor esa singularidad, ¿no crees?

sai1Estoy completamente de acuerdo. «Demolición» es más atractiva a nivel de nervio, te mueve con una energía primitiva. ¿Quién no quiere agarrar una comba grande y destruir un edificio alguna vez? Al componerla uno no se sienta a ponderar la letra ni la melodía; uno agarra la guitarra y simplemente se lanza al frente sin pensar qué te inspiró ni qué va a salir. Pero ese poder es también su debilidad. En general, las nuevas canciones se basan en antecedentes estilísticos ya existentes, uno no inventa la rueda con cada canción, sino que la utiliza. Hoy en día, al tocar «Demolición» le siento un trasfondo de surf. Y si uno es compositor, cuando escucha una canción nueva le es posible asociarla con alguna anterior, porque las nuevas son generalmente variantes de algo ya hecho. Y esto es perfectamente válido porque el gusto popular necesita esa continuidad: si lanzas una música sin raíz, que nadie reconoce, va a acabar en el tacho de basura. Pero te desafío a que le encuentres antecedente al «Entierro de los Gatos». Yo lo he buscado y he fracasado. Es que el Chino Carpio llegó una tarde con esa guitarra maldita que se te clava en el estómago y que era un genuino reflejo de lo que le hacía único. Esto se nota en los arreglos que construyó para la primera guitarra en todas nuestras canciones; pero esta iba un poco más allá, era literalmente un encuentro con lo desconocido. Salvando las distancias, algo así como la primera de «Satisfaction» de los Stones o la que pone Jimmy Page en «Whole Lotta Love». Cuando el Chino se arrancó con eso en medio de un ensayo, yo lancé el grito salvaje que la sigue, y la primera estrofa que se insinuaba por sí misma en la estridencia de la guitarra y la de una batalla de gatos. La participación de toda la banda en los extraordinarios sonidos vocales y la fuerza de los coros hacen el resto. «Demolición» no tiene esas cualidades, pero es más sabrosa, más bailable, más coreable que «El Entierro».

En un documental sobre rock peruano vi que las películas tuvieron mucha importancia en el surgimiento de una escena rockera en el país. Me acordé inmediatamente de ti contándome sobre la influencia de James Dean en Los Saicos, etc… ¿Eran los cines vuestro lugar de encuentro favorito?

Lo eran en la matinée de los domingos. En esos tiempos, antes que soñáramos con tener una banda de rock, la ciudad estaba poblada por clubs de rockanroleros, grupos de muchachos que controlaban determinadas áreas de cada barrio. Controlaban se entiende por: «si pasas por aquí te damos una golpiza» y «ni se te ocurra acercarte a una chica en estos lugares». Esta estúpida cultura juvenil venía de las películas de James Dean que, por lo demás, eran cinco años anteriores a nuestra edad. Conocí a Pancho y Papi cuando me mudé a su barrio, Lince, y me asimilaron al club Los Cometas; teníamos 15 años. Era un grupo grande, como de 50 muchachos; pero el barrio lo compartíamos con Los Sokis, que eran el grupo más grande de la ciudad. Debíamos haber sido enemigos naturales, pero en realidad nunca tuvimos ningún problema y acabamos siendo muy amigos. El territorio neutral que forjó esa pax común fue el cine Western, clavado entre los dos territorios, donde invariablemente íbamos todos (chicas incluidas) cada domingo a ver la misma película una y otra vez: King Creole, de Elvis. Te ratifico que las películas tuvieron una influencia fundamental en nuestra cultura rockera.

Quería preguntarte sobre Los Incas Modernos, creo que editaron el primer LP de rock peruano, «Bajo el sol» en 1963.

Creo que incluía un tema de The Ventures y algunos temas propios. Lo interesante es que cuando Papi, Pancho y yo iniciábamos el grupo, su líder Manolo Garcia, no recuerdo cómo, vino a practicar un par de veces. Era, para los tiempos, un guitarrista extraordinario y no se encontró con nosotros, que recién comenzábamos. Era además unos años mayor.

¿Qué interesa al señor Flores en 2015?

Lo que a todo el mundo a mi edad: tiempo para mí mismo, para tocar música, para pasármela en la playa donde quiera que el verano se encuentre. Asegurarme una reserva importante, interminable de Cialis. He tratado de tomar nuevamente los libros de matemáticas y física, pero me agarra una pereza terminal; pensar que fueron el amor de mi vida. Los amigos son muy importantes para mí. Últimamente mis hijos Tabatha y Alex se me han acercado un poco; dedicado a mí mismo, nunca les presté la debida atención y luego, cuando tomé conciencia de mi estúpido egotismo, comencé a extrañarlos de veras. Espero que este año pasemos mucho tiempo juntos.

… y aunque no puede venir, Papi Castrillón también nos ha querido mandar un mensaje de apoyo.

Borges: El Mensajero Secreto                      Por Erwin Flores

Siempre me llamó la atención el extraño caso del heroísmo de Héctor, comandante en jefe de las fuerzas troyanas durante el asedio de los aqueos. A través de las páginas de La Iliada, Homero no deja duda de que Héctor fuera el más valeroso, respetado y temido de los defensores de Ilium. Aún el gran Ulises tiene que retroceder ante él cuando, atropellando hasta las primeras líneas, viene al rescate del herido Sarpedon. Y en combate se enfrentan Héctor y Ajax, «peleando con la furia de cerdos salvajes», hasta que la caída de la noche detiene el duelo. Más aún, «…la gente de Troya llamaba al hijo de Héctor Astyanax, Rey de la Ciudad, porque su padre era, él solo, el guardián principal de Ilium”.erwin cultura

Hasta aquí, entonces, Héctor parece llenar, en todo el sentido que el vocabulario permite, la acepción de la palabra héroe.  Sin embargo, cierta notoria incongruencia se presenta cuando Héctor tiene que enfrentarse a Aquiles.

Recapitulando sumariamente: Agamenón, jefe de los griegos, ofende a Aquiles, quien debido a esto se retira de la batalla.  Los troyanos, guíados por Héctor, y con la formidable ayuda del dios Ares, atacan con decisión y empujan a los griegos hasta sus propias naves. Aquiles permanece impasible, a pesar de las súplicas de sus compañeros para que regrese a la pelea.  Patroclo, pupilo dilecto de Aquiles, le pide que lo deje usar su armadura; piensa así inspirar a las tropas griegas.  Héctor, con la ayuda del dios Apolo, mata a Patroclo.  Aquiles reta a duelo a Héctor; éste acepta.  Aquí es donde el incongruente hecho ocurre: cuando Héctor ve venir al tremendo Aquiles cargado de furia, vestido con la armadura del dios Oceanus, con la lanza de cenizas pelianas en la mano y el carro tirado por el caballo Xantu al comando de la rea, la impresión es tan grande que Héctor da media vuelta y huye sin reparo.

Y desde la primera vez que uno lee La Iliada en la escuela secundaria, se pregunta: cómo es que Héctor es un héroe?  Si huyó a la vista de todos, griegos y troyanos, entonces, qué pasó con Héctor, El Valiente?  Este enigma no solo me asedió a mí personalmente a través del tiempo, si no que ocasionalmente escuché a otras personas compartir mi cuestionamiento o simplemente asumir que Héctor era realmente un cobarde.

Veinte años después, me encuentro leyendo El Hacedor, un cuento de Jorge Luis Borges, y mis ojos recorren un párrafo y están a punto de pasar al siguiente, pero de pronto se detienen, retroceden y leen nuevamente.  El párrafo dice: “La resignación estoica no ha sido aún inventada y Héctor puede huír sin desgracia.”

La comprensión me golpeó con un rayo.  Me di cuenta que la razón por la cual el enigma había sido tal por tantos años era que había estado buscando la solución y la respuesta por caminos completamente equivocados: había naturalmente asumido que la interpretación de los estados emocionales sería una característica intrínseca de la psique humana y que por lo tanto tales interpretaciones serían universalmente las mismas, en todos los tiempos, para todas las personas.  Al ver huir a Héctor, interpretamos su estado emocional como cobardía, no como una mera estrategia bastante común en el reino animal.  Para los espectadores de la batalla, Héctor no habría sido un héroe si hubiese esperado a Aquiles para pelear frente a frente – habría sido un estúpido.  Cuando Aquiles viene hacia ti con la intención de matarte, dos cosas son seguras (y claras para la audiencia del duelo): vas a sentir un miedo terminal y vas a correr tan rápido como puedas porque no existe otra posible defensa.  Nosotros mientras tanto, alejados del hecho por tiempo y cultura, interpretamos la acción en forma idealizada, totalmente divorciada de la realidad, y asumimos que Héctor actuó cobardemente.

Cuando Borges escribe: “La resignación estoica no ha sido aún inventada”, está en realidad pasándonos un mensaje, un conocimiento del tipo que solo ocurre en las mentes que piensan acerca de la mente con laboriosa profundidad.  Y los temas del miedo, el valor y el heroísmo son indudablemente centrales en el pensamiento de Borges.  Comentando su propia obra, Borges dice que Sur tal vez sea lo mejor que él haya escrito.  Sur, que a diferencia a sus cuentos más conocidos no contiene ni una pequeña alusión surrealista, es un estudio del acto de valor y de la resignación estóica.  Sintomática selección para un escritor cuyos personajes siempre buscan (y generalmente encuentran) elaborados argumentos imaginarios para reemplazar la realidad concreta en el momento de la verdad, cuando la muerte es impostergable. En El Milagro Secreto, por ejemplo, el condenado detiene el tiempo frente al pelotón de fusilamiento por medio de la concepción de la pieza teatral perfecta.

Una última nota: la idea que ciertos valores considerados absolutos son en realidad inventados es una noción que Borges debe haber paladeado a gusto.  Sin embargo, en vez de escribir un tratado acerca de esto, simplemente desliza una frase, como cosa perdida, en el medio de un cuento cualquiera.  Será que, maestro de la brevedad, Borges estriba por reducir el universo a un punto, tal como lo hiciera Sócrates cuando en la piedra del Oráculo de Delfos escribiera: nosce te imptu – conócete a tí mismo.

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